Las EPM deben ser revisadas

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Las EPM fueron una empresa pública que prosperó e hizo prosperar al municipio de Medellín y a sus alrededores mediante la prestación de servicios de calidad a precios moderados. Energía eléctrica y gas natural domiciliario, Acueducto y alcantarillado, Telefonía fija y algunos otros servicios de telecomunicaciones. El avance en cobertura y calidad fue notable y así los hogares y las empresas vieron satisfechas sus necesidades. El recurso humano calificado y una administración tecnócrata, en buena medida alejada de los vaivenes políticos y de las veleidades del poder, lograron una prosperidad francamente notable.

Por supuesto, eso lo financiaron los ciudadanos (dueños) mediante el pago de las facturas correspondientes, mes a mes, con una disciplina también sobresaliente en el ámbito nacional.

Buenos servicios, buena administración y comunidad “buena Paga”

conformaron un círculo virtuoso.

Todo no fue color de rosa, aún recuerdo manifestaciones y quemas de facturas y esfuerzos de Las Empresas por resolver el descontento y de la comunidad reclamando atención y menores tarifas.

Pero en general las cosas marcharon bien y como ya lo dije hubo prosperidad y bienestar social.

Desde el punto de vista financiero, se guardaba un equilibrio entre la operación y mantenimiento, la expansión y los ingresos. Se trataba de buscar una cobertura cercana a la totalidad en el área de influencia, Medellín y municipios del Valle de Aburrá principalmente, lo cual se logró en buena medida.

La Empresa se convirtió en un ejemplo a nivel nacional. Hubo otras buenas empresas, pero EPM era sin duda líder en muchos aspectos.

Además, La Empresa generaba excedentes que se transferían y se transfieren aún al municipio. De este modo la eficiencia de la empresa también retornaba a los ciudadanos por la vía del gasto público, y la inversión pública, del municipio de Medellín.

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De pronto, aunque por supuesto fue un proceso de años, nos encontramos con una empresa enorme.

Incursionó en telefonía en Bogotá, en Pereira, en larga distancia (Orbitel), en telefonía móvil (OLA), en internet… todo esto de telecomunicaciones luego en UNE escindida de EPM y luego (hoy) en TIGO-UNE fusión de EPM y Millicom con el control de ésta última.

En Energía incursionó en otros mercados de distribución, toda Antioquia (compra de EADE en el 2007), Santanderes, Quindío y Caldas. Y en comercialización en el mercado nacional de clientes no regulados. Y más recientemente en un gran proyecto de generación eléctrica (la megaobra de Hidroituango).

En aguas, Rionegro, El Retiro, Urabá (Carepa, Mutatá, Turbo, Chigorodó y Apartadó), Malambo (Atlántico), Belén de Bajirá (Chocó), Santa Fé de Antioquia, San Jerónimo, Sopetrán y Olaya.

En Gas natural buena parte de Antioquia.

Además, en negocios en México (TICSA Plantas de tratamiento de aguas residuales), Chile (Los Cururos (energía eólica) (luego vendido) y aguas de Antofagasta), Panamá (Bonyic) (generación), Salvador (distribución), Guatemala (distribución).

Y ahora el gran compromiso en distribución de energía con la compra de una parte de Electricaribe (Córdoba, Bolívar, Sucre).

De otro lado, vendió su participación en ISAGEN. Todo esto, entre otros negocios.

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Pueden entonces distinguirse dos etapas, las EPM expandiendo y prestando los servicios públicos domiciliarios en el ámbito local para el desarrollo y el bienestar de la región, y las EPM desbordando el ámbito local e incluso nacional para generar excedentes que apalanquen su crecimiento (¿indefinido?), y por supuesto, en ambos casos, generando recursos para el Municipio de Medellín.

La primera podía, incluso por su tamaño, ser monitoreada y controlada y su información se hacía pública con relativa facilidad, “fácilmente” se constataba su crecimiento en cobertura de los servicios en su área de influencia local y su situación financiera y de tarifas.

La actual, por su tamaño y la diversidad y complejidad de los negocios en que actúa, es prácticamente inescrutable y sólo uno que otro se atreve a velar desde afuera por un control de su actividad, a mi entender con bastante coraje y poco éxito.

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¿Cuál ha sido el resultado y cuáles son las expectativas de todos y cada uno de esos negocios?, ¿quién controla esta enorme entidad?, ¿quién decide su norte?, ¿quién responde por sus resultados?.

Los gobiernos de turno, incluido el gerente, hacen de las suyas (que pueden ser buenas) y los ciudadanos nos limitamos a pagar las facturas. Los funcionarios y sindicatos no son los llamados, motu proprio, a encarar esos temas. Con demasiada frecuencia La Junta Directiva y las Contralorías y no pocas veces el Concejo de Medellín son de bolsillo. Nadie rinde cuentas a los ciudadanos que somos los “dueños”. Y por si fuera poco hay un sambenito de la información estratégica que ni siquiera los concejales pueden superar.

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Se habla de cuantiosas pérdidas en Antofagasta, en Los Cururos, en Bonyic, en UNE-TIGO, en Hidroituango…

Sin discutir la posible eficiencia de la empresa, es del caso presumir que su solvencia sigue obedeciendo en gran medida a su condición de monopolio en buena parte de sus actividades y principalmente en el mercado del Valle de Aburrá.

En telecomunicaciones eso es pasado y hoy debe develarse el lío de la sociedad con Millicom, ¿qué hace EPM allí?, ¿qué resultados tiene?, ¿qué proyección de futuro?, no es asunto de poca monta y responsabilidad. Se demora inexplicablemente un debate sobre este tema.

Y en los demás negocios, ¿nos estamos beneficiando los dueños, ciudadanos de Medellín, de dichos negocios?, ¿estamos subsidiando las pérdidas en otros mercados?, ¿se está arriesgando exageradamente el patrimonio de la comunidad?, o ¿es sensato correr esos riesgos?.

¿Qué queremos?, ¿seguir como vamos?, ¿cambiar el rumbo?, ¿hacia dónde?

¿Quién gobierna?, ¿Quién controla?

¿Crecer por crecer?, ¿a qué costo?, ¿a qué riesgo?

Por lo anotado, se concluye que es preciso revisar la misión y el esquema de gobierno y de control de las EPM. Sin presupuestos, a fondo.

Se requiere una comisión de expertos, con participación de la academia, de reconocida ética e independencia. El asunto lo amerita, con creces.

Rodrigo Uribe

Economista. Ex-funcionario de EPM.

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  • Muy oportuna su preocupación por vigilar una empresa que ha sido un referente de nuestra comunidad, y que las manos negras se quieren robar