“Y a lo anterior se le añade el hecho de que cada año los Algunos factores de riesgo se hacen mas complejos ya que esto van desde Cambio climático hasta las Pandemias pasando por situación tan difíciles como la Inestabilidad económica y financiera, el terrorismo y las redes criminales transnacionales así como Fragilidad cibernética, Volatilidad geopolítica o Diversas formas de conflicto, lo cual sugiere la necesidad de un cambio cultural”.
En días pasados, tuve la oportunidad de participar en el curso de seguridad en centros educativos ofertado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Lo que más me llamó la atención de este curso fue la necesidad urgente de cambiar nuestra mentalidad respecto a la atención de desastres en América, y particularmente en Colombia. Es imperativo que pasemos de una cultura de reacción a una cultura de previsión.
Para nadie es un secretor que en nuestra cultura casi siempre los desastres nos toman mal parados, y muchas veces los damnificados salen a pedir ayuda sea porque el evento adverso pareciera que los desbordara, es decir vivimos en una cultura que es reactiva al desastre.
Y a lo anterior se le añade el hecho de que cada año los Algunos factores de riesgo se hacen mas complejos ya que esto van desde Cambio climático hasta las Pandemias pasando por situación tan difíciles como la Inestabilidad económica y financiera, el terrorismo y las redes criminales transnacionales así como Fragilidad cibernética, Volatilidad geopolítica o Diversas formas de conflicto, lo cual sugiere la necesidad de un cambio cultural.
Año tras año, la humanidad enfrenta las consecuencias de desastres naturales y emergencias que provocan pérdidas humanas, daños en infraestructuras y la interrupción de servicios vitales. A pesar de los avances tecnológicos y los recursos invertidos, no hemos logrado mitigar estas pérdidas de manera efectiva. Según el Observatorio Vesuviano (1993), se ha producido un constante aumento en el número de pérdidas causadas por catástrofes naturales.
Esta situación subraya la necesidad de fomentar una cultura de prevención que comience en el ámbito educativo pero que repercuta en un cambio de mentalidad sobre la gestión del riesgo. Es esencial preparar a las escuelas y universidades con una visión proactiva, promoviendo nuevos estilos de gestión que aseguren decisiones efectivas para la comprensión y mitigación del riesgo.
Desde el derecho y la bioética, es crucial reflexionar sobre esta cultura de previsión. La antropología jurídica, como subdisciplina que estudia las leyes y normas en diferentes culturas, puede ofrecer valiosas perspectivas para generar cambios culturales necesarios. Esta disciplina investiga cómo las normas jurídicas reflejan e influyen en las estructuras sociales y las relaciones de poder, ofreciendo herramientas para comprender y transformar nuestras prácticas frente a los desastres.
La antropología jurídica estudia las leyes y sistemas jurídicos en diversas culturas, interesándose tanto en las leyes formales como en las prácticas legales informales. Esta subdisciplina analiza cómo las normas jurídicas son moldeadas por las culturas y, a su vez, influyen en las estructuras sociales. Igualmente estudia los cambios culturales que las diferentes regulaciones pueden lograr en una sociedad.
La antropología jurídica actual aborda temas como los derechos humanos, la justicia transicional, el pluralismo jurídico y el impacto de la globalización en las normas legales locales. Este campo de estudio revela cómo las leyes pueden ser herramientas tanto de opresión como de emancipación.
Es urgente y necesario fomentar la preparación para emergencias en el ámbito educativo, con una visión proactiva que incluya la promoción de nuevos estilos de gestión y convivencia. La antropología jurídica, al ofrecer una perspectiva crítica sobre cómo las leyes y normas moldean la sociedad, puede contribuir significativamente a esta transformación, promoviendo una mayor justicia e igualdad social.
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