LA VERDAD TENDRÁ SU HORA
La lista de las verdades sabidas y por saberse es interminable. La pregunta que me acucia y me desvela es si por entonces, hablamos del 2055, existirá un país llamado Venezuela o si lo que él fuera sólo será una provincia del Imperio Caribeño de los descendientes de los hermanos Castro. Vistas las cosas que están sucediendo ante nuestros ojos, todo es posible.
Antonio Sánchez García @sangarccs
Podemos dormir tranquilos: de mantener firme el Departamento de Estado su tradición de desclasificar documentos secretos a cuarenta años de ocurridos, como acaba de su suceder con los del atentado mortal de Augusto Pinochet al chileno Orlando Letelier y su secretaria en las calles de Washington, ocurrido en 1976, desde el 2055 en adelante sabremos quién asesinó a Danilo Anderson, a Totessaut, a Oteiza, a Serra y a todos aquellos chavistas desaparecidos del mapa por causas extrañas, insólitas o incomprensibles, como William Lara o Lina Ron y al centenar de opositores, entre ellos Antonio López Castillo y su amigo, el comisario Sánchez, sin contar los cincuenta asesinatos del 2014/2015, por cuyos hechos fue condenado Leopoldo López, que no ha disparado un tiro en su vida, y ninguno de los asesinos, pistoleros uniformados a la orden de Nicolás Maduro.
Sabremos cuántos miles de millones de dólares acumuló la élite forajida puesta en el poder por el teniente coronel revolucionario, cuantos miles de toneladas de coca exportó el cartel de los soles, cuántos otros miles de millones de dólares agarraron los comisionistas del régimen en sus negociados con China, Brasil, Argentina, Irán y otras perlas del talibanismo socialista, cuántos carros de lujo y cuántas mansiones llegó a poseer José Vicente Rangel y cuán involucrado estuvo en algunos de los asesinatos arriba señalados.
Imposible cuantificar cuántos años deberán transcurrir del 2055 en adelante para saber la irrebatible verdad de la milanesa de Tibisay Lucena: cómo se forjó y en qué consistió el mega fraude del Referéndum Revocatorio. El papel jugado por Jorgito Rodríguez en esa y las plastas electorales sucesivas. Cuántos millones de dólares les reportaron a él, su hermana y toda su familia, hasta ver recompensados sus servicios incluso con la vicepresidencia de la república. Cuántos miembros de la Comisión Política de la Coordinadora Democrática estuvieron en ese mega guiso y las razones del súbito abandono de Henrique Capriles de su exigencia de darle con todo al CNE para desmontar el fraude que le arrebató la presidencia de la república, oportunidad única que perdería para siempre jamás.
Sabremos entonces, o sabrán nuestros nietos y bisnietos, porque muchos de nosotros polvo seremos – más polvo enamorado, Quevedo dixit – cuál fue la cantidad exacta de millones de dólares que logró acumular un capitán muerto de hambre que se montó en ancas del Poder, detrás de Chávez y el esperpento. Dónde nació verdaderamente Nicolás Maduro. Si Chávez murió de muerte natural o muerte inducida, cuándo y dónde. Cuáles eran sus verdaderas inclinaciones y el por qué de su porfiada y escandalosa veneración por el Drácula del Caribe.
De Tarek El Aissami tal vez podamos saber, si es que por entonces aún existe, el rol que jugaba en la expansión del Estado Islámico por Venezuela y América Latina. De Rodríguez Chacín los arreglos que manejó con los terroristas de las FARC. De Makled, las razones por las que Santos se negó a entregárselo a la DEA. De los bolichicos de Derwik, cuál fue el monto real de lo estafado al fisco y si fue cierto que le pasaron cincuenta millones de dólares por bajo cuerda al capitán de triste recordación. De los banqueros sideralmente enriquecidos, cuánto de lo que poseyeron fue sudor de sus frentes y cuánto burda tramoya de sinvergüenzas, aliados con el régimen. De los testaferros que compraron Últimas Noticias, Globovisión, Notitarde, El Universal y todas las cadenas de radio, televisión y prensa quiénes fueron los verdaderos adquiriente y con qué dineros cometieron sus delitos.
La lista de las verdades sabidas y por saberse es interminable. La pregunta que me acucia y me desvela es si por entonces – hablamos del 2055 -, existirá un país llamado Venezuela o si lo que él fuera sólo será una provincia del Imperio Caribeño de los descendientes de los hermanos Castro. Vistas las cosas que están sucediendo ante nuestros ojos, todo es posible.
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