Liderar para transformar, el desafío urgente de la UdeA

La Universidad de Antioquia atraviesa una de las etapas más complejas de su historia reciente. A la profunda crisis ampliamente conocida, se suma un factor quizá aún más preocupante: la ausencia de un liderazgo capaz de orientar, inspirar y articular soluciones. En medio de este vacío, la pregunta es inevitable: ¿qué tipo de liderazgo necesita hoy el Alma Máter de los antioqueños para salir del atolladero?

Necesitamos, ante todo, un liderazgo capaz de conducir las reformas que hoy necesita la Universidad. Un liderazgo con visión estratégica y de largo plazo, que rompa con la inercia que nos agobia y que asuma con decisión los retos críticos del presente. Un liderazgo que se rodee de un equipo de trabajo de amplia experiencia y capacidad ejecutoria. No se trata solo de administrar lo existente, sino de embarcarnos en la tarea de transformar profundamente la Universidad. Hace falta alguien que inspire, que genere credibilidad, que se conecte con la comunidad académica y con la sociedad, que construya salidas incentivando el trabajo en equipo y el diálogo, pero que al mismo tiempo esté dispuesto a tomar las decisiones difíciles y a asumir el costo político que ellas implican.

Necesitamos un liderazgo que defienda la autonomía universitaria y a la universidad pública, pero que también entienda la responsabilidad que ella tiene con la sociedad. Que actúe con independencia política y con responsabilidad ética, pensando en el bienestar de los jóvenes que acuden a nuestras aulas. Este liderazgo debe contar con el apoyo explícito, tanto del gobierno nacional como del departamental. La Universidad es un patrimonio cultural de todos y para muchos años más; debe estar por encima de las consignas partidistas coyunturales.

Los retos de la educación superior en el siglo XXI son cada vez más complejos. Incluso el papel y la razón de ser de las universidades están siendo replanteados. Es necesario cuestionar paradigmas establecidos y proponer nuevas formas de organización y producción del conocimiento, acordes con la revolución técnico-científica que estamos viviendo. La digitalización acelerada de la sociedad y la expansión de modalidades híbridas y flexibles para la educación plantean grandes desafíos pedagógicos y estructurales. Al mismo tiempo, desde la academia es urgente contribuir con soluciones a problemas como el cambio climático, las crecientes desigualdades, la desinformación y la crisis de la verdad, entre otros. Todo ello obliga a las universidades a reinventarse sin perder su sentido histórico. El desafío es ser capaz de adaptarse a los tiempos cambiantes, ser más inclusivas, más pertinentes y más innovadoras, sin renunciar a su papel como conciencia crítica de la sociedad. Estos desafíos globales no son ajenos a nuestra Universidad. Por el contrario, la crisis actual se agrava al no haber logrado adaptarse a estas nuevas exigencias del entorno.

En el corto y mediano plazo y para sortear la aguda crisis que atravesamos, la Universidad necesita de una reingeniería completa que le permita una transformación organizacional, en la que se rediseñen sus estructuras, procesos, normas y prácticas, con el fin de mejorar su funcionamiento, optimizar el uso de los recursos existentes y adaptarse a los contextos cambiantes y, al mismo tiempo, emprenda un esfuerzo colectivo por mejorar la convivencia en el campus.

Un elemento transversal a todas estas acciones es la reconstrucción de la confianza en y entre los miembros de la comunidad académica. Impulsar un proceso de reconciliación institucional, en donde se escuche a estudiantes, docentes y trabajadores, y se creen canales de diálogo y de participación efectivos. Recuperar la legitimidad institucional también exige asumir con franqueza los imaginarios a veces distorsionados que circulan en la opinión pública. Cambiar estos imaginarios pasa por no tener temas vetados para conversar con la sociedad y mostrar una plena disposición a aceptar aquellas críticas que sean pertinentes desde actores externos.

Todo lo anterior, sin olvidar que la salida de la crisis solo se logra con el esfuerzo y participación activa de la comunidad académica. Es por ello que la Universidad no puede permitirse caer en trincheras ideológicas, es un grave error alimentar y reproducir la polarización política que vive el país. Este es un momento que exige deliberación serena, escucha activa y compromiso con el bien común. Que hablen las ideas, no las etiquetas. El futuro de la Universidad no puede definirse a partir de dogmas, se trata de construir colectivamente desde la diversidad, como esencia de nuestro talante democrático y de faro académico e intelectual.  Tampoco se trata de buscar un “salvador”, ante todo se requiere construir colectivamente las salidas desde un liderazgo ético y competente.

La Universidad de Antioquia no soporta más una crisis prolongada, ni la postergación de los cambios estructurales que exige su misión histórica. Hoy más que nunca necesita un liderazgo que reconstruya su legitimidad y que lidere un esfuerzo colectivo para transformar el proyecto cultural y científico más importante del departamento, con visión de futuro y compromiso con el siglo XXI. No se trata de imponer respuestas, sino de construirlas colectivamente desde la pluralidad, el conocimiento y el compromiso público. Necesitamos una figura q recupere el liderazgo de la Universidad en la región, para que volvamos a ser el alma crítica, pública y plural que le ha dado sentido histórico a estos 222 años de existencia.

John Freddy Duitama M.

Profesor universitario.

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