La rebelión cultural

“Si cada uno se encarga de pensar su propio carácter, su propio ethos, está regalando un poquito de salud a esta sociedad tan enferma”.


Con los movimientos de los años 60s, se puede hacer una distinción entre la revolución y la rebelión, en la primera se busca un cambio político por la vía de las armas y la violencia, el hippismo en su sentido filosófico más profundo enseñó que la búsqueda debe ser por la rebelión, es decir, con los presupuestos de la no-violencia que se fundamentan en Henry David Thoreau y sus teorías de la desobediencia civil. La salvedad de estos dos conceptos permite distinguir, no es lo mismo, y es importante esta diferencia porque las revoluciones fue un concepto muy importante en el siglo XX. Incluso, escribiendo estas primeras palabras se puede recordar que en china se vivió una revolución cultural que se cobró la vida de millones de ciudadanos. La rebelión de los jóvenes de los 60s propició un cambio profundo de la cultura en occidente, después del hipismo no volvería a ser el mismo.

En el desencanto constante por la política colombiana, pensar que el cambio viene por vía de la política es una obstinación que genera tanta frustración como posibilidades para sentimientos como ira y rencor. En la actualidad y producto final de nuestro pasado, llegamos al colofón de la cultura narco, el narcotráfico tocó todas las esferas de la sociedad, el pensamiento narco quedó enquistado en tres generaciones y seguimos contando. Si la cultura narco ya empapa la vieja y la nueva política ¿por qué insistimos en buscar el cambio donde existe el olor más rancio del pasado? Es fundamental pensar el cambio en el orden de la cultura. Es importante insistir en pensar el cambio en la perfectibilidad de los sujetos que habitan la cultura, intentar eliminar en la mentalidad colombiana que los valores narco son un cáncer social que se reproduce en las formas de vida cotidiana. Un pequeño cambio en la cultura puede tomar décadas, interesante pensar que aceptar una rebelión cultural implica en su primera instancia, aceptar que un cambio toma mucho tiempo, ataca directamente la cultura establecida. La revolución implica destruir el pasado e imponer lo nuevo, la rebelión consiste en tener en cuenta el pasado para estar advertido.

Pensar en la cultura es pensar en el cuidado, el cultivo y la perfección. Trasciende las promesas de los políticos y la agenda de un partido. Las rebeliones culturales no nacen del ingenio y la motivación de un político. Así como la cultura está cerca de las reflexiones éticas, el ethos griego para comprender el sentido más clásico del término es la formación de un carácter, del mismo modo un pueblo se forma en un carácter, si estas palabras interesan a los inquietos lectores, les invito a pensar si existe algún modo de revertir el carácter corrupto y narco de nuestra sociedad colombiana y cada uno en su pequeño mundo íntimo ¿cómo se puede hacer cargo y emprender una rebelión cultural? Si cada uno se encarga de pensar su propio carácter, su propio ethos, está regalando un poquito de salud a esta sociedad tan enferma.


Todas las columnas del autor en este enlace: Santiago Restrepo Betancur


Santiago Restrepo Betancur

Licenciado en filosofía y letras, psicólogo con orientación psicoanalítica.

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