“lo aceptamos; dicen los tratadistas en mención a las contradicciones ideologías que revisten nuestro país”.
Caótico. Así se calificaría el panorama sociopolítico evidenciado tanto en las vertientes del estado como en la ciudadanía misma en los últimos años. El disconforme de un sector muy amplio de la sociedad referente a la administración ejecutiva, se ha reflejado en la cúspide de la política nacional a consecuencias de una fuerte contrariedad entre las bases ideológicas impregnadas en la nación. Se plantean así nuevas tendencias políticas que han de chocar con las denominadas tradicionales; evocando una clara polarización.
Desde 1991 (Constitución vigente), ya se hablaba de la implementación de tendencias sociales que atendieran de manera efectiva los problemas nacientes en una población que para entonces, era mucho más vulnerable que en la actualidad. Principios y disposiciones que han sido consagradas constitucionalmente y que obligan de manera bilateral a que el estado atienda con «más solidaridad» las deficiencias que puedan tener los particulares: sean sociales, económicas, culturales y por supuesto fundamentales. A esta disposición le llamaremos, de lo social.
Al mismo establecimiento cronológico se le suma una idea del régimen particular con altibajos en el siglo XIX y desarrollado en el siglo posterior, conceptuado: liberalismo económico. Colombia con sus libertades individuales marcadas en todas sus disposiciones, optó sabiamente por preservar dicho modelo; a sabiendas, presumo, de su futuro conflicto con las disposiciones sociales ya expuestas.
Desde estas dos bases ideológicas independientes, ya se denota la clara polarización a riendas de que del desarrollo de una, se vulnera la fundamentación práctica de la otra. Y es desde esta fórmula general que se han venido presenciando los choques de ímpetu política a lo largo de estos años. El debate público alega que este fenómeno de diferencias se había materializado en el plebiscito sobre los acuerdos de paz en Colombia (2016); integrando los diferentes conflictos entre «partidos políticos y sociedades», que a lo sumo, fueron diferencias de intereses. Sin embargo, la polarización claramente tomó fuerza ideológica y por lo visto también institucionalmente, durante las recientes elecciones. Movimientos políticos que marcaban claramente estas dos tendencias ideológicas; que se repudiaban entre sí, bien sea por sus métodos o por su concepción misma.
En la actualidad; a poco de establecerse el nuevo gobierno, ya se habla de los retos y responsabilidades que este tendrá sobre sus cimientos respecto a la polarización; del cómo llegar a una unificación ciudadana. El presidente electo Iván Duque lo manifestó en uno de sus discursos con el sello de «un país para todos». En un debate público uno se pregunta: ¿cómo es posible llegar a tal unificación entre conflictos ideológicos de hace más de dos décadas? Sin duda alguna es un reto ambicioso para la nueva administración y que nos deja a todos expectantes.
Nota: Entre los discursos más sonantes del electo presidente, está el de un futuro moldeado fuera del régimen ideológico. La espera dirá a qué curso alega tal discurso.
@MartinBBF.