La utopía democrática

Después de tantas expectativas, las elecciones dieron un resultado agridulce y una realidad que preocupa, el abstencionismo se redujo a comparación con la cifra de las elecciones de 2011 el cual paso del 51% al 46% esto sin contar los más de 181 000 votos en blanco, los más de 258 000 votos no marcados y los más de 53 000 votos nulos según datos de la Registraduría Nacional en la ciudad de Medellín.

Después de tantas expectativas, las elecciones dieron un resultado agridulce y una realidad que preocupa. El abstencionismo se redujo a comparación con la cifra de las elecciones de 2011 el cual paso del 51% al 46% esto sin contar los más de 181.000 votos en blanco, los más de 258.000 votos no marcados y los más de 53.000 votos nulos según  datos de la Registraduría Nacional en la ciudad de Medellín.

Colombia es uno de los países con sufragio voluntario en América Latina, siendo el tercer país con menos participación electoral, después de Haití y Chile. Aun así no parece ser un incentivo suficiente para ejercer el derecho al voto esto se debe a muchos motivos, pero el principal es la falta de educación implementada por el Estado para concientizar el derecho al sufragio.

La falta de educación que recibe el colombiano frente al voto, incluye además el desconocimiento frente a los beneficios. Según la ley 403 de 1997 en sus 7 artículos se describe estos reconocimientos. (Ver enlace)  Pero la elección de nuestros representantes en cualquiera de sus ámbitos no solo se debe centrar en los estímulos obtenidos sino en la importancia que tiene la democracia y ser conscientes que con estas acciones se puede cambiar el rumbo del país.

La respuesta más común cuando se le pregunta a un ciudadano el motivo por el  cual no vota, es la sorprendente frase: “No me importa quién nos dirija, al final todos roban” ¡Error!  No solo se está eligiendo  a un personaje  para un cargo, sino también se está demostrando el patriotismo y ese “amor” por la nación.

Es por esto que la democracia es una utopía en nuestros tiempos. Asociando el “U” privativo a “topos” (lugar), el resultado es el “país de ninguna parte”,  porque no se ve y porque es tan onírico que se diluye en los pensamientos.

Y ¿qué sucede cuando dejamos que la minoría decida? la corrupción, aquella enfermedad de la política controla el poder. Un poder por territorios, riquezas. Un poder que ha marcado historias y degollado “utopías”.

Esperemos que esta frase “cada pueblo tiene el gobierno que se merece” de José de  Maistre nos lleve a darle un significado más democrático que satírico y que la necesidad, la ambición o el desconocimiento no sean motivos para arrepentirnos de las decisiones que se toman en un escenario tan impredecible como la política.

Soñar un mundo no es suficiente hay que construirlo desde la mente y proyectarlo desde nuestro discurso, el ejemplo es el primer profesor y el único que llevará a futuras generaciones a creer en que el poder no es el objetivo,  sino las relaciones que se construyen desde la diferencia pero con un solo ideal  el “gobierno del pueblo”.  Cuando tomemos conciencia de la relevancia de su significado  podemos formar una realidad desde la participación y no quedarnos en “utopía”.

 

Alejandra Mejía Bedoya

Estudiante de comunicación social de la Fundación Universitaria Luis Amigó. Apasionada por la literatura y el periodismo, con espíritu travieso (NATUSAN).
Creo en lo imposible porque de lo posible ya se ha hablado demasiado.

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