LA TECNOLOGÍA QUE PRODUCE LA TECNOLOGÍA | Socialdemocracia (2)

“La socialdemocracia es un intento de cubrir el puño de hierro del socialismo con un guante de seda, y de evitar la figura del dictador reemplazándolo con un ejército de burócratas –algunos del sector privado– respaldados por el aparato coercitivo del Estado.”
Germán Contreras “El Perforador”.


NOTA: La primera parte de esta entrega puedes leerla AQUÍ.


Lamentablemente, en Colombia se aplicó la socialdemocracia (mal llamada neoliberalismo) como respuesta a los modelos económicos cerrados de posguerra (autarquías, reemplazo de importaciones, fomento industrial estatal, entre otros), una especie de camino medio (Tercera Vía) entre el libre mercado y la intervención estatal. Pero su premisa básica es completamente errada: a través de entes elegidos democráticamente se puede hacer redistribución efectiva de la riqueza creada por el libre mercado. El problema es que esos entes procesan con información incompleta, descompuesta y degradada porque no la crean, no son su fuente. La socialdemocracia sufre del mismo problema que el socialismo: no permite la creación de información o restringe su aplicación mediante las regulaciones.

La socialdemocracia reemplaza la eliminación física del individuo

El defecto moral fundamental de la socialdemocracia –y del socialismo– consiste en considerar la pobreza como una dimensión exclusivamente material, pero como bien sabe un padre: a un hijo malcriado no se le arregla dándole más juguetes, vacaciones o complaciéndole sus caprichos, y mucho menos endeudándose para complacerlo. Esta es la razón por la que los programas sociales son un fracaso, pues evitan que el individuo asuma responsabilidades, encuentre los límites de sus recursos, sea creativo y se esfuerce; los programas sociales evitan que el individuo cree el mundo que quiere vivir y habitar, aunque, según el Estado, ese no es su trabajo.

¿Para qué generar información y ganarme la vida por mí mismo si puedo obtener bienes materiales directamente de un ente de autoridad que se los ha quitado a otro mediante coerción para que yo los tenga? Esa es la cuestión que se plantea todo aquel que huye de las responsabilidades, donde además se le ha enseñado equivocadamente que la propiedad privada es un robo. ¿Qué podría salir mal?

En Colombia, a finales de la década de los 60’s, no reconocimos el fracaso del modelo y el resultado fue que insistimos en lo mismo: un país trancado por dentro, que pasó de una sola verdad absoluta con la Constitución de 1886, a un país lleno de importaciones –“juguetes” para aumentar el consumo del hijo malcriado a ver si se endereza y deja de meter vicio– al concepto de que todo es relativo y no hay verdades absolutas con la Constitución Posmoderna de Derecho Positivo de 1991. A tanto llega el disparate de esa constitución, que tiene incluido el “Derecho a la Paz”, algo que es tanto como confundir un encendedor de gas con el fuego; la cosa y la representación de la cosa no son lo mismo.

Ambas constituciones sufren del mismo mal que las condujo a producir el Estado fallido que aún tenemos que soportar en múltiples dimensiones: el Gobierno y sus entes como soberanos y de autoridad incuestionable –antes fue el poder Ejecutivo, ahora son las Cortes y el Congreso más la tecno-burocracia–. Sobre esa plataforma fue que se intentó asentar un mercado, pero se mantuvieron los proteccionismos internos que salvan a las élites económicas de la competencia interna, y por eso no hemos podido integrarnos a la economía global. Si no se puede competir internamente, ¿cómo vamos a hacerlo afuera?

¿Qué nombre se le debe dar a aquellos que pretenden que Colombia sea una economía exportadora de bienes de alto valor agregado, sin producir ideas?

En sistemas cerrados la información se puede reemplazar, parcialmente, tomando conocimiento prestado de otras fuentes que lo crean; ese es el caso de la compra de una máquina o del entrenamiento que se le da a un grupo de empleados por parte de un consultor externo. Sin embargo, la condición subyacente de dichas entradas de información al sistema es que no amenacen el statu quo, y que sea información previamente aprobada y sancionada por la autoridad. Un ejemplo obvio es en medicina: Corea del Norte simplemente no puede tener el mismo nivel que los Estados Unidos porque no se permite la entrada e intercambio de nueva información de forma libre.

No hubiera sido posible para Microsoft retar a IBM, y a su vez posible para Google retar a Microsoft sin libertad de expresión absoluta. Era y sigue siendo condición fundamental proteger la posibilidad de competir para cualquiera en el mercado de ideas, para así, poder competir en el mercado de productos y servicios. Ninguna de las tres empresas ha dejado de existir y ninguna le ha hecho la guerra armada a las otras, o ha asesinado a sus empleados, de hecho, se benefician mutuamente al intercambiar colaboradores y conocimientos.

Es más, ha habido un aumento de capital físico a causa del capital intelectual, y se ha creado un ecosistema más amplio y una economía más grande en un sector tecnológico en expansión. El caso de las disputas por el liderazgo en ese sector muestra la diferencia entre jerarquías de dominio: gana el más malo, el más violento, y quien a su vez tiene que eliminar físicamente a los otros malos y violentos tal como sucede con la guerrilla o los paramilitares; y jerarquías de competencia: gana el mejor y más calificado, quien está obligado a aportar más ideas y seguir desarrollando el juego, para que los demás quieran seguir participando y compitiendo voluntariamente de forma pacífica.

El declive empieza cuando la homogeneidad ideológica se impone a la heterogeneidad intelectual

Pero hay una precondición para que la libre expresión sea una fuerza positiva en la sociedad y la economía que refleja: que el individuo tiene el deber ético de mantener una posición de duda ante sus propias ideas, no solo las de los demás, y adicional a eso, asumir que la otra persona actúa honestamente al hacer el intercambio. La arrogancia de pensar o creer que todo lo que decimos es palabra final verdadera es el germen del totalitarismo, y asumir como normal que el otro nos engañe, solo indica que estamos rodeados de personas deshonestas –siendo nosotros una de ellas por supuesto–, cuyas vidas terminan siendo infiernos de mentiras.

La verdad científica deja de ser el punto de encuentro, para ser reemplazada por la verdad política

Las mentiras se pueden convertir en infiernos literales como los campos de concentración nazis o lo gulags soviéticos. La falla moral del individuo comienza por mentirse y ser deshonesto consigo mismo al justificar actos atroces en nombre de los “altos ideales”, de la “nación”, de la “raza”, de la “igualdad”, de la “equidad”, de la “empatía” y/o de la “diversidad”.

El atraso, la violencia y el subdesarrollo que padecemos en Colombia, no son más que censura a la libertad de expresión de diversas maneras: directamente a la expresión pública o privada de ideas políticas, o con el proteccionismo, las trabas directas y las excesivas regulaciones a los sectores empresariales; lo más grave aparte de tener que vivir en un país en ese lamentable estado, es que las estructuras empresariales reflejan ese comportamiento, y las empresas empiezan a portarse como la administración pública. Para personas como Joseph Stiglitz, China es un gran ejemplo de desarrollo a través de la intervención estatal, pero ignora el hecho de que Taiwán es mucho más rico per cápita mediante un sistema de mayores libertades en una isla con muy pocos recursos y bastante poblada.

En la siguiente entrega de este artículo hablaremos sobre el libre mercado de las ideas.


Notas:

  1. SOBRE LA OBRA EN LA IMAGEN DESTACADA DE ESTA ENTREGA: Leutze, E. (1851). Washington cruzando el río Delaware [Óleo sobre lienzo]. Nueva York: Museo Metropolitano de Arte. https://www.metmuseum.org/art/collection/search/11417.
  2. Este artículo apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.

Germán Contreras “El Perforador”

Independentista antioqueño. Fundador de ALS (Antioquia Libre y Soberana): Movimiento por la Independencia de Antioquia de Colombia.

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