Finalizando el año, me encomendaron una gran tarea. Dos personas que llegaron a mi vida producto del azar pero que poco a poco se volvieron lazos importantes en lo personal, me ofrecieron la oportunidad de ser el padrino de su hija. La invitación me tomó por sorpresa pero sin lugar a duda, acepté. Sin saber bien en que consiste la labor de un padrino/madrina, investigué y comencé a prepararme y antes de la ceremonia, me rectificaron mi deber. Mi rol como padrino/madrina es acompañar a los padres en la formación (en este caso cristiana) y ayudar a formar criterio a su hija. Hago énfasis en la segunda tarea pues es sobre lo cual profundizare en este escrito.
Criterio se deriva de la lengua latina y griega y en esencia significa juzgar, en otras palabras es tener discernimiento. Implica necesariamente el acto de aprender, observar y por ende llegar a comparar y actuar en consecuencia de lo interpretado en una situación dada. Sin embargo, para mi hablar de criterio hoy en día es algo ambiguo, no por la conceptualización o definición en sí sino de como se llega a él. Tratare de explicar por qué a continuación.
Si observamos la historia, el aprendizaje y más aún el aprendizaje social (ver teoría del aprendizaje social) venía en gran parte modelado por la familia como piedra angular de la sociedad. Dentro de este grupo se aprendía (para bien o mal) a relacionarse y desarrollarse en sociedad, se cultivaban los valores y fomentaba de alguna forma la moral y por consecuencia la emergencia del criterio en los hijos. Pero hoy en día y ante el vacío que se presenta en los hogares, sea por obligación o peor aún la negligencia de los padres, la pregunta que me surge es a merced de quienes o qué estamos dejando el desarrollo del criterio de nuestros hijos hoy en día.
Hace un año leí un libro (Historia Reciente sobre la Verdad) del filósofo uruguayo Roberto Blatt y en él se menciona como hemos evolucionado como sociedad en la búsqueda de la verdad. Concluye él que hoy hemos sucumbido a la relativización de la verdad. En otras palabras, nos hemos dejado llevar por un extremo y ahora parece que todo individuo tiene su propia verdad en la cabeza. En gran parte esto se debe a la dependencia tecnológica que hemos generado con nuestros celulares y a la consecuente explotación de distintos actores del sistema que soporta la tecnología y aplicaciones que consumimos a diario. Esta hiperpersonalización de nuestras redes sociales y el embudo o burbuja informativo en el que nos vemos envueltos sumado a la ausencia de un núcleo familiar que corrija, lleva a que cada vez más las generaciones venideras adapten dogmas y asimilen posturas sin realmente incurrir en un proceso de reflexión o critica. Peor aún quienes ya consumimos esta información, nos aislamos y por ende nos dividimos y generamos cada vez más polarización entre los distintos nichos que se van formando en torno a los distintos eventos que suceden en nuestra sociedad.
Por otro lado, Noam Chomsky, a quien admiro y sigo, es un lingüista que por años ha sido un faro en la era digital y se ha dispuesto a advocar en su discurso por el desarrollo del pensamiento propio. Según interpreto sus enseñanzas, debemos aspirar a encontrar nuestra propia verdad no por medio de imposiciones vistas en una pantalla o expuestas por alguna figura influyente sino a través de un ejercicio de experimentación y pensamiento reflexivo y critico que si no lo podemos lograr rescatando los núcleos familiares, debemos usar las mismas herramientas tecnológicas para incitar este cambio o mediante el relacionamiento social explotar las bondades del debate y dialogo, encontrando que en vez de dividir podemos complementar y expandir nuestro pensamiento en conjunto con el otro. En si es dar un vuelco a la discusión en torno a cómo y para qué consumimos la información a la que tenemos acceso.
Hoy los confines del internet son poco explorados por falta de curiosidad, de intriga y sobre todo de tolerancia y respeto por esa otredad, sé que es innato la tendencia a seguir sesgos de confirmación pero nuestro conocimiento se podría ampliar si lo enfrentamos a lo diferente, lo fuera de lo lugar.
A modo de conclusión, considero que la tarea encomendada de formar criterio me llevará sin duda a explorar junto con los padres, la manera de incitar en la pequeña el insaciable deseo de aprender y y reconocer que siempre hay dos caras de la moneda porque así es que ella podrá poco a poco reconocer los distintos matices que existen en toda circunstancia y ojalá, gracias a esa semilla de curiosidad e intriga, la encaminen siempre hacía la mejor decisión posible según su propio criterio.
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