“El aumento continuo en el precio de la gasolina es un recordatorio doloroso de cómo las promesas electorales pueden quedarse en el papel mientras la realidad se vuelve más desafiante para la ciudadanía.»
En un país donde las promesas electorales a menudo parecen evaporarse al cruzar el umbral del poder, el incremento continuo en el precio de la gasolina parece ser una dolorosa confirmación de que las palabras pueden distanciarse mucho de la realidad. No hay necesidad de recordar que durante la campaña, el gobierno prometió una reducción en el precio del combustible para aliviar la carga económica de los ciudadanos. Sin embargo, como las recientes noticias demuestran, no solo se ha incumplido esa promesa, sino que los precios han continuado su marcha ascendente, dejando a la clase media y baja en una posición aún más precaria.
La noticia de que el precio de la gasolina podría superar los 16 mil pesos por galón es un golpe amargo para aquellos que habían depositado su confianza en actual gobierno. La narrativa de «cambio» queda empañada cuando los ciudadanos enfrentan la realidad de un mayor costo de vida debido a una carga cada vez más pesada en sus presupuestos de transporte. El incremento en el precio del combustible no solo afecta la movilidad, sino que también tiene un efecto dominó en la economía en general.
Es especialmente notable que el paro nacional de taxistas haya sido una respuesta directa a estos aumentos. Un sector vital para la movilidad y la economía se ve amenazado por las decisiones gubernamentales que no parecen tener en cuenta las dificultades reales que enfrentan aquellos que dependen de los vehículos para su sustento. Las protestas de los taxistas son un recordatorio claro de que las políticas deben tener en cuenta a quienes más las sienten, en lugar de simplemente cumplir agendas políticas.
La ironía es palpable cuando recordamos las promesas de campaña. La promesa de reducir el precio del combustible parecía una esperanza concreta en un momento en que la economía estaba tambaleándose y las familias buscaban alivio financiero. Pero a medida que los precios de la gasolina continúan subiendo, la incredulidad y la frustración se instalan en la mente de muchos. ¿Dónde está la conexión entre las palabras y los hechos?
La situación actual demanda una reevaluación de las prioridades gubernamentales. La transición energética es crucial, pero no debe ser una excusa para ignorar las necesidades inmediatas de la población. El incumplimiento de una promesa electoral tan tangible como el precio del combustible erosiona la confianza en el liderazgo y en la capacidad del gobierno para comprender y abordar las dificultades reales que enfrenta la sociedad.
El aumento continuo en el precio de la gasolina es un recordatorio doloroso de cómo las promesas electorales pueden quedarse en el papel mientras la realidad se vuelve más desafiante para la ciudadanía. Es esencial que el gobierno vuelva a conectarse con las realidades de la clase media y baja, y priorice medidas que alivien su carga financiera. Solo así podremos ver una verdadera mejora en la calidad de vida de los ciudadanos que confiaron en un cambio real y tangible.
El señor Juan Carlos Ramirez olvida
1) La politica de precios de los combustibles en Colombia se fijo en el gbno de Andres Pastrana (1998).
2) Un componente clave es el precio FOB promedio ultimos 30 dias golfo de Mexico + Fletes costa golfo de Mexico a Puerto Colombiano.
3) Ecopetrol refina el 60% de la gasolina y el diesel. Lo vende en Colombia a precios internacionales.
3) Colombia importa 40% de la gasolina y el diesel que se consume en el territorio.
4) El fondo de estabilizacion de precios arrastra en deficit que dejo el gbno de Ivan duque.
¿De pronto pagarle a Ecopetrol con canciones?