A lo largo de la historia universal, fueron los y las estudiantes quienes en numerosas oportunidades supieron tomar la antorcha de los reclamos sociales. Como en las movilizaciones que dieron lugar a la reforma universitaria en argentina de 1918, el movimiento estudiantil mexicano del 68, el mayo francés, el Cordobazo en Argentina, las protestas universitarias de Colombia en el ´71 y tantos otros…
El pasado 23 de abril, la ciudad de Buenos Aires y numerosos puntos de Argentina toda se poblaron de estudiantes universitarios. La serie de recortes al Estado nacional implementados por el presidente Javier Milei motivaron, una vez más, que la estudiantina se adueñe de las calles y de la lucha.
La llamada “Ley Bases” que impulsó el gobierno libertario de Milei (o anarco capitalista, como lo define él mismo), que propone una profunda transformación del Estado que implica numerosas privatizaciones, la vuelta del impuesto a la ganancia y una fuerte flexibilización laboral ya tuvo media sanción. En ese escenario, y como reflejo del descontento de una parte de la sociedad argentina, son los jóvenes los que llevaron la posta de la protesta. Muchos de éstos, incluso, hayan sido quienes posibilitaron el ascenso al poder del presidente.
A lo largo de la historia universal, fueron los y las estudiantes quienes en numerosas oportunidades supieron tomar la antorcha de los reclamos sociales. Como en las movilizaciones que dieron lugar a la reforma universitaria en argentina de 1918, el movimiento estudiantil mexicano del 68, el mayo francés, el Cordobazo en Argentina, las protestas universitarias de Colombia en el ´71 y tantos otros…
Esta no parece ser la excepción.
Desde temprano una masa numerosa se congregó en distintos puntos del país, con la misma consiga “la defensa de la universidad pública”. La misma universidad que permitió que sus aulas se llenen de hijos de la clase obrera, muchos de ellos inmigrantes analfabetos que jamás habían pensado tener hijos universitarios.
La educación es una fuerza transformadora, no sólo porque es el motor de la movilidad social ascendente, sino porque permite el desarrollo científico, tecnológico e intelectual de los países.
Entre la multitud de jóvenes también había familias completas, jubilados, obreros, sindicalistas y profesionales. Tampoco fue escenario exclusivo de un partido político, a pesar de la polarización cada vez más profunda.
Si algo aprendió América Latina es que, a pesar de la polarización partidaria de la mayoría de sus países, cuando de regresión de derechos inalienables se trata, la sociedad vuelve a unir sus pedazos rotos.
Poco más de una semana después, la marcha sigue resonando en los medios, en los claustros y en las casas de familia. Sin embargo, parecería no haber movido el timón del gobierno argentino.
La poesie est dans la rue (la poesía está en la calle) rezaban los carteles de aquel mayo del 68 en París, tal vez sea hora de que las calles sigan recitando sus poemas para que los gobiernos latinoamericanos escuchen su rabia.
Todas las columnas de la autora en este enlace: Karina Insaurralde
Portada: Fuente: Somos Telam
Muy buenos y claro tu columna