«La salvaje esperanza» y es un compendio de 17 relatos que transitan por las cuestiones de la vida, la muerte y el amor para irrumpir la cotidianidad que nos agota. Además de los relatos, el libro cuenta con ilustraciones al interior, en sí mismo es una obra de arte Nadaísta… Los detalles del libro son:
Título: La salvaje esperanza
Autor: Leonardo Ramírez Martínez
Editorial: El buitre negro
Prólogo: Andrés Galeano
Ilustraciones: Vicarious Gýps
Precio: $35.000.
Prólogo:
«Todavía está abierta la tierra a las almas grandes». Con esta sentencia, Nietzsche dejó abierta la puerta a los seres que, por fortuna o condena, suelen traducir lo que viven y sienten por medio de cualquier expresión artística, llámese: poema, pintura o canción, entre otras muchas.
En esta cadena de valor de corte cualitativo, se haya Leonardo Ramírez Martínez; amigo de andanzas literarias que, desde muy joven, se ha jugado la vida apalabrando su camino en este siglo XXI, azotado por un sol con sed de venganza.
Sus primeros gritos al mundo los hizo a través de dos obras que transitan entre la poesía y el relato breve: «Nunca es tarde para caminar» (2020) y «Entre caminos y voces» (2021), dos hijos literarios producto de la pandemia y el acuartelamiento. Luego, en el 2022, se lanza de cabeza al intrincado mundo de la novela, donde solo unos pocos logran tocar el cielo con las manos. Fue con esta obra titulada «Del viejo habito de morir» (2022) donde Leonardo nos dejó claro que su fuego no es un juego, y que seguirá apalabrando su camino a través de los años. Promesa que cumple con «La salvaje esperanza» (2024). Obra que tienes en tus manos, y que alude al poema homónimo de Gonzalo Arango, fundador del movimiento Nadaísta, que tuvo su apogeo en la década de los 60 y que aún sigue dando de qué hablar. (Como esta obra) donde Leo, «Leito», sigue plasmando, con fina pluma, sus críticas al sistema capitalista, experto en quemar naves poéticas, para luego vendernos su chatarra.
«La salvaje esperanza» es pues, un compendio de 17 relatos, que tienen un común denominador: el espectro del poeta funcional que, viéndose en apuros, cede su cuerpo y su mente a un trabajo «estable», a una academia «estable» y a unas relaciones “estables» que, en el filo del abismo, no resultan ser tan estables. Es también una oda al amor, pero no a ese amor doméstico y vanguardista que pregona el filósofo Byung-Chul Han, sino a un amor trágico, que tiene sus raíces en el Romanticismo europeo de finales del siglo XVIII, y que hace mella en las acciones que Leo va desplegando a través de los muchos personajes que crea y que, ineludiblemente, terminan siendo él mismo. Una clase de alter ego que se atreve a decir lo que quizás en vida, y en este plano real, no se atreve a decir. ¿Cómo llamarlo? ¿Catarsis? ¿desdoblamiento consciente? Quizá no tenga nombre. Quizá solo sea un juego ficcional escrito en las noches para joder el día, para agujerar de algún modo la lógica racional que solemos proyectar ante los demás cuando estamos despiertos. Aquí cae el telón, y de paso las máscaras apolíneas de los muchos anclados a la Matrix, de los muchos perdidos entre las rúbricas de Excel, y las vagas quiméricas del éxito empresarial y unipersonal.
Estamos pues ante el cuarto hijo literario de un autor que tiene como condena traducir todo lo que siente y piensa por medio de las letras y el fuego. Porque aquí nada ni nadie se salva: el coach se calcina igual que el jefe déspota, y este se tuesta igual que la muerte; amiga y confidente de un Leo ramificado en muchos; de un Leo que no encaja en el siglo y aun así sonríe, se enamora y pide un cafecito en María Antonia Café Gourmet, donde todos llegamos con un poema bajo el brazo; de un Leo, en definitiva, destinado a terminar sentado a la diestra de su amado «gonzalito», en ese monasterio Ecce Homo, que tanta alma ha hospedado.
Disfruta pues, amigo lector, amiga lectora, estos 17 relatos postnadaistas que intuyo, se quedarán revoloteando por ahí, en algún recoveco de tu pujante memoria.
Andrés Galeano Rodríguez.
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