Las primiparadas de la IA

“En un mundo acostumbrado a lo instantáneo, en el que se valora acortar caminos y, además, totalmente desfamiliarizado con la ironía, será muy difícil que se produzca y se valore una expresión humana”


Todos los días encontramos nuevas opiniones, temores y esperanza sobre lo que la inteligencia artificial está generando y cómo puede cambiar la forma en que trabajamos y nos relacionamos.

He llegado a pensar en el último tiempo que los temores y criticas desmedidas de muchas personas son generalmente infundadas y carecen de un conocimiento profundo de estas herramientas. Hemos oído que la inteligencia artificial nos va a quitar los trabajos, que está aislando a los jóvenes lo cual los lleva a deprimirse y que estamos invocando a agentes más inteligentes que los seres humanos y que terminarán eliminando nuestra capacidad de tomar decisiones.

Contrariamente, he leído algunos artículos donde explican que la inteligencia artificial puede ser una tecnología ordinaria y normal, todos basados principalmente en la investigación publicada en abril de este año por dos investigadores de Princeton, Arvind Narayanan y Sayash Kapoor, titulada “A.I. as Normal Technology”. La investigación concluye que no debemos tratar a la inteligencia artificial como una especie separada o una entidad potencialmente superinteligente, sino más bien como una herramienta que podemos y podremos seguir contralando, sin necesidad de regulaciones drásticas.

Parecer ser que en el foco público la inteligencia artificial dejará entonces de ser una amenaza como las armas nucleares o el calentamiento global. Cambiará la forma en que trabajamos, sí. Será revolucionaria, pero no de forma distinta a como lo fue la imprenta, las vías de tren o el internet. No estamos frente a la causal de extinción de nuestra especie.

Creo que todos los que tenemos trabajos de oficina nos hemos percatado de los errores comunes y a veces muy graves que comete la inteligencia artificial. En el mundo jurídico, por ejemplo, vemos que muchas veces – aun teniendo las fuentes pertinentes y prompts depurados – produce textos bien escritos, pero con imprecisiones en el fondo, errores que generalmente cometería un estudiante o un abogado recién graduado. Abogados en varios países se han llevado regaños y sanciones importantes de los jueces por citar normas o precedentes judiciales inexistentes, como consecuencia de creerle a la inteligencia artificial sin verificar antes de usarlos. Fueron víctimas de las primiparadas de la inteligencia artificial. Una señal más de que esta tecnología, por lo menos por ahora, necesita vigilancia humana si se quiere usar correctamente.

Seguramente el mundo laboral seguirá cambiando como consecuencia de estas herramientas, pero está muy lejos de desaparecer y, de hecho, es probable que vuelva mucho más amenas varias funciones de los empleados.

Con más riesgo veo al mundo artístico. En un mundo acostumbrado a lo instantáneo, en el que se valora acortar caminos y, además, totalmente desfamiliarizado con la ironía, será muy difícil que se produzca y se valore una expresión humana. En el afán de vivir más haciendo uso de estas herramientas, estamos en realidad viviendo menos, perdiéndonos de todo lo que implica atravesar el camino de la invención o el aprendizaje de algo.

Se está moldeando un nuevo mundo. No necesariamente uno mejor. Pero estamos llegando a un consenso de que la inteligencia artificial no va a ser lo que extinga a nuestra especie.

Pablo Güete Álvarez

Abogado con énfasis en Derecho Comercial Internacional de la Pontificia Universidad Javeriana. Tiene un Master en Gobierno y Administración Pública de la Universidad Complutense de Madrid. Ha trabajado como abogado litigante en firmas internacionales.

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.