La baraja de candidaturas para las elecciones presidenciales de 2026 ha estado bastante amplia y difusa, en la mayoría de los sectores o partidos políticos pareciera no haber un consenso – por ahora- sobre quién sería su candidato/a oficial. Sin embargo, sí ha venido quedando claro que, varias mujeres aspirarían de manera decidida a la carrera por la presidencia de Colombia.
Resulta fundamental que se abra esta posibilidad y el país visualice la importancia de tener una mujer presidenta. Si bien, ha habido participación de varias mujeres por la carrera presidencial en otras elecciones. La que más cerca estuvo de lograrlo fue Nohemí Sanín en el año 1998, se presentó por el movimiento “Sí Colombia” (con una perspectiva más de centro o centro derecha) su fórmula vicepresidencial en ese entonces fue Antanas Mockus. Sorprendentemente la candidata logró la tercera mayor votación en ese momento y consiguió alrededor de tres millones de votos.
Debe reconocerse que en un país como Colombia, que tiene el machismo enraizado en la sociedad, muchos suelen ser escépticos o incluso se opondrían de manera agazapada a la viabilidad de una primera mandataria. Pero las cosas han venido cambiando y puede ser el momento para que una mujer sea jefa de Estado y llegue la Casa de Nariño. La reciente elección de Claudia Sheinbaum como la primera mujer presidenta de México (una nación con altos índices de violencia contras las mujeres), marca un hito para este país, no obstante; también fortalece las esperanzas y expectativas para las candidatas presidenciales en Colombia de cara a 2026.
Por ahora, las aspirantes que se proyectan con mayor claridad son dos en el espectro político de la derecha y una que representa al centro. En el primer caso vemos a María Fernanda Cabal y a Vicky Dávila como las más probables candidatas que representarían una opción para los partidos tradicionales más alineados en una posición de derecha. La otra candidata sería Claudia López, que buscaría concitar la unidad de todos los sectores del centro político y tendrá el reto de seducir votantes de derecha moderados e izquierda progresistas.
Por el lado de la izquierda, los sectores afines al gobierno del presidente Petro y al proyecto del Pacto Histórico, han sonado varios nombres. Por ejemplo, la senadora María José Pizarro, la exministra de salud Carolina Corcho y la actual vicepresidenta Francia Márquez. El desafío de este sector será construir una candidatura sólida y viable, evitar las peleas internas que fragmenten a sus seguidores y dispersen sus electores. Además, tendrán que afrontar el lastre que deje el gobierno de Petro, con relación a las promesas incumplidas de campaña y las reformas sociales que quedarían a medio camino o con baja ejecución. Sin dejar de lado el tema de los escándalos de corrupción como el de la UNGRD y la posible profundización de la crisis del sector salud.
Justamente la agenda de la campaña presidencial del 2026 estará marcada por propuestas que girarán en torno a grandes temas que quedaron pendientes por solucionar en el gobierno saliente. Muy seguramente la situación de seguridad será uno de los asuntos que todas las candidatas trabajarán -cada una desde su perspectiva- deberá tenerse en cuenta el desenlace de los diálogos de paz con el ELN, pues jugará un papel fundamental en la política de seguridad que se quiera proponer al país para los próximos cuatro años.
La lucha contra la corrupción tendrá una significación muy amplia en el debate y las iniciativas de campaña presidencial. Y quedará pendiente el tema relacionado con la posible profundización de la crisis del sistema de salud y los resultados o control de daños que logre realizar el actual gobierno antes de las elecciones presidenciales.
Finalmente, si llegásemos a tener una segunda vuelta presidencial con dos mujeres en la contienda electoral. Sería crucial que ambas se comprometan a continuar trabajando por sacar adelante reformas sociales que cierren la brecha de inequidad en el país. Y sobre todo que las candidatas tengan el compromiso irrestricto de adelantar una política pública eficiente e integral para la prevención de la violencia de género y la erradicación de los feminicidios.
Así las cosas, Colombia debería prepararse, estar a la altura para construir y trabajar por la llegada de la futura y primer presidenta mujer 2026-2030.
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