Liszt, el gran músico del mañana

El escritor Pablo Montoya, habló en esclusiva con Filarmed en el marco de Música y literatura.

Filarmed: ¿Por qué y de dónde surge el título de «postal sonora»?

Pablo Montoya: Postales sonoras es un libro en preparación que gira en torno a la vida y obra de compositores a partir de fotografías. Son ensayos que abordan la música literariamente pero cuyo pilar son las imágenes. Así trato de abrazar tres temas que me interesan mucho como escritor: la fotografía, la música y el ensayo. Mi proyecto es escribir un conjunto de 25 postales sonoras. La de Liszt es una de ellas. Por supuesto no se trata de hacer una historia de la música clásica a partir de fotografías de sus compositores. Aunque el orden de las postales es cronológico, los músicos que abordo son los que más me han emocionado en tanto que oyente.

La música y la literatura han sido dos lenguajes que se han entrecruzado a lo largo de la historia. ¿Cómo describe usted dicha relación y cómo la ha vivido en su trayectoria como escritor?

Ha sido, en mi caso, una relación intensa y vital. Llegué a la literatura, y sobre todo a la escritura, a través de la música. Mis primeros textos publicados fueron notas de programa que escribí cuando estudié en la escuela superior de música de Tunja y fui flautista de la Orquesta Sinfónica de Vientos de Boyacá. Quise ser musicólogo pero no pude. En cambio, al dedicarme a estudiar literatura, hice mis tesis de pregrado, maestría y doctorado sobre las relaciones entre la música y la literatura latinoamericana. Mi obra literaria, por ello mismo, está impregnada de la música. He escrito cuentos sobre música (La sinfónica, 1997), ensayos sobre música (Música de pájaros, 2005 y La música en la obra de Alejo Carpentier, 2013) y poemas en prosa (Programa de mano, 2014). Aunque hace muchos años no toco la flauta, me alimento cada día de la música. La escucho, leo sobre ella, hago de su deliciosa ambigüedad mi morada más íntima. Mi quinta novela, La escuela de música, que estoy escribiendo actualmente, está afincada, de principio a fin, en la música.

Su interés por Franz Liszt. ¿De dónde proviene y qué aspectos resalta como lector?; ¿Tiene alguna obra del compositor que le genere un gusto particular; cuál y por qué?

Soy un amante y un estudioso de la música Romántica. Y creo que lo más granado de la música de ese período es la que se compuso para piano. Allí, en lo que hicieron los románticos europeos, se halla uno de los tesoros de la música de todos los tiempos. En este sentido, la figura de Liszt, junto a la de Chopin y Schumann, es trascendental en lo que tiene que ver con la renovación artística que propuso el Romanticismo. Lo que me llama la atención de Liszt es el variado espectro de su trajinar musical: virtuoso del piano, director de orquesta, compositor y, además, escritor. Es como el gran cosmopolita del siglo XIX y de todos los compositores de su época quien mejor se asomó a lo que vendría después en el siglo XX. Me entusiasman mucho sus poemas sinfónicos, sobre todo aquellos basados en textos literarios (Mazeppa, Los preludios, Orfeo). Pero creo que su sinfonía sobre la Divina Comedia, estructurada, como la obra de Dante, en tres movimientos (Infierno, purgatorio y Mafnificat), es la que más me estremece.

¿Un compositor como Liszt cómo puede encajar en una cultura latinoamericana, especialmente en Colombia?, ¿cómo se puede leer a los ojos de hoy?, ¿Cómo acercarse a Liszt?

Chopin y Liszt son, quizás, las cimas del piano romántico. Sus aportes técnicos y emotivos son trascendentales al repertorio de la música para este instrumento. Pero en tanto que pedagogo, fue Liszt quien dejó la gran herencia interpretativa que luego se desparramó por Europa, América y el resto del mundo. El virtuosismo del piano que conocemos se lo debemos sobre todo a Liszt. El asunto del recital del piano, tal como lo entendemos hoy, también viene de él. Como director de orquesta ocupa un lugar similar. De él y de su interés por tocar las grandes obras sinfónicas de Beethoven, Berlioz y Wagner, surgirán los espectaculares directores de más tarde. Pero Liszt, el compositor, es quien ayudará, muchísimo más que sus colegas, a desmontar la tonalidad. Anticipa, igualmente, con sus pinceladas sonoras que imitan la naturaleza, a los impresionistas. Y la idea suya de unir literatura y música en sus poemas sinfónicos llegará a todas las latitudes del mundo. En América Latina Liszt ingresará por todos estos caminos e influenciará notablemente el imaginario de nuestros compositores. Liszt fue, en definitiva, el gran músico del mañana. Con respecto a Colombia, es evidente que el repertorio pianístico de finales del siglo XX y la primera mitad del XX, le debe mucho a él y a Chopin. El nacionalismo de ambos compositores, el uno frente a Polonia y el otro frente a Hungría, está en la base de las inquietudes nacionalistas de nuestros compositores. Y no sobra decir que los motivos propiamente amorosos del piano lisztiano, por ejemplo, el sentimentalismo romántico de Un sueño de amor o algunas de sus Consolaciones, irrigaron la sensibilidad musical no solo de Colombia sino de América Latina.

Postal sonora: Liszt

Los invitados

Pablo Montoya. Escritor ganador del Rómulo Gallegos

Escritor y profesor titular de literatura de la Universidad de Antioquia. Realizó estudios de flauta con los maestros Gabriel Uribe y Oscar Álvarez y de teoría musical en la Escuela Superior de Música de Tunja bajo la dirección del maestro Jorge Zorro. Hizo Ha escrito más de veinte libros (novelas, cuentos, ensayos, poemas en prosa, crítica literaria). Sobre música son sus libros: La sinfónica y otros cuentos musicales (1997), Música de pájaros (2005), Programa de mano (2013) y La música en la obra de Alejo Carpentier (2014). Ha recibido varios premios regionales y nacionales en Colombia en Tunja, Bogotá y Medellín. Por el conjunto de su obra recibió el Premio Iberoamericano de letras José Donoso (2016) y su novela Tríptico de la infamia recibió el Premio Internacional de novela Rómulo Gallegos (2015) y el Premio de narrativa José María Arguedas de Casa de las Américas (2017). En 2016 entró a la Academia Colombiana de la Lengua como miembro correspondiente.

Bram Sniekers. Director

Director holandés. Fue ganador del 2º premio del concurso de SJMN (Federación Nacional de Jóvenes talentos musicales en Holanda) y en 2007, finalista en el Curso Internacional de Dirección de Orquesta en Hilversum (Holanda), dirigiendo la Orquesta Sinfónica «Metropole Orkest» de la Radio Holandesa. Su dirección ha sido aclamada destacando su agudeza, minuciosidad, exquisita interpretación y extraordinaria musicalidad por músicos como Johan De Meij (Compositor), Arno Piters (Clarinete/requinto de la Royal Concertgebouw Orchestra) y Jorge Luis Prats (Pianista), entre otros. Parte de su amplia experiencia incluye invitaciones a dirigir la Orquesta Sinfónica Real Filharmonía de Galicia, la Gran Canaria Wind Orchestra y el Coro de la Orquesta Filharmónica de Gran Canaria, la Metropole Orquesta de la Radio Holandesa, la Banda Municipal de La Coruña, Symphonic Impulse (Holanda), la Banda Municipal de Pontevedra y la Banda Municipal de Ourense, entre otras. Sniekers cofundó y es director de Galicia Brass, un grupo de viento metal que nació por su iniciativa y la de los músicos de la Real Filharmonía de Galicia, y es además, director artístico del Conservatorio de Música de Lalín y de su Orquesta desde el año 2007.

Programa:

Vals de Mefisto No.2
Mazeppa
Los preludios

Entremés literario: Pablo Montoya. Escritor
Director: Bram Sniekers (Holanda)

 

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Escrito por 

Orquesta Filarmónica de Medellín

La Orquesta Filarmónica de Medellín es una Institución musical profesional, fundada en el año de 1983 por su actual Director, Maestro Alberto Correa Cadavid y por el Estudio Polifónico de Medellín, con el objetivo de estudiar y divulgar la música sinfónica y coral-sinfónica en nuestro medio.