La trampa del subdesarrollo: ¿Por qué los países subdesarrollados no siguen el camino de los desarrollados?

“La desigualdad no es una condición natural, sino una construcción social y económica que se perpetúa a través de la historia.»


A lo largo del siglo XX y en lo que va del siglo XXI, la pregunta sobre por qué los países subdesarrollados no han logrado alcanzar el mismo nivel de prosperidad que los países desarrollados ha sido motivo de intensos debates en los círculos académicos, políticos y económicos. Uno de los enfoques más relevantes para analizar esta cuestión es la teoría de la dependencia, que sugiere que la estructura económica mundial está diseñada para perpetuar las desigualdades entre el Norte Global (países desarrollados) y el Sur Global (países subdesarrollados).

La teoría de la dependencia sostiene que las relaciones económicas y comerciales entre países desarrollados y subdesarrollados no son equitativas. Este enfoque, popularizado por pensadores como Raúl Prebisch, Fernando Henrique Cardoso y Theotonio dos Santos, argumenta que los países subdesarrollados están estructuralmente subordinados a las economías más avanzadas. Según esta teoría, las economías del Sur Global son dependientes de la exportación de materias primas y de la importación de bienes manufacturados de los países desarrollados, lo que crea una relación de dependencia económica y perpetúa la desigualdad.

Un estudio reciente de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, 2023) refuerza esta perspectiva, señalando que más del 70% de las exportaciones de los países en desarrollo aún están dominadas por productos primarios, lo que los deja vulnerables a las fluctuaciones de los precios globales y a las políticas comerciales de las potencias económicas. Esto no solo limita su capacidad de crecimiento autónomo, sino que también perpetúa una estructura de intercambio desigual.

¿Por qué no siguen el mismo camino?

La pregunta de por qué los países subdesarrollados no replican las políticas económicas de los países desarrollados es compleja y multifacética. Una de las razones es que las condiciones históricas, políticas y económicas que permitieron a los países desarrollados prosperar son irrepetibles. Por ejemplo, Immanuel Wallerstein, a través de su teoría del sistema-mundo, sostiene que el capitalismo global funciona como una economía-mundo donde las regiones se organizan jerárquicamente en núcleos, semiperiferias y periferias, siendo estas últimas las más explotadas y menos desarrolladas.

El contexto histórico también es crucial. Mientras que países como Reino Unido y Estados Unidos se beneficiaron de procesos como la Revolución Industrial y la colonización, que les otorgaron un acceso privilegiado a recursos y mercados, países como Colombia se enfrentan a desafíos que incluyen la desigualdad, la corrupción y la dependencia de una economía extractivista. Según el Índice de Competitividad Global 2023 del Foro Económico Mundial, Colombia ocupa el puesto 61 de 141 economías, evidenciando dificultades en áreas como innovación, infraestructura y capital humano.

Para entender la magnitud del problema, basta observar los indicadores económicos. El Fondo Monetario Internacional (FMI, 2023) proyecta que las economías emergentes y en desarrollo crecerán un 4.1% en 2024, mientras que las economías avanzadas crecerán solo un 2.6%. Sin embargo, este crecimiento no es suficiente para cerrar la brecha de ingreso per cápita, que sigue siendo abismal. Por ejemplo, el ingreso per cápita en Estados Unidos es de aproximadamente 65,000 USD, mientras que en Colombia es de solo 6,100 USD (Banco Mundial, 2023).

Asimismo, el economista Ha-Joon Chang ha argumentado que las políticas de libre comercio promovidas por los países desarrollados no siempre son beneficiosas para las economías emergentes. En su obra «Kicking Away the Ladder», Chang sostiene que las naciones ricas, que en el pasado protegieron sus industrias nacientes, ahora promueven el libre comercio para evitar que los países en desarrollo adopten estrategias similares de industrialización.

Un factor crucial en el atraso de los países subdesarrollados es la falta de inversión en tecnología e innovación. Mientras los países desarrollados invierten, en promedio, el 3% de su PIB en investigación y desarrollo (I+D), los países en desarrollo como Colombia invierten menos del 0.3% de su PIB en este sector (OCDE, 2023). Esta falta de inversión perpetúa una brecha tecnológica que limita la capacidad de las economías emergentes para competir en los mercados globales y añadir valor a sus productos.

Además, el sociólogo Samir Amin ha señalado que las políticas económicas impuestas por las instituciones financieras internacionales, como el FMI y el Banco Mundial, a menudo exigen medidas de austeridad que restringen el gasto público en áreas cruciales como la educación y la infraestructura. Estas medidas, si bien pueden estabilizar la economía a corto plazo, tienden a tener efectos adversos en el desarrollo a largo plazo, limitando las oportunidades de crecimiento sostenible y exacerbando la dependencia económica.

Para finalizar, el desarrollo económico no es simplemente una cuestión de replicar las estrategias de los países desarrollados, sino de transformar las estructuras económicas y políticas que perpetúan la dependencia. Los países subdesarrollados, como Colombia, necesitan una estrategia que combine la diversificación económica, la inversión en tecnología y un marco institucional sólido para romper el círculo vicioso de la dependencia.

Como dijo alguna vez Eduardo Galeano, “El subdesarrollo no es una etapa del desarrollo, sino su consecuencia”. Mientras las estructuras globales y locales sigan favoreciendo a unos pocos en detrimento de muchos, la brecha entre el Norte y el Sur continuará ampliándose, y el camino hacia un desarrollo verdaderamente equitativo seguirá siendo un desafío pendiente.

Carlos Alberto Cano Plata

Administrador de Empresas e Historiador Económico con amplia experiencia en la docencia e investigación en diversas áreas como la administración, la historia empresarial y el desarrollo organizacional. A lo largo de mi carrera, he tenido la oportunidad de desempeñarme en instituciones académicas como la Universidad de Antioquia, la Universidad Tecnológica de Pereira, Universidad Nacional, Universidad Jorge Tadeo Lozano, la Institución Universitaria Pascual Bravo, entre otras.

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