“Hay que recortar el gasto del Estado que cobrando más impuestos, los políticos, se dan la gran vida mientras los individuos que no viven del Estado sino de su esfuerzo pasan grandes y graves necesidades.”
El país vive una de sus situaciones económicas más difíciles del siglo XXI porque su crecimiento productivo es bajo, la inflación es la más alta de la región después de Venezuela y Argentina (pero estos casos son atípicos y tienen otras connotaciones), el desempleo aumentó en enero de la presente anualidad, las inversiones caen, en suma, Colombia camina hacia una crisis profunda en términos económicos que repercutirá en costos sociales.
Desde la Constitución de 1991, el Estado colombiano se encarga casi de todas las áreas posibles que puede controlar, esto es, educación, salud, cultura, seguridad, infraestructura, y muchas cosas más. Esto tiene como resultado que el Estado tiene que gastar – no invertir – más de lo que debería. Así las cosas, la ineficiencia de este hace que recurra a mecanismos que perjudican a la gente, es decir, al cobro de más impuestos o a endeudarse perjudicando a las futuras generaciones.
El actual gobierno no se da cuenta de esta situación o sabe que existe y recurre a medidas contraproducentes. Se han creado nuevos ministerios, embajadas y cargos burocráticos que requieren recursos para financiarlos que sumados a los gastos ya establecidos generan una presión increíble en el presupuesto nacional que obliga, en términos tributarios, al cobro de más impuestos y más contribuciones.
Debido a esta situación ha crecido el Déficit Fiscal – el Estado gasta más de lo que le ingresa – que es un grave problema para un país. Sin embargo, la solución de todo político es equivocada y casi siempre se ha hecho de esa manera. Es decir, para bajar el déficit fiscal, los políticos les parten las piernas a los ciudadanos creando y aumentando impuestos.
Para eso se crean las famosas “reformas tributarias” que no son otra cosa que la legalización del robo y la herramienta por la cual los políticos le sacan plata a los individuos, no para reducir el déficit fiscal, sino para financiar los deseos y pretensiones particulares.
En Colombia se debe pensar en dos reformas estructurales si se quiere salir del atolladero en que vivimos. Y no es una reforma pensional, ni de salud, ni laboral, ni nada de eso, las cosas importantes y graves se tienen que solucionar con cosas radicales, drásticas y eficientes.
La primera reforma que se debería hacer es una Reforma Fiscal y el principal elemento es REDUCIR drásticamente y en el menor tiempo posible el gasto público tan exagerado que tiene el Estado colombiano. Se deben eliminar muchos ministerios que no sirven para nada y fusionar otros así reducimos carga burocrática. Con una reforma fiscal de esa naturaleza ahorramos miles de millones de pesos. Es imperativo para reducir el Déficit Fiscal, reducir el gasto público, no es cobrando más impuestos y afectando a la señora que sale a las cuatro de la mañana a trabajar a una empresa o al señor que abre su negocio a las cinco y media de la mañana para poder vender sus productos a los niños que van para el colegio.
Hay que recortar el gasto del Estado que cobrando más impuestos, los políticos, se dan la gran vida mientras los individuos que no viven del Estado sino de su esfuerzo pasan grandes y graves necesidades.
La otra reforma, esa sí más estructural, es una reforma tributaria. Las reformas tributarias que se han hecho en Colombia durante toda la vida han sido para meterle la mano en el bolsillo al individuo trabajador. Esas han sido las reformas de los que le hacen creer a los demás que “trabajan” en el Estado para mejorar la calidad de vida de las personas y hacen todo lo contrario.
Así que, después de una reforma fiscal drástica se tiene que hacer una reforma tributaria estructural y radical, esto es, una reforma tributaria que le sirva al país será aquella que ELIMINE y REDUZCA muchos impuestos. La gente debe poder gastar el dinero que gane trabajando en lo que ellos quieran y que no tengan que pensar de cuando en cuando en pagarle – obligadamente – al Estado impuestos.
A las personas que trabajan en serio, no a los inútiles que están en el Estado, no les interesa que les hablen de economía, finanzas, leyes, etc., lo que les interesa es trabajar, que nadie los moleste y que el Estado no les quite el dinero que con el sudor de sus frentes lo ganan.
Las cosas en Colombia siempre se hacen al revés, todo para los burócratas y nada para el trabajador. Si entendieran que sin el trabajo de aquella persona que madruga a abrir su negocio les están pagando el salario serian un poco más humanos y dejarían de lado ese pensamiento de envidia y empobrecimiento.
Si en Colombia se quiere solucionar un problema de la economía se tiene que reducir el gasto público y dejar de cobrar impuestos y crear otros para financiar gastos de políticos empobrecedores.
Los colombianos queremos trabajar para construir nuestro futuro, no trabajar para que unos burócratas, buenos para nada, se den la gran vida a costa del sufrimiento de quien si trabaja de verdad.
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