Leer es resistir: El arte de imaginar para cambiar

Leer es resistir, entonces, tiene como objetivo exhibir al arte como un fenómeno que busca una evolución máxima del humano, en donde este deje de ser un animal violento y primitivo para convertirse en un ser creativo, feliz y, sobre todo, pacífico.”


Solo había pasado un mes, tal vez menos, cuando me di cuenta de que me había devorado todos los libros que compré para disfrutar las vacaciones de mitad de año que tenemos los universitarios; por ello, decidí ir a la librería Wilborada 1047 para comprar unos cuantos libros más y poder seguir haciendo lo que más me gusta: leer. Tres libros fueron los afortunados de tener un nuevo hogar, en el cual cada texto tiene un significado singular y será testigo de la evolución de una biblioteca de un lector empedernido. Me dejé cautivar por La pista de hielo, escrito por Roberto Bolaño; El túnel, libro producido por Ernesto Sábato; y finalmente, Leer es resistir, la más reciente obra de Mario Mendoza. Después de protegerme con mis cobijas del anormal frío de Bogotá, y luego de encender una vela que me acompaña en las largas horas de lectura, decidí empezar a leer el texto de Mario Mendoza, Leer es resistir.

El reconocido autor Mario Mendoza, desde muy temprana edad, ha tenido que afrontar situaciones complejas: estar al borde de la muerte con tan solo siete años; ser testigo de la caída de varios de sus colegas; afrontar los altibajos que un artista tiene que sufrir; y, entre muchas problemáticas más que se narran en el libro, ser víctima de un establecimiento que desprecia la imaginación. Sin embargo el arte, el personaje principal de Leer es resistir –que el autor busca representar desde la literatura–, llega a la vida de Mendoza como una especie de héroe salvador que pretende hacerle contrapeso a los problemas del escritor.

Por otro lado, las trescientas páginas del libro están compuestas por múltiples libros que Mendoza invoca no solo para describir su vida, sino también para narrar las tristes vidas de los escritores más importantes de la historia. El autor, pues, utiliza métodos ensayísticos para interpretar la melancólica y lamentable biografía de esos artistas que, irónicamente, nos han brindado entretenimiento, enseñanzas, nuevos mundos y que hasta nos han salvado de la perdición. En Leer es resistir se expone un mundo contemporáneo que estigmatiza personas que solo buscan hacerle bien a la sociedad mediante su disciplina. Mendoza denuncia un sistema que busca destruir un fenómeno único y rebelde: el arte.

De este modo, el autor decide argumentar, desde la relación que existe entre su realidad y sus lecturas, cómo el arte –sobre todo la literatura– es una fuerza emancipadora que logra causar energías positivas a miles de personas que tienen que combatir contra un mundo violento y miserable. La literatura, el cine, la música, la pintura, etcétera, son formas artísticas de resistencia que se oponen a las balas; son, además, expresiones políticas que buscan producir una civilización armoniosa y democrática. El arte, encarnado por la literatura en Leer es resistir, logra la expansión humana del ser humano.

***

<<Lees esto y sigues exactamente igual. Una pérdida absoluta de tiempo: pobreza. Lee libros que te cambien la vida, no que te entretengan>>. Fue este comentario, que leí hace unos días en una publicación de Instagram sobre el lanzamiento de Leer es resistir, el cual me motivó a realizar la presente reseña crítica. Dudo que el que haya hecho esa afirmación lea este texto, pues a duras penas me leen mi familia y mi novia; sin embargo, si usted, querido detractor, lo está leyendo, podría tomarse esta reseña como una contra respuesta a su comentario.

Leer es resistir es un libro que va más allá de una explicación sobre la importancia de leer. El mensaje que pretende dar el autor en su texto es una respuesta a las preguntas que hoy en día nos estamos haciendo en el país: ¿Cuál es el camino para llegar a La Paz? ¿Qué tenemos que hacer para dejar de ser un país violento? Y, finalmente, ¿cómo podemos dejar atrás la polarización? La obra de Mendoza nos permite evidenciar que estamos en un país tanto de funcionarios públicos como civiles que pretenden repartir bala porque sí y porque no; a pesar de esto, el texto permite, también, adentrarnos por unos segundos en una nación dominada por el arte.

Muchos dirán que el arte es un fenómeno que solo permite entretener a las personas, o que simplemente sirve para pasar el rato. Pero, al realizar una lectura detallada de Leer es resistir, se puede descubrir el verdadero mensaje del arte. Es simple descifrarlo, si no que el sistema nos lo ha ocultado desde un principio. Lo contrario a la violencia y a la barbarie es la felicidad y el bienestar; ahora, ¿dónde se puede encontrar esa felicidad y ese bienestar? Probablemente en distintos espacios, pero, sin duda, yo diría que se podrían hallar, fácilmente, en conciertos donde miles de personas cantan hasta quedarse sin voz y lágrimas; en cines donde expectantes se sientan durante dos horas a disfrutar una película; o, por qué no, en los millones de parques, bibliotecas, sillas o camas que reciben a personas con un libro que les cambiará la vida. Eso, señoras y señores, es el arte: la felicidad.

Es de esa forma como el arte, de modo implícito o explícito, ha tratado de transmitir un mensaje político a la sociedad. O más que político, podría decirse, es histórico. Leer es resistir, entonces, tiene como objetivo exhibir al arte como un fenómeno que busca una evolución máxima del humano, en donde este deje de ser un animal violento y primitivo para convertirse en un ser creativo, feliz y, sobre todo, pacífico.

Ojalá que las anécdotas personales de Mario Mendoza –que pueden hacernos comprender la compleja realidad psicológica de los demás individuos–, los libros y los autores invocados en Leer es resistir nos hagan dar cuenta de la verdadera importancia del arte. Estamos a veintitrés días de que se posesione un nuevo gobierno que, supuestamente, le apostará a la cultura y el arte. Por lo tanto, debemos tener esperanzas de que esta vez, por fin, iniciará el camino que tanto ha anhelado la industria artística: un proceso donde encaminamos una evolución que nos lleve a la verdadera civilización.

Juan Pablo Leaño Delgado

Estudiante de Derecho e Historia. Bogotano de 20 años. Miembro del Consejo Editorial del medio de comunicación y opinión de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes: Periódico AlDerecho. Lector.

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.