La reforma nació muerta

El título de la presente columna busca ser tan impreciso como poco “profético”. Podría ser el mismo título que en algunos meses utilizarían variados analistas, opinadores, expertos o críticos al pasar cuenta de responsabilidades sobre el inminente hundimiento del proyecto de reforma a la Ley 30 de educación superior.

Es impreciso porque ese proyecto todavía no se ha radicado en el Congreso. Recién se encuentra en su acelerada etapa de socialización o “diseño participativo”, y para particular preocupación del gobierno, no ha generado una activación favorable en el movimiento estudiantil que detone desde las calles su eventual trámite legislativo.

Y es sobre este último punto que quisiera plantear una breve discusión, no sobre la necesidad y pertinencia de avanzar en una reforma a la Ley 30, un tema ya abordado con suficiente solvencia e ilustración por parte de otros columnistas en este mismo portal.

La preocupación que me asiste en relación a ese proyecto es que su socialización no ha concitado una amplia movilización de respaldo en el movimiento estudiantil; por estas fechas, en un proceso interno de reorganización y especialmente de toma de posición en torno a la ambiciosa agenda reformista del gobierno del “cambio”, parece que el núcleo del movimiento estudiantil está oscilante entre un respaldo cerrado o una postura más cercana a la reserva estratégica. ¿Acaso, los árboles no dejan ver el bosque?

Sin entrar a revisar las posturas del movimiento estudiantil en relación al gobierno, pues forman parte de sus discusiones propias y sus planteamientos autónomos, personalmente sí considero que los estudiantes no le vienen copiando al ritmo que el gobierno le busca imprimir a la socialización de la reforma, todo parece indicar que el movimiento estudiantil se está tomando el asunto con mucha más calma de lo esperado. No tiene el afán que si le asiste a Petro.

Y Petro tiene afán porque sabe que su gobernabilidad en el Congreso es frágil, algo que ya quedó en suficiente evidencia con el hundimiento de la reforma laboral en su primer debate y con la aprobación a “cámara lenta” de la reforma a la salud.

Lo cierto es que, si el proyecto de reforma a la Ley 30 se radica en el terreno hostil del Congreso sin los bríos de un movimiento estudiantil que acompañe su discusión, refrende su aprobación, y se asuma en la vanguardia de una eventual conquista histórica, sencillamente iniciará su trámite legislativo con una profunda falla geológica.

El panorama se torna más complejo sí el movimiento estudiantil antes decide oponerse a la reforma, ya sea porque considera que su diseño no fue lo suficientemente participativo -algo que la ministra Aurora Vergara no ha logrado solventar- o porque atiende a intereses específicos, este escenario dejaría el proyecto parcialmente huérfano, ya que, solo contaría con el respaldo de una ministra sin capital político y de un estamento más administrativo que estudiantil; así, la propuesta de reforma a la educación superior más ambiciosa de la última década quedaría a merced del apetitico burocrático de los congresistas y de la clásica desidia de los partidos tradicionales.

Aunque tampoco caeré en la postura fatalista de afirmar que “es ahora o nunca”, o si acaso que el movimiento estudiantil padece de miopía histórica al no entender que el gobierno del “cambio” es su aliado natural; las diversas posiciones de un movimiento que no es para nada homogéneo forman parte de la riqueza plural de sus discusiones, pero de lo que sí estoy seguro es que sin un respaldo uniforme, sin una movilización que ponga en agenda la necesidad de transformar el modelo de educación superior, sin la calle como detonante del trámite legislativo; la reforma, esa reforma en particular, para bien o para mal, nacerá muerta.

De corazón, espero que el título de esta columna, en algunos meses, sea muy impreciso y nada profético.


Todas las columnas del autor en este enlace: Fredy A. Chaverra Colorado

 

Fredy Chaverra Colorado

Politólogo, UdeA. Magister en Ciencia Política. Asesor e investigador. Es colaborador de Las2orillas y columnista de los portales LaOrejaRoja y LaOtraVoz.

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