La Vieja Mello: el pretexto de los politiqueros guajiros

Luis Alonso Colmenares Rodríguez

#LaOpinionDeColmenares.

¡Caramba! La tradicional clase política de La Guajira no tiene límites para nada, y para lograr sus propósitos, como dicen de manera coloquial, se pega hasta de un avión fallando, ni siquiera para respetar la fe de la gente.

Los politiqueros de siempre son felices con el poder, la abundancia y la saciedad; no les importa gastarse hasta el último peso con tal de brindar comida, licor y música a todo el que se aparezca, porque hay que hacerle creer a la gente que las cosas andan bien. Es la oportunidad para promocionar sus campañas políticas y mejorar su imagen pública como si fueran los salvadores.

Esa es la razón por la que ahora andan como locos, invitando a todo el que encuentren, y organizando reuniones para aparentar el poder, con ocasión de las fiestas del 2 de febrero, en la que se renueva la tradición de los feligreses riohacheros con la celebración del milagro de la Virgen de los Remedios: la Vieja Mello como cariñosamente le llaman sus devotos; en acción de gracias por haber salvado a los riohacheros en el siglo diecisiete de la destrucción, cuando el mar amenazaba la ciudad por una fuerte tempestad.

Con los años se ha vuelto costumbre que es el día predilecto de los políticos para visitar la ciudad, pero no precisamente los devotos de la Vieja Mello, sino los que llegan a buscar votos haciendo sus componendas políticas; todo mundo los ve el día de la misa pulcramente vestidos, sin una arruga, estrenando de todo para impresionar.

Y la celebración de la fe se ha convertido es en un desfile de modas y demostración de poder político y económico con escoltas de toda clase, para lograr visibilidad y apoyo. No son capaces de asumir un compromiso genuino para mejorar la calidad de vida de la gente. Sin el más mínimo rubor. Y no les importa que los niños wayúu se estén muriendo por la desnutrición.

Los politiqueros de siempre no han entendido que su presencia lo que hace es desviar la atención de los devotos, echando por tierra el espíritu original de la celebración y los verdaderos propósitos de la fiesta.

Se comportan como fariseos, hipócritas con la fe; sepulcros blanqueados por fuera y podridos por dentro. No predican con el ejemplo, sino que aparentan lo que no viven ni sienten. Y así mismo hasta comulgan la sagrada comunión en la eucaristía.

Pero si usted los analiza uno por uno encuentra que hay más de uno con procesos abiertos en los órganos de control y en fiscalía, hasta llamados a juicio, o condenados con casa por cárcel. ¡Todos por corrupción!

En serio, es que el 2 de febrero de todos los años más bien parece que la tradicional clase política de La Guajira se convoca en Riohacha en un concierto para delinquir y definen las candidaturas a gobernación, alcaldías y corporaciones públicas. Para robarse todo y no le resuelven los problemas a la gente.

Hoy los riohacheros, y en general los guajiros, deberíamos rogarle a la Vieja Mello que nos libre de esa clase política que también amenaza con destruir todo lo que encuentra a su paso. No han hecho nada. Ahí siguen los mismos problemas de siempre.

Los tradicionales políticos guajiros nunca sienten vergüenza por nada, son unos depredadores de los recursos públicos, cuando llegan al poder solo piensan en robar, no les importa resolver los problemas de nadie, y  les interesa es acumular.

Todavía no he podido entender cuál es la obsesión de algunos políticos guajiros por acumular para no tener que llevarse nada el día que mueran. ¿No son conscientes de que, así como llegaron a la vida también hemos llegado todos, sin nada? y que cuando se vayan de esta vida también se van a ir iguales, sin nada, como también nos vamos a ir todos.

Dejen ya de robar y propónganse resolverle los problemas a la gente. Dejen de ser tan miserables para que al menos no se queden en el purgatorio…

Y como dijo el filósofo de La Junta: Se las dejo ahí… @LColmenaresR


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Luis Alonso Colmenares Rodríguez

Me he desempeñado como Subcontador General de la Nación y Contador General de la Nación; Presidente del Consejo Técnico de la Contaduría Pública; Presidente de la Junta Central de Contadores y Asesor de Entidades territoriales en temas relacionados con la hacienda pública, control público, contabilidad pública.

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