Entre el intento y la consumación hay un escalón muy amplio en donde cabe un tratamiento médico. Bogotá debe llamarse la ciudad de los incendios, por donde se mire hay un problema que no se ha resuelto, que no se ha reducido, que tiende a expandirse de forma desproporcionada. El tema importante y siempre silenciado está con las alertas en alza porque tanto en Bogotá como en Colombia, las cifras referentes a suicidios son escandalosas. Solamente en el transcurso de enero a julio se registraron: 19.309 intentos de suicidios en jóvenes entre los 20 a 29 años. Esto tiene una explicación que más adelante expondré. El intento no es un llamado, el intento es un fallo que se puede hacer realidad en cualquier momento, es una bomba de tiempo de la que nadie conoce su segundero.
Todo se deriva del estrés, ansiedad, depresión, trastornos de humor según informó Gloria Díaz concejal de Bogotá y quien le tiene el ojo muy de cerca a este problema. Sin embargo, no basta solo con saber que agobia a los colombianos, sino qué medidas se pueden implementar, hasta dónde se puede ir para salvar una vida atormentada por una mente inquieta que arremete a martillazos sin tregua alguna.
Revisando el boletín mensual de diciembre del 2023 de Medicina Legal y Forense, encontré que 3.145 personas se suicidaron en el mes de mayor alegría. Fueron 2.445 hombres y 700 mujeres que decidieron silenciar su mente para siempre. Sin embargo, el asunto se complica, Bogotá encabeza la lista por ciudad con 419 suicidios, seguido por Medellín con 215 y Cali con 108. Estos números traen consigo un aumento en la edad de los suicidas que está entre 20 a los 39 años. Es decir, se extendió a diez años más a lo relacionado con el primer semestre del mismo año. Más de 1.517.933 personas han sido diagnosticadas con alguna enfermedad mental.
Después de los números que dan escalofríos, pasemos a analizar un poco sobre el porqué de esta situación. En mi calidad como docente Universitario y en mis épocas de docente de colegio comprendí varias cosas que a mí también me golpean constantemente y con fuerza. La primera de ellas es que el desenfreno por tener una vida ejemplar y de admiración para otros nos está llevando a un callejón sin salida. Existe en el aire un detalle que se cuela por nuestras narices y es la obligación de querer agradar y aparentar, nos enseñaron de chiquitos que todo el mundo nos observa y que tienen la libertad de juzgar, señalar, comentar y hasta decidir sobre nosotros. Vivimos con una escopeta en la sien que está apunto de disparar si no seguimos el ritmo desenfrenado de una sociedad desalmada. Esto no se trata de pensar en los menos favorecidos, esta sociedad es desafiante – y no como nos dicen aquellos que juegan a enseñar a vivir o a la mente de “tiburón” – y deshumanizada que se burla del otro, que empodera al que sea, que le da camino al que le interesa, que le brinda armas orales y físicas para minimizar al otro y a cambio, le brinda una satisfacción tonta de ser mejor que los demás, de tener el poder, de ser aplaudidos por otros que sueñan con hacer lo mismo.
La salud mental no es un juego, esto debe ser tan serio como los problemas internacionales, la vida de los artistas, la economía del país y los problemas eternos de este y otros tantos gobiernos. Muchos de mis estudiantes se sentían frustrados por no alcanzar una nota, cosa que no les interesaba en el fondo, sino porque sus padres tomarían represarías. En otro caso, cuando fui profesor de un colegio femenino, me di cuenta que una estudiante no tomaba onces, no almorzaba bien y se esforzaba en el gimnasio para parecerse a su mamá, una rubia de altura mediana y cuerpo perfecto que mediante la frase “puedo prestarte mi ropa si la necesitas” que utilizaba para hacerle entender que estaba gorda, que aún le faltaba esfuerzo.
El trabajo, el Colegio y la Universidad son todo menos los lugares sanos que creemos. El afán de competir, de mostrarse, de ser reconocidos y de encajar nos coloca entre las cuerdas y contamina la mente volviéndola turbia, putrefacta. ¿Por qué la cifra más alta de suicidios lo tienen los hombres? La razón que daré hace parte de las miles que existen. La carga que hay sobre la figura masculina no es algo que haya disminuido en ningún momento. La exigencia a tener cierto tipo de pensamientos, acciones, expresiones y adquisiciones nos lleva a entrar a un serial de conflictos. Por ejemplo, no todos los hombres se sienten mal por no tener una familia, sin embargo, la idea de dejar herederos, de mantener el apellido, de tener quien siga los pasos, carga después de los 32 años. El poder del dinero o el reconocimiento laboral es muy fuerte, ya que, por el mismo asunto machista, se espera que sea más efectivo que las mujeres. El problema económico es violento, porque se sigue manteniendo el viejo dicho de que todo hombre debe gastar y mantener una calidad de vida que sobrepasa la realidad. El ser aceptado por el mismo sexo es tan importante como ser recibido por el sexo contrario. Existen actividades que pueden ser reemplazadas por otras para ser respetados, por ejemplo: no juego al fútbol, pero hago motocross. No consumo alcohol, pero soy atleta o artista. No tengo dinero, pero puedo ser admirado por mi “suerte” con las mujeres. Si soy gordo debo permitir comentarios y burlas.
La salud mental es tan silenciosa como el cáncer o un problema coronario. La salud mental debe imponerse y de seguro se ajustarán muchos problemas sociales.
Esquirla: No existe perdón alguno para los que abandonan o violentan a los animales. Esta es una patología mental que debe ser atendida.
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