“La fe auténtica se manifiesta en la lucha por la justicia y la dignidad de los pueblos”
El 18 de mayo de 2025, la Plaza de San Pedro fue testigo de la asunción del papa León XIV, un evento que, más allá de su ceremonialidad, resonó como un llamado urgente a la unidad y la compasión en un mundo desgarrado por conflictos y desigualdades. En su homilía inaugural, el nuevo pontífice delineó una visión pastoral centrada en la fraternidad, el diálogo y la justicia.
“Hoy es tiempo de dialogar y de construir puentes”, proclamó León XIV, dirigiéndose a representantes de diversas confesiones cristianas y religiones del mundo. Su elección coincidió con la conmemoración del 1700 aniversario del Concilio de Nicea, un símbolo de unidad en la fe cristiana. El Papa subrayó que la búsqueda de la comunión plena entre los cristianos debe extenderse a una fraternidad universal que abrace a toda la humanidad.
Este enfoque ecuménico y humanista se manifiesta en su decisión de realizar su primer viaje papal a Turquía, fortaleciendo los lazos con el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla y promoviendo el diálogo interreligioso en una región marcada por tensiones históricas.
Sin embargo, mientras en Roma se hablaba de unidad y esperanza, en la Franja de Gaza se vivía una realidad opuesta. Desde la reanudación de las hostilidades en marzo, tras la ruptura del alto el fuego, más de 53,000 palestinos han perdido la vida, en su mayoría mujeres y niños. La ofensiva israelí, intensificada bajo la operación “Carros de Gedeón”, ha provocado una catástrofe humanitaria sin precedentes.
La población gazatí enfrenta una hambruna devastadora. El 93% de los habitantes se encuentra en situación de inseguridad alimentaria, y más de 244,000 personas viven en condiciones de hambruna extrema. Los precios de alimentos básicos se han disparado, y la escasez ha llevado al cierre de comedores comunitarios y al aumento del saqueo por desesperación.
La comunidad internacional ha comenzado a reaccionar. Reino Unido, Francia y Canadá han amenazado con sanciones a Israel si no cesa su ofensiva y permite la entrada de ayuda humanitaria. El jefe de la UNRWA ha advertido que el plan israelí de distribución de ayuda podría constituir un crimen de guerra al facilitar desplazamientos forzados.
En este contexto, las palabras de León XIV adquieren una dimensión profética. Su llamado a la unidad y la compasión no puede quedarse en el ámbito de los discursos; debe traducirse en acciones concretas que denuncien las injusticias y promuevan la paz. La Iglesia, bajo su liderazgo, tiene la oportunidad y la responsabilidad de alzar la voz por los oprimidos y trabajar activamente por la reconciliación y la justicia en regiones como Gaza.
La fe auténtica se manifiesta en la lucha por la justicia y la dignidad de los pueblos. León XIV, al asumir su pontificado con un mensaje de esperanza y compromiso, nos invita a todos a ser constructores de puentes en un mundo que clama por la paz y la solidaridad.
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