“Es hora de mirar a la infancia a los ojos, de ponernos a su altura ante el reto que representa garantizar que crezcan en un mundo en paz” Tanya Chapuisat.
¿Está errando la familia, el Estado y la sociedad en defender y proteger los derechos de los niños, niñas y adolescentes en Colombia? ¿Qué medidas han adoptado los tres responsables constitucionales y legales para garantizar la escucha, el cuidado y la protección de la infancia y adolescencia del país? ¿Qué tan difícil es para el Estado y la familia encontrar el equilibrio para salvaguardar la voz de quienes no son escuchados? ¿Cuáles serán los desafíos y retos que deberán asumir la infancia y adolescencia colombiana en el porvenir de los siglos?
El 20 de noviembre de 1989, la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) adopto la Convención de los Derechos del Niño, donde todos los lideres políticos se reunieron y asumieron un compromiso de proteger y hacer valer los derechos de quienes tienen voz como sujetos de derechos que son, pero que por razones de falta de reconocimiento, desigualdad, discriminación y estereotipos no la reconocen; al contrario, la violencia infantil en Colombia se ha convertido en un monstruo imparable, desafiante e incapaz de hacerle frente.
El Estado colombiano, ha quedado corto ante las cifras alarmantes, según el Instituto Nacional de Medicina Legal, solo en el último año se han registrado más de 19 mil casos de abusos sexual contra menores de edad, es decir más de 50 por día, el mayor porcentaje corresponde al grupo de 12 a 17 años, con 10.713 casos (55.86%), seguido por el grupo de 6 a 11 años, con 6113 (31.88%). Constatando así, la ineficiencia por parte del Estado de proteger y amparar los derechos de los niños, niñas y adolescentes en el territorio colombiano.
Es el momento oportuno para que los responsables constitucionales y legales asuma con fundamento y seriedad, garantizar los derechos de los niños, niñas y adolescentes para que crezcan en paz, en ambientes libres y dignos que promuevan la igualdad de oportunidades para que logren alcanzar todo su potencial.
Todos los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a la vida y a la supervivencia, a la educación, la salud, la protección contra la violencia y el abuso, la libertad de expresión, participación e inclusión, la igualdad y no discriminación, la privacidad y la confiabilidad, a crecer en ambientes sanos y protectores; todos y cada uno de estos derechos son conocido ante la familia, la sociedad y el Estado, pero a su vez incapaces de ser reconocidos tales y como son. Velar por el cumplimiento de cada uno de ellos se ha convertido en un verdadero desafío.
La Ley 1098 de 2006, también conocida como el Código de la Infancia y la Adolescencia, establece la protección integral de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, al igual que están contemplados en la Carta Magna (Constitución Política de Colombia de 1991). No obstante, la tarea de garantizar todos y cada uno de los derechos admitidos en las leyes colombianas ha sido una misión imposible de alcanzar y cumplir.
Es hora que la infancia y adolescencia del país sea una prioridad para la familia, el Estado y la sociedad y deje de ser un asunto que solo consiga espectadores, connotaciones e importancia ante los graves casos de vulneración, abuso y maltrato que los medios de comunicación publican y que las redes sociales se encargan de viralizar; más allá de una pantalla y de un papel, esta la responsabilidad y corresponsabilidad de ser garantes de derechos de aquellos que tienen voz, esa voz que pide a gritos ser escuchada, defendida y protegida.
Tanya Chapuisat (Representante de Unicef en Colombia) expresó: es hora de mirar a la infancia a los ojos, de ponernos a su altura ante el reto que representa garantizar que crezcan en un mundo en paz. Los derechos de la infancia, no se nos olvide, también son derechos humanos.
El futuro de Colombia depende de múltiples variables, pero si hay una indudable es la de su infancia y adolescencia; es el momento de pedirles perdón por todo el daño causado, es hora de pedirles perdón por las tantas veces que se ha incumplido el contrato firmado de proteger, defender y salvaguardar sus derechos.
Colombia, este es el momento de defender y proteger la voz de la infancia y adolescencia.
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