Recuerdo que algún día entré a un aula de clase de una escuela primaria de Medellín y mientras la docente desarrollaba su clase un chico acostado en su silla parecía dormir, le pregunté a la docente que pasaba y me contó que estaba muy enfermo pero que no quería irse para su casa.
Me acerque a él y comprobé que ardía de fiebre, le dije que así no podía estar en la escuela, que se fuera para la casa y llorando me dijo que si iba la mamá lo castigaba; me ofrecí a acompañarlo y hablar con ella para explicarle todo, y en ese momento me confesó: ella sabe que estoy muy enfermo pero me dijo; vaya a la escuela y se queda hasta que le den el refrigerio porque es lo único que comerá hoy.
Esta cruel historia para dimensionar la importancia de la alimentación escolar en una ciudad como Medellín, donde estudios de la Escuela de Nutrición de la Universidad de Antioquia comprobaron que más del 50% de las familias en los barrios de bajos ingresos padecen de inseguridad alimentaria, en muchas familias, así le parezca exagerado a los funcionarios de escritorio, el refrigerio escolar es la única alimentación de calidad que reciben en el día muchos niños de nuestra ciudad.
Por eso nos parece un exabrupto que la Alcaldía suspenda por dos semanas este servicio, y argumente con total simpleza que son problemas propias de la contratación estatal, como si el orden del estado estuviera por encima de los derechos de los niños, máxime cuando las investigaciones nutricionales demuestran que suspender por ese número de días la alimentación balanceada de un niño además de afectar su nutrición aumenta su riesgo de contraer enfermedades infecciosas.
Y como si fuera poco una vez reiniciado el servicio, el 10% de los estudiantes que antes gozaban de la alimentación escolar ya no la tendrán, y de nuevo son los argumentos de tipo administrativo y financiero los que prevalecen sobre los derechos de los niños.
Medellín en los dos últimos años ha recortado en más de 50 mil cupos la cobertura de los restaurantes, afectando visiblemente la permanencia de los estudiantes en la escuela, y más grave cuando estamos hablando de altos niveles de inseguridad alimentaria en los hogares.
Medellín construyó durante este siglo una estrategia de inversión sostenida en educación, y son enormes los retos que aún tenemos para disminuir las enormes brechas de desigualdad histórica, pero un acuerdo se había mantenido y era fortalecer los programas que garantizan la permanencia de los chicos en la escuela. Hoy parece que retrocedemos cuando suspendemos por días el servicio y disminuimos su cobertura.
Posiblemente no nos importe mucho cómo se invierten los recursos públicos a través de las diferentes secretarías, pero disminuir los recursos de educación es un crimen, que no tiene justificación.
Le pedimos al Alcalde que se recuperen los cupos perdidos en la alimentación escolar, como un ejemplo que seguimos avanzando en la construcción de una ciudad más justa y equitativa.