En primer lugar, nadie quiere hablar de ella. Estas letras están aquí porque mi psicólogo está cansando de que yo crea que, con mi capacidad para hablar, puedo seguir evadiendo lo inevitable y es definir cómo me siento. Segundo, llevo algunos días percibiéndome como extraña, pues con él también me enteré que soy una falsa profeta de las emociones, gracias a que llevo años escribiendo sobre ellas, hablando de “vulnerabilidad”, pero más allá de llorar, me cuesta decir “te amos” a las personas que me desbordan el corazón…
Lo cierto es que, aunque no solo personas, sino también situaciones me han sobrepasado, no he llorado, lo cual para mi cerebro significa que, si no hay llanto, no hay tristeza, porque no sé quién tenga la increíble (o desquiciada) capacidad de llorar y hacer algo al mismo tiempo.
Para mí llorar es un acto tan sagrado que merece toda la atención plena y concreta en el espacio-tiempo. ¡Es más! Podría hacer un paso a paso de cómo llorar correctamente.
Pero ahora que me ha tocado migrar a otras formas de sentir tristeza, para evitar un choque más fuerte a futuro, aquí he definido algunas categorías que espero sean aprobadas con un “sí soy” mental mientras se leen.
Todas las definiciones van a empezar con la palabra “dícese” porque creo que estamos de acuerdo en que le pone más poder al enunciado.
- Tristeza Enclosetada: Dícese de aquella que como primer síntoma tiene de respuesta un “tengo un no sé qué…” a quién te pregunta por qué has estado de pocas palabras.
Este tipo de tristeza no tolera el “no tengo nada por hacer”, pues siempre está buscando cómo entretener los pensamientos para no reflexionar acerca de cómo se siente. Es usuaria #1 del scroll en TikTok o Instagram. ¡Y obvio!, le encanta escuchar problemas ajenos para desmeritar su propio sentimiento; se enfoca en ellos como consejera y centra su energía en acompañar a otros en sus duelos, sin aceptar que es ella quien más lo necesita.
- Tristeza Stand up comedy: ¡La favorita de todos!, y el verdadero “las risas no faltaron”.
Dícese de cuando sabes que viviste un episodio difícil, pero al momento de contarlo, sale tu mejor comediante y creativo. Agregas a tu discurso anécdotas que incluso exageran ese momento con la intención de que quien te escucha, cambie “lástima” por “risas”, y valide tu teoría de que realmente no es tan importante como para permitirte sentir ese vacío.
Se puede disfrazar de “falsa empatía” o quizá de “ego”, porque ella en el fondo sabe que lo que cuentas con sonrisas, lo sientes con lágrimas, y busca escaparse de la cajita en que la tienes, cada vez que alguien cuenta una anécdota similar y opinas sin profundizar en tu experiencia. Si a esta tristeza le dieran WhatsApp, de estado tendría: “la procesión va por dentro”.
- Tristeza que le gusta a tu jefe: “trabajar, trabajar y trabajar…”, como diría un amigo mío… Dícese de la capacidad de sentirse pleno cuando ves el Google Calendar lleno, inventar informes o reformular procesos en el trabajo que te hagan quedarte allí horas extras.
De todas las tristezas, a esta es a la que más temor le tengo, porque fácilmente se asocia con la productividad y con ella, a una idea de éxito que, para mí, está lejos de estar relacionada con sacrificarse de sol a sol.
- Tristeza Rosa de Guadalupe: He sido y ojalá siga siendo, porque es la más cómoda para mí.
Dícese de entregarse al sonido del silencio, empezando a sentirlo en el cuerpo; en el pecho, en la garganta, en el estómago… Se activa más al despertar en las mañanas, cuando sabes que tienes que empezar otro día. Se aferra a frases que ha escuchado en discursos trillados como “el tiempo lo cura todo” y “todo pasa por algo”. Querrás de todo en la vida, menos tener su algoritmo en redes.
*Dime cuál tipo de tristeza tienes y te diré qué tipo de personas eres. Mentira, no puedo hacer eso, si pudiera ya estaría viral.
Y aun cuando no están certificadas por ninguna institución con siglas impronunciables, tienen sentido en la manera en que si existen múltiples formas de hablar de felicidad, también un sin fin de maneras de nombrar la tristeza, la cual, antes solo la encontraba en el llanto, y ahora, en la necesidad de hacer mucho y pensar poco.
Me gustaría entonces tomarme un guaro (porque con un café todos guardamos comentarios muy cuidados), con quien dijo que las emociones primarias eran 3 y luego 6, pero me encantaría más tomármelo con Brene Brown, quien afirmó que existen más de 87 y de seguro, en unos años, serán más de la mitad de esto, pues creer que lo que hoy definimos de cierta manera, nunca cambiará, es negarnos a nuestra misma evolución.
Como muestra de que la tristeza no está ni estará del todo inventada, es que las emociones que se sienten en el corazón, al igual que Waze, que recalcula si así lo necesita, también recalculan su significado, sin cambiar el destino (o el objetivo de sentirlas): hacernos más libres, más dueños de lo que nos corresponde, más sensatos con nosotros mismos.
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