Las redes sociales no perdonan, se han vuelto el medio por el cual se hace control social a las actuaciones de los gobernantes; y creo firmemente en que esto ha fortalecido el empoderamiento de la gente con lo público.
Hace más de una década enterarse de la manera cómo se adjudicaban contratos públicos, era una labor compleja y de mucha dedicación investigativa. Hoy basta con ingresar a los portales de contratación para hacerle seguimiento a los entes territoriales.
El control social a través de la exposición en redes sociales, terminó siendo más efectivo, que mecanismos políticos como la moción de censura, puesto que en el congreso en lo que va corrido de estas legislaturas, ninguna ha podido prosperar. Nos quedó claro con el caso de la ex ministra de las TICS, que cuando no se tienen los votos asegurados en el congreso (para tumbar la censura), el Gobierno soluciona con la renuncia anticipada del funcionario.
Por estos días, ha sido objeto de criticas por todos los medios, un contrato sobre una especie de subvenir del gobierno Duque, un contrato para la producción de unas monedas protocolarias bañadas en oro de 24 quilates, por valor de poco más de $48 millones de pesos. Un contrato que va en contra de la austeridad de la que tanto ha hablado el presidente durante estos últimos años.
En realidad, creo que ese valor del contrato es un valor ínfimo, comparado con los grandes contratos adjudicados a dedo, y con los recursos que nunca se devuelven del erario. Los que simplemente desaparecen en cuan cantidad de carteles pueden existir en este país.
Sin embargo, es necesario debatir sobre las insistencias de los gobiernos en financiar sus vanidades. El ejemplo de las monedas de Duque, es solo una de la muestra de necesidad de los gobiernos por financiar sus vanidades, pasando por encima de las verdaderas prioridades.
En mi ejercicio desde lo público jamás he sido partidario de la opulencia en la administración pública, los territorios tienen necesidades infinitas y la administración tiene recursos finitos, no es un buen mensaje a la sociedad que pueden dar los gobernantes que les interesa más en preocuparse por dejar su nombre impreso, que legitimar sus políticas con el hacer.
Soy un convencido que las administraciones pasan, pero los territorios quedan, si un gobernante quiere ser recordado de buena manera, no lo debe ser por su publicidad, sino por sus acciones para atender los problemas públicos.
Gobernar es priorizar, por eso me pregunto ¿Cuáles son las prioridades de los gobiernos tanto en el orden territorial como nacional en Colombia? ¿hay compromiso real con la austeridad?
En mi período como concejal -2016-2019- veía como pasaban proyectos de acuerdo y acuerdos municipales día tras día, pero muy pocos a mi criterio tenían una intención propositiva y de factibilidad. Durante tres años estudié y presenté el proyecto de Acuerdo Municipal que más le ha aportado a la austeridad del gasto en la ciudad en los últimos años. Alrededor de 40 mil millones de pesos ahorrarán en Medellín año tras año aproximadamente, con la prohibición de marcas de gobiernos de turno que solían ser financiadas con dineros públicos sólo con la intención de posicionar su propia marca política acrecentando su vanidad.
En Medellín no se verán más slogans de gobernantes en la publicidad institucional, queda en el pasado, la vieja costumbre de tener con cada nuevo alcalde, la necesidad de desechar todo aquello que tuviera relación al gobierno anterior, uniformes, utensilios, papelería, etc.
¿Para cuándo un gobierno nacional se va a comprometer en realidad con la austeridad en el gasto? ¿Cuándo el congreso va a tomar responsabilidad de prohibir el derroche en la publicidad institucional? Medellín fue precursora en esta iniciativa, seguida luego por Bogotá y Bucaramanga, y ojalá haya cada vez más ciudades en el país que se sumen a estas buenas prácticas en la gestión pública.
No confío en esos gobiernos donde hay más farándula que otra cosa, la mejor publicidad son las buenas acciones. Las vanidades de los gobernantes jamás pueden estar por encima de las necesidades de los ciudadanos.
Muy buen artículo reflexivo. Esperemos no volver a caer en el error.