Una foto bien tomada no genera votos, un video bien editado tampoco. Lo que genera votos es la coherencia, la interacción constante y la conversación honesta, dentro de una estrategia bien planificada sin improvisaciones.
En Colombia entramos a una fase decisiva: elecciones al Congreso en 2026 y, de inmediato, la carrera presidencial. Y aunque el calendario avance en silencio, la gente no. La ciudadanía está cansada de la improvisación, del político que aparece solo cuando hay tarima y micrófono. Hoy, la política no se debe gritar, sino pensarse, planearse, conversarse y vivirse en digital. Porque sí, la política cambió, y quien no entienda el poder del mundo digital se queda atrás.
La digitalidad no es moda, es la nueva arena política
En un país donde las discusiones nacen en un live, explotan en X y circulan por WhatsApp, hacer política sin estrategia es como construir una casa sin planos. Por eso, conceptos como inbound marketing político, segmentación emocional, storytelling, analítica de datos y experiencias digitales dejaron de ser “sofisticaciones” y pasaron a ser herramientas básicas de cualquier campaña seria.
Y no, esto no va de publicar frases bonitas: va de leer la data, planear y sostener una narrativa que acompañe al ciudadano desde el primer clic hasta la urna. No se debe dejar espacio a la improvisación; esta se siente a metros: huele, suena, se nota. Y cuando aparece, la credibilidad se desploma.
Ni likes ni filtros: la política se gana con coherencia
Las redes son territorios políticos. Allí se levantan reputaciones, se hunden narrativas y se mueven emociones. Lo que antes pasaba en una plaza pública hoy pasa en un video de 40 segundos que puede llegar a un millón de personas. Pero el éxito no está en el alcance, sino en la conversación que despierta el candidato. La gente no quiere perfección: quiere humanidad.
Vivimos en una realidad más emocional que racional, donde reinan las fake news. Sin embargo, se debe entender que hay un electorado consciente, uno que busca un mayor impacto, más cercano y real. Los likes de una foto bien tomada o un video bien editado no son votos. Lo que realmente genera votos es la coherencia, la interacción constante y la conversación honesta, dentro de una estrategia bien planificada sin improvisaciones.
Comunicación bidireccional: el mínimo vital de la política moderna
La vieja política hablaba; la nueva escucha. Y aun en la digitalidad, si un candidato no escucha, simplemente no existe.
Responder comentarios, abrir diálogos, aceptar críticas y construir propuestas con la gente no es una técnica: es una actitud. Esta actitud convierte seguidores en comunidad, comunidad en movimiento y movimiento en poder real.
Cuando el político deja de hablarle a la gente y empieza a conversar con ella, la política recupera alma.
Ciudadanía consciente: el verdadero protagonista del 2026
Con polarización, crisis económica y desconfianza institucional, el reto es despertar una ciudadanía que no trague entero. Una ciudadanía que pregunte, investigue y contraste, que no se deje arrastrar por titulares alarmistas ni cadenas de WhatsApp.
Esa ciudadanía exigirá algo muy claro en 2026: política transparente, estratégica y digital que no improvise con su futuro.
2026 será el año de la estrategia
Los candidatos que entiendan que la política es un proceso —no un evento de fotos y abrazos— serán quienes conecten de verdad. Los demás seguirán posteando el clásico “buenos días, mi gente linda”, esperando milagros que ya no llegan.
El país cambió. La gente también. 2026 no será el año de los improvisados, será el de los estrategas. Y la última palabra la tendrá una ciudadanía más despierta, más crítica y más digital que nunca.














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