Lágrimas desiguales: La disparidad en la atención entre ricos y pobres

” ¿Cuántas tragedias cotidianas en barrios marginados reciben la atención que se le da a la muerte de un famoso?”


En la sociedad contemporánea, somos testigos de una desconcertante dicotomía: la muerte del ciudadano común pasa desapercibida, mientras que la muerte de los ricos y famosos paraliza a la sociedad entera. Esta disparidad en la reacción ante la muerte revela una profunda desigualdad y una deshumanización inherente en el sistema capitalista en el que vivimos.

Vivimos en una era donde el valor de una vida humana está grotescamente medido por su riqueza, fama y poder. Los medios de comunicación, controlados por conglomerados corporativos, juegan un papel crucial en este fenómeno. Cuando un millonario o una celebridad mueren, las noticias se inundan con homenajes, documentales y una interminable cobertura mediática. La sociedad, condicionada por este bombardeo de información, se detiene para lamentar la pérdida de estas figuras prominentes, mientras que la muerte de un trabajador, de un campesino, o de cualquier persona de a pie, es apenas un dato estadístico.

Esto no es una casualidad, sino un síntoma del capitalismo desmedido que prioriza la acumulación de capital y la exaltación de figuras que representan el éxito material. Este sistema ha convertido a los individuos en mercancías cuyo valor se mide por su capacidad de generar ganancias o captar la atención masiva. Así, la muerte de aquellos que no encajan en este molde simplemente no merece ser lamentada.

La ideología dominante ha deshumanizado a la clase trabajadora al punto de hacerla invisible. ¿Cuántas muertes de jornaleros explotados por el agro negocio son reportadas con la misma intensidad que la de un magnate? ¿Cuántas tragedias cotidianas en barrios marginados reciben la atención que se le da a la muerte de un deportista famoso? La respuesta es evidente y dolorosa: ninguna. Este desprecio por la vida del ciudadano común es una extensión del desprecio que el capitalismo tiene por aquellos que no contribuyen significativamente a la economía de mercado.

Es hora de cambiar la narrativa establecida. Debemos luchar por una sociedad donde cada vida tenga un valor intrínseco igualitario, donde la pérdida de un obrero sea tan trascendental como la de un magnate, donde los desfavorecidos no sean olvidados.

Solo en una sociedad justa y equitativa, podemos garantizar que cada pérdida humana sea sentida profundamente y honrada debidamente, tenemos la obligación de alzar nuestras voces contra esta desigualdad y trabajar incansablemente por un mundo donde la vida y la muerte de todos sean igualmente valoradas y respetadas.

La revolución también es cultural y moral. Es hora de cambiar el sistema que deshumaniza y desprecia a la mayoría, y de construir una nueva sociedad que realmente valore la vida de cada uno de sus miembros. La muerte no distingue clases sociales, y nuestra respuesta a ella tampoco debería hacerlo.


Todas las columnas del autor en este enlace: Juan Esteban Martinez Taborda

 

Juan Esteban Martinez

Soy Juan Esteban Martínez, un joven de 18 años que ama este país más que nadie, que cree que desde el activismo se puede generar conciencia y pensamiento crítico en este país, soy excandidato al concejo de Medellín, estudió Ciencia Política en la Universidad de Medellín y creo que este país puede llegar a vivir en paz e igualdad.

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.