Terminó quizá la que ha sido la alcaldía más polémica y turbulenta de la historia reciente de Bogotá. Lo que deja el balance de la Bogotá Humana de Gustavo Petro son muchas lecciones aprendidas para todos los sectores: partidos políticos, medios de comunicación y para el mismo Gustavo Petro.
Todo lo bueno, lo malo y lo feo acontecido en la alcaldía de Petro fue generado en gran parte por los partidos políticos, el Partido Verde principalmente, ya que cometió uno de los más grandes errores estratégicos en las recientes campañas políticas en Colombia al permitir que Álvaro Uribe entrara a apoyar la candidatura de Enrique Peñalosa, el gran catalizador del apoyo que Petro obtuvo en las urnas fue la oportunidad de cerrarle el paso a Uribe en Bogotá, por lo que el Partido Verde quedó ante el electorado como el partido de Uribe sabiendo que en las elecciones inmediatamente anteriores había sido el partido que presentó una alternativa diferente al unanimismo Uribista, fue un error tan grande que sus coletazos todavía se sienten y han ido destruyendo poco a poco el apoyo electoral que alguna vez tuvieron.
Los partidos políticos tradicionales no se quedan atrás en su responsabilidad, como nunca antes permitieron que la campaña se atomizara en una baraja demasiado grande de candidatos que nunca unieron sus intereses en pro de la ciudad y quienes siguieron sus campañas hasta el último momento, con la consecuente división de votos que permitió que Petro fuera elegido por un número relativamente pequeño de electores, todo esto para que durante toda la alcaldía esa división de la campaña desapareciera y se convirtiera en una férrea y disciplinada oposición, ya que desde el primer día su única intención fue que pasaran los cuatro años rápidamente.
Y por último el Polo Democrático que mantuvo su testaruda actitud de evadir cualquier tipo de responsabilidad política de la alcaldía de Samuel Moreno, dando a entender que como nunca antes un partido de izquierda se había visto envuelto en un escándalo de corrupción de esas proporciones ellos tenían derecho a individualizar las responsabilidades e implícitamente minimizar lo sucedido porque la corrupción ha sido siempre protagonista de la historia política de Colombia, actitud que siguió incluso después de perder las elecciones y que por orgullo mantuvieron durante la alcaldía de Petro hasta que la matemática electoral los obligó a meterse de nuevo en la misma sábana, por esa razón el haber hecho las paces a la hora de la campaña este año no tuvo ningún efecto en los resultados.
La actitud poco constructiva que tuvieron los medios de comunicación incluso desde antes de que el alcalde Petro se posesionara fue otro de los grandes generadores de conflicto, como nunca antes los medios realizaron un ataque coordinado contra todas las iniciativas del su gestión, por lo que sometieron a Bogotá a vivir una campaña electoral de cuatro años donde cualquier debate o evaluación de los programas de la alcaldía pasaron a un segundo plano ante el único objetivo de sacar del Palacio de Liévano a la izquierda, qué bueno que la misma intensidad la hubieran tenido durante la alcaldía de Samuel Moreno.
Esa campaña mediática quedó completamente en evidencia con el doble rasero que usaron al evaluar lo que se hacía en Medellín respecto a lo que se hacía en Bogotá:
- Mientras alababan el tranvía que hizo Medellín atacaban el proyecto similar presentado por Petro diciendo que no era factible.
- Mientras aplaudían como en Medellín se “construye sobre lo construído” y por eso las obras que diseña un alcalde el otro las ejecuta en Bogotá criticaban los diseños del Metro de la alcaldía de Petro y apoyaron el plan de Enrique Peñalosa de cambiar el diseño del Metro otra vez.
- Criticaron permanentemente el plan de ordenamiento territorial que al final fue rechazado por el concejo, sabiendo que en realidad el POT presentado por Petro en Bogotá es un plan que tiene muchas virtudes y es incluso reconocido internacionalmente, dicho plan en muchos aspectos es similar al que sí fue aprobado en Medellín.
Por esa razón lo más nefasto de esa gran campaña coordinada en contra de la alcaldía de Petro es que dejó en los ciudadanos la idea de que todo lo que Petro ejecutó o planteó fue un desastre, caricaturizar de esa manera el control que ejercen los medios como un asunto de héroes y villanos desinforma al ciudadano a tal punto de que hoy en día la ciudad en su conjunto no tiene un panorama claro de lo que se estaba haciendo mal y de lo que se estaba haciendo bien.
Y por último pero no por eso menos importante está la gran responsabilidad que tiene Gustavo Petro en el balance general de su alcaldía, ejerció el segundo cargo más importante del país con mucha visión pero sin capacidad de ejecución, se dejó meter en un juego de confrontaciones de todo tipo como un perro arrinconado contra un muro y con el tiempo perdió el rumbo y sus objetivos.
Petro como líder tuvo todo tipo de equivocaciones, al no tener una organización política madura que lo respaldara en la gestión nunca pudo tener un gabinete que tuviera continuidad, a pesar de lo endeble del mandato que recibió en las urnas desde el primer día mantuvo una guerra sin cuartel con el concejo, mantuvo su foco en unos pocos temas mediáticos con los cuales tenía contentos a su base y descuidó completamente la gestión integral que se requería para poder atender todo el plan de desarrollo de su gobierno, se dedicó a gerenciar con un ego herido y no con una visión colectiva de trabajo en equipo.
Definitivamente Gustavo Petro debe aprender que su función política no es la de liderar y ejecutar, así como en un equipo de fútbol un volante de contención no se mete a jugar de delantero él debe entender que sus capacidades políticas están en el área legislativa y en la dirección política, ahora quienes creen que después de esta alcaldía Petro está acabado se equivocan, él seguirá siendo uno de los principales protagonistas de la política colombiana porque a pesar de sus conocidos defectos hoy no existe otro político que tenga una visión tan audaz y verdaderamente alternativa sobre la manera de solucionar los problemas de Colombia, ningún otro político se ha atrevido a plantear verdaderas alternativas (así haya fallado materializándolas) a las ya trasnochadas políticas de siempre, junto con Uribe son los dos políticos que han demostrado tener la mayor resiliencia, su gran reto a partir del primero de enero será demostrarnos que tiene la capacidad de reinventarse.
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