“¿Por qué esta magnífica tecnología científica, que ahorra trabajo y nos hace la vida más fácil nos aporta tan poca felicidad? La respuesta es esta, simplemente: porque aún no hemos aprendido a usarla con tino”
La influencia de los dispositivos tecnológicos y las trasformaciones que estos propician dentro de las prácticas cotidianas no son temas que carezcan de un profundo análisis dentro de la comunidad académica. Por el contrario, múltiples investigadores han dedicado gran parte de su trayectoria a estudiar este fenómeno, indispensable para comprender los nuevos mecanismos de subjetivación humana. Uno de los principales representantes de esta corriente filosófica, que en muchos casos se fragmenta y adhiere a otras ramas del conocimiento como la antropología, la historia y la biología, es el filósofo francés Bernard Stiegler, cuyo análisis de la técnica como “farmacón” (Pharmakon) resulta fundamental para el desarrollo de los argumentos que aquí presento.
Stiegler afirma que resulta insulso abordar el debate sobre la tecnología desde una perspectiva maniqueísta. Por el contrario, propone reconocer en esta un carácter farmacológico, es decir, con capacidad para curar e intoxicar según el uso que se le confiera (Osorio y Castillo, 2018, 8). Esto resulta especialmente interesante si se entiende que, para el filósofo, la efectiva vinculación del sujeto con el mundo social en nuestros días está profundamente mediada por una relación sana con la tecnología.
Ante este panorama surge, entonces, el interrogante sobre la manera en que influye este “farmacón” en la construcción de sujetos individuales y colectivos. Para intentar dar una respuesta acertada, resulta ineludible la tarea de adentrarse en el funcionamiento de estas aplicaciones: Lo primero que hace un usuario al ingresar a estas es crear una identidad, un yo a través del cual se presentará ante la comunidad virtual. Para esto, los usuarios “disponen de un conjunto limitado de recursos semióticos: fotografías y texto (…) en el que el ‘yo’ real será inferido a partir de recursos visuales y lingüísticos” (Moreno, 2019, 86). Esta priorización de la imagen produce una fetichización de la misma que, a su vez, deriva en una fetichización del yo, proceso que genera la creación de un mercado virtual, en el cual los usuarios “piensan en términos de vender imagen, hecho que va consolidando al cuerpo como una mercancía exhibible, consumible, abierta, ofertada, disponible que tiene lugar en la red” (Ramírez y Anzaldúa, 2014, 181). No resultará aventurado afirmar que en este caso el farmacón –bajo la forma de red social- cumple la tóxica función de evitar que se produzca una apropiada relación entre el sujeto y el medio y limitarlo a cumplir el papel de mercancía.
Por otra parte, es bien sabido que, si bien algunas redes ofrecen la oportunidad de mantener la información personal privada –o reservada para determinado número de personas– el factor común en este tipo de plataformas es el de la “exposición” de la información. Precisamente, una de las principales dinámicas de estos aplicativos es la difuminación de la línea entre lo público y lo privado. En ese sentido, la socióloga Eva Illouz identifica, de manera acertada, la forma en que las redes sociales –y la internet, en general– afectan los procesos de subjetivación individual e interiorización del yo, pues “[hacen] que el yo privado se vuelva visible y que se despliegue públicamente ante una audiencia abstracta y anónima que, sin embargo, no es un público (…) sino más bien un conjunto de yo privados” (Illouz, 2007, 169-170).
Mercantilización del yo y difuminación de las esferas pública y privada son dos de las consecuencias que, como se ha visto, resultan de una relación tóxica con las redes sociales. En una segunda parte se evaluará la dimensión sexual de esta problemática y se presentará, a modo de conclusión, una propuesta para que nuestra relación con ese farmacón resulte en feliz término. Hasta entonces.
Referencias
Osorio García, S. N. y Castillo Muños, A. A. (2018) La técnica es farmacón: Crea, individualiza, des-individualiza y proletariza al individuo. Visión de Bernard Stiegler. Revista Brasileira de Bioética, 14 (4), 1-20.
Moreno Barreneche, S. (2019). La estilización el yo en redes sociales: la proyección online de la identidad personal como artificio semiótico. DeSignis: Publicación de la Federación Latinoamericana de Semiótica (FELS), 30, 77-90.
Ramírez Grajeda, B. y Anzaldúa Arce, R. E. (2014). Subjetividad y socialización en la era digital, Argumentos, 27 (76), 171-189.
Illouz, E. (2007) Intimidades congeladas. Las emociones en el capitalismo. Katz.
Comentar