Tal vez aún no dimensionamos el mensaje tan potente que significa que un desmovilizado y una lideresa social afro sean presidentes de un país en donde por décadas ha imperado la visión, muchas veces estigmatizante, de unos contra otros. Fue muy emotivo ver allí, por primera vez en un discurso presidencial, la foto de Dilan alzándose en tarima con su madre. Es un momento en el que, como nunca antes, las víctimas, los indígenas, los campesinos, los afro y millones más pueden ahora ser realmente escuchados. Y aunque estoy emocionado por ese cambio de contexto político, es una realidad que hoy Petro tiene tal vez el reto más grande y necesario de todos los tiempos: mostrarle a la otra mitad del país, preocupada y temerosa de lo diferente, que no necesariamente un cambio de Gobierno implica erradicar todo lo bueno que tiene este país, sino incluso poder potenciarlo.
Realmente nunca me he considerado una persona de extremos ni fanático y, de hecho, quienes decidimos darle nuestro voto de confianza a Petro en la segunda vuelta lo hicimos con muchas dudas en la cabeza. Esto, ya que una cosa es hacer política y otra muy diferente es hacer política pública. Petro no puede olvidar que Colombia es un país muy pobre y escaso de recursos y que hacer promesas vacías sobre (por ejemplo) una educación gratuita para todos es, aunque muy deseable y utópico, realmente imposible en un país como éste (al menos en muchas décadas). Petro tampoco puede olvidar, por ejemplo, que según muchos estudios el éxito de un programa social depende de su focalización y capacidad, y que por tanto generar nuevos subsidios sin mayor rigurosidad (y sin organizar los ya existentes) puede conllevar a que familias de altos estratos reciban ayudas que no deberían recibir, entre muchos otros problemas.
Además, tampoco podemos olvidarnos de los enormes cambios que hay que hacer en materia tributaria. Petro debe impulsar una reforma que sea justa, pero también inteligente. Que busque una justicia tributaria y redistributiva sin ahuyentar la inversión y los mercados. Se necesitan recortes de burocracia, un cambio en la renta, en el IVA, en la riqueza y potenciar las economías verdes; pero también se debe tener mucho cuidado con el micro y pequeño empresario que impulsa más de la mitad del empleo formal del país, con la gran empresa que mueve buena parte de la economía, y así. No podemos olvidarnos que Colombia tiene la moneda más devaluada de Latinoamérica y que anualmente nos estamos gastando más recursos pagando la deuda que invirtiendo en la gente; por lo que Petro debe tener todo en cuenta para tomar las decisiones que considere necesarias tomar.
Lo mismo con la transición hacia las economías verdes y agrarias. Necesitamos más tierra produciendo y exportando, necesitamos más dignidad para el campesino y más inversión para sus tierras; necesitamos más impulso de las energías renovables. Pero también, por obvias razones, necesitamos la inversión y el recurso económico que nos genera (por ejemplo) tener un proyecto como Hidroituango, puesto que incluso sin ese recurso no se podrían cumplir varias de sus propuestas. Todo es un balance y un equilibrio, y a medida que Petro comience su mandato deberá ir aplicando ese balance a todas sus propuestas.
A pesar de todas esas dudas, creo que debe haber un llamado a la calma, la tranquilidad y a la unión del país. Después de todo, es indudable que el clamor de la gente es vivir este cambio y que el país necesita un respiro de muchas cosas que vienen de atrás. Ahora, por supuesto, Petro tiene entonces el enorme de reto de dejar en buenos términos un Gobierno del cual por décadas se ha especulado mucho y se ha vendido miedo; del cual hoy quedan muchas heridas por sanar de un conflicto armado, sobre todo para aquéllos víctimas de las guerrillas; y del cual existen muchos temores (fundados o no) frente a lo que puede suceder.
Hoy entonces es necesario recordar que somos nosotros, la ciudadanía activa que ha salido a las calles, que ha opinado críticamente y que ha puesto su esfuerzo para darle progreso a las comunidades; quienes debemos ahora esperar pacientemente y evaluar el desempeño del primer Gobierno que plantea una política diferente en muchos aspectos. De un Gobierno que debe ser la voz de los que nunca pudieron hablar, pero que también debe ser riguroso, inteligente y darle tranquilidad a esa otra gran mitad del país expectante.
Comentar