Hace dos semanas fui víctima directa de la delincuencia en la ciudad, caminaba tranquilamente después de un largo día de trabajo por la avenida Las Vegas hacia envigado, eran aproximadamente las nueve de la noche, se me acercó un chico de frente armado con una navaja y dos chicos por mi espalda, no sé si portaban armas. Perdí mi celular y la cantidad de dinero que llevaba en ese momento.
Lo que más me asombra de este suceso es el hecho de que cuando mis allegados se enteraron, la gran mayoría no criticaban el hecho de que haya crimen en nuestra ciudad, ellos reprochaban el que yo caminara a las nueve de la noche en vía pública.
Vivimos en una sociedad dominada por el miedo, pero el problema va mas allá del miedo que sentimos ante la delincuencia, literalmente estamos convirtiéndonos en esclavos del miedo.
Caminar por la ciudad es una experiencia terrorífica para muchos, incluso nosotros mismos ignoramos que es tal el nivel de alineación, que en las calles es casi imposible encontrar alguien que te mire a los ojos; siempre estamos mirando quién nos sigue, mirando al suelo o mirando con perspicacia algún bulto extraño en los bolsillos del joven que se nos acerca. Cómo es posible concebir el hecho de que incluso nuestra defensa civil y nuestros grupos policiales tienen miedo a cruzar algunas zonas de la ciudad, y lo aceptamos.
Pocos lo han notado pero lentamente noes estamos acorralando como ganado en zonas de la ciudad que consideramos más seguras y comenzamos a monopolizar nuestros sitios de entretenimiento. Para algunas personas es traumático el caminar por el centro de Medellín, ver la gran concentración de gente y saber que quizá alguno de ellos está esperando a que bajes la guardia cual guerra indirectamente declarada a la libertad del hombre.
Tal vez el principal problema sea la manera de combatir las cosas a las que les tenemos miedo, el miedo que sentimos lo tratamos de combatir con más miedo, suena trillado y quizá hasta cacofónico pero no creo que la única manera que tengamos de enfrentarnos a los problemas a los que tememos sea que ellos le teman al estado, imponer medidas radicales ante el crimen y sus variaciones es indiscutiblemente necesario, hasta cierto punto. Dicha campaña no debe ser nuestro único método de fomentar la libertad del individuo y el bienestar social, pues así no solo conseguimos tener medidas ineficientes ante la prevención del crimen y el fomento del desarrollo libre del ser humano, sino que también terminamos temiéndole no solo a lo que nos amenaza o nos parece diferente, sino a lo que se supone que debería velar por nuestro bienestar.
¿Cómo podemos llegar al desarrollo si le tememos incluso a quien se supone que nos protege?
por: Andres Felipe Estrada, Estudiante de Economía Universidad EAFIT
cruda realidad,este tipo de miedo se ha combertido en un problema demasiado serio ya que poco a poco se nos limita la libertad, es frustrante saber que no se puede andar por donde uno quiere si no por donde puede, fronteras invisibles y basuras como esas, delincuencia comun que es juzgada con leyes tan blandas como la mantequilla misma, hasta donde vamos a llegar, es indescriptible la sensacion de impotencia al ver como nos acorralamos en una ciudad-pais del cual el miedo es el dueño y el estado un invitado de paso.