La segunda “traición” de Corredor

A pocos días de concluir un agitado proceso electoral se consumó una traición, el candidato Albert Corredor, el “Plan B” del exalcalde Daniel Quintero en su frenética obsesión por retener el poder, se rebeló y decidió correr hasta el final; así, divide el voto del bloque quinterista, le resta oxígeno a la supuesta remontada de Upegui -sustentada en sondeos virtuales de dudosa procedencia- y le despeja aún más el camino a Federico Gutiérrez. ¡Una verdadera implosión!

Aunque la distancia entre Quintero y Corredor se llegó a plantear como un libreto de temporada para confundir incautos, las distancias cada vez son más abismales y hasta llegaron al terreno venenoso de las redes sociales; con acusaciones mutuas, insultos soterrados, reproches y verdades a medias.

Un tire y afloje que llevó a Quintero a tildar a su antiguo aliado de traidor y a Corredor a enrostrarle al exalcalde su desgaste e impopularidad.

La relaciones políticas -y hasta personales- pintan rotas y no parece que se fueran a recomponer en los pocos días que restan para la elección que el mismo Quintero ha denominado como “la batalla final contra el uribismo”.

Lo curioso del asunto es que fue Quintero quien indujo a Corredor a consumar su primera traición, pues recién llegado a La Alpujarra y en una movida de ajedrecista no solo le entregó el manejo total de la secretaría de Educación -lo que a la larga implosionó al Centro Democrático en el Concejo-, sino que lo alentó para encarar una prematura campaña de expectativa a la alcaldía. La que inició en mayo de 2022 con el eslogan: No más Uribe.

Y digo de expectativa porque Quintero nunca vio en su entonces amigo como una verdadera opción para sucederlo, ya que siendo un uribista rehabilitado no reunía las condiciones ideales para ser un títere -que es lo que realmente necesita Quintero- porque Corredor tiene capital de opinión, muchos recursos, estructura y carácter, todos los “atributos” de los que carece Upegui y que lo convirtieron en el candidato ideal para un exalcalde al que se le siente el desespero para gobernar en cuerpo ajeno.

De ahí que no sorprenda que Corredor, convencido de que no le debe lealtades a Quintero, se haya salido del redil del gobierno del cual participó por cuatro años y no viera problema en convertir su campaña en una diatriba contra Quintero. Su nuevo eslogan de campaña es: No más Quintero.

Pero también hay otro factor que pesó en esta segunda traición y es el ego, sí, el ego de un millonario acostumbrado a imponer su criterio, de un “gerente” autoritario que a punta de plata siempre obtiene lo que quiere, el mismo que solo ve a Upegui como un “bobo” que alcanzó el favor de Quintero por ser familiar de Diana Osorio. Nada más. Cada vez resulta más evidente que no lo reconoce como un interlocutor válido.

Y ante ese “bobo” no se piensa doblegar.

El drama para Quintero es por partida doble, por un lado, ni con su patética renuncia logró concertar una aspiración en torno a la continuidad de su desteñido legado -ningún candidato se bajó de la carrera para adherir a Upegui-; y por el otro, vive en carne propia una división similar a la que vivió Uribe en las elecciones del 2019, cuando su candidato, Alfredo Ramos, no ganó la elección a raíz de una división en la derecha promovida por el entonces alcalde Federico Gutiérrez.

Curiosamente, hoy, Federico Gutiérrez, resulta siendo el más favorecido por la segunda traición de Corredor.


Todas las columnas del autor en este enlace: Fredy A. Chaverra Colorado

Fredy Chaverra Colorado

Politólogo, UdeA. Magister en Ciencia Política. Asesor e investigador. Es colaborador de Las2orillas y columnista de los portales LaOrejaRoja y LaOtraVoz.

1 Comment

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  • Saludos! Buena columna Dr. Chaverra!
    Sin duda Corredor implosionó al quinterismo y por ahí derecho catapultó «al de Uribe». Quintero perdió a Medellín, el fortín de su escaso capital político, y eso le bastará para su fracaso como político que recoge las banderas nacionales del Pacto Histórico.