“Hay que plantearnos acá la necesidad de recuperar la comunicación como un espacio común, no como un arma de dominio.”
La comunicación
La comunicación es uno de los elementos fundamentales del ser humano y su civilización, ficha importante en su proceso evolutivo y gran promotora del desarrollo social al que hemos llegado. La comunicación es una herramienta poderosa que muchos han subestimado y dejado pasar desapercibido; sin embargo, en la historia política del mundo, pocos personajes han logrado dejar grandes huellas usándola más como herramienta, como un arma poderosa.
Las palabras tienen poder, me dice mi madre cada tanto. Y es que, el poder del discurso no se limita sólo a lo que se dice, sino en lo que hace que otros hagan. El poder de convencimiento y la invitación exitosa a la acción que han tenido los líderes políticos que han logrado escribir la historia del mundo, ha hecho que sus palabras trasciendan a otro plano, que del aire, sus palabras pasen a la acción, al plano real y realizable.
Con lo anterior, rompemos por completo la teoría primitiva que propusieron Claude Shannon y Harold Lasswell de que la comunicación se limita a la transmisión de información. La comunicación es una forma de acción (común-acción).
El origen etimológico de la comunicación nace del latín comunicatio, que a su vez deriva del verbo comunicare, que significa: “poner en común”, “compartir algo con otros”.
La idea de la comunicación como acción-común ha sido especialmente desarrollada por Jesús Martín Barbero, uno de los teóricos más influyentes en el campo de la comunicación en América Latina.
En gran parte de su obra, en especial en De los medios a las mediaciones (1987), propone una visión de la comunicación que cambia totalmente el concepto tradicional propuesto por Shannon y Lasswell. Sin embargo, no quiere decir que entre una y otra teoría se contradigan. Más bien, Jesús Martín Barbero amplía el concepto y la panorámica a su contexto y le da un papel más importante a la comunicación comprendiéndola como una acción más trascendental. Plantea que la comunicación es más que un canal o un medio: es una práctica cultural, social, y profundamente interactiva.
Por el lado europeo también tenemos a Paolo Virno, quien hace parte del movimiento de los autonomistas italianos, junto con pensadores como Antonio Negri y Franco “Bifo” Berardi. En su obra más influyente, Gramática de la multitud (2004), Virno desarrolla la idea de que el lenguaje no es sólo un instrumento de comunicación, sino una capacidad antropológica fundamental que revela la naturaleza social y política del ser humano. Entre sus conceptos, dice que la comunicación no es neutral, sino que produce subjetividad, organización y resistencia. Por ende, las luchas políticas asan por el control del discurso.
Y por otro lado tenemos a Jürgen Habermas, quien profundiza en las teorías filosóficas contemporáneas sobre el lenguaje, la sociedad y la democracia. Su apuesta principal es sobre la acciòn comunicativa expuesta en su obra Teoría de la acción comunicativa (1981) y se opone a la imposición y al poder unilateral, proponiendo que la comunicación debe servir para alcanzar consensos racionales y no para manipular o dominar.
Habermas es considerado como uno de los herederos de la Escuela de Frankfurt. Nacido en 1929 en Alemania, se formó como filósofo y sociólogo. Lo que lo diferencia de la mayoría de los teóricos de la Escuela de Frankfurt, es que es un crítico de esta. Su obra tiene fundamentos en la defensa de la ética, la política, la razón y el lenguaje. Pero yendo más allá, se ha preocupado por cómo sostener una democracia racional y participativa en sociedades complejas.
Una de las premisas encontradas en su obra es que la acción comunicativa es un tipo de acción social en la que los participantes buscan entenderse y llegar a un acuerdo, basados en razones, no en intereses ni imposiciones.
Y era a este punto donde quería llegar. Contrario a lo propuesto por Habermas, que sería el ideal de una democracia, muchos de los discursos políticos han invertido el sentido de Habermas. La comunicación propuesta como herramienta de dialogo razonal, ha sido usada por personajes políticos como arma para convertir la comunicación en imposición llevando a las sociedades contemporáneas a autoritarismos.
El impacto real de la comunicación es tal, que el poder de una frase puede cambiar el rumbo de la historia. Las palabras y discursos han sido seleccionados y utilizados cuidadosamente por los líderes políticos para manipular electorados, convencer y movilizar masas.
Discursos que matan
Después de los atentados a las torres gemelas el 11 de septiembre del 2001, el presidente de los Estados Unidos George W. Bush pronunció en un discurso la famosa frase:
“Si no estás con nosotros, estás contra nosotros” (George W. Bush, 2001)
Esta frase tuvo en su momento un impacto supremamente amenazante y autoritario, sugiriendo que la parte del mundo o cualquiera que no estuviera de acuerdo en las ideas impuestas por el gobierno estadounidense, se consideraba su enemigo y era incluso señalado como terrorista y enemigo militar. Al eliminar los matices se genera polarización y obliga a tomar partido sin siquiera haber un cuestionamiento crítico.
De este modo hoy, con un cuarto de siglo transcurrido, Estados Unidos ha logrado justificar guerras y ataques militares en medio oriente logrando aliados e imponiendo sanciones económicas y políticas a aquellos países que no considera como aliados.
No se puede quedar por fuera de este listado, por supuesto, Adolf Hitler, el líder del régimen Nazi que más causó terror en el siglo XX. Siendo un joven militar, su ascenso al poder fue facilitado por su gran capacidad de oratoria. Sus palabras eran sencillas y genéricas, pero decían cosas que el pueblo quería escuchar. Una de sus tácticas fue la constante repetición de premisas sencillas que se quedaran en la mente de las personas, pero que impulsara a la acción de venganza por enemigos internos que él mismo construyó, con narrativas de odio y discriminación hacia minorías que fueron acusadas por él de ser las causantes de las desgracias del pueblo alemán, sobre todo después de su derrota en la primera guerra mundial y el famoso tratado de Versalles, que para él deshonraba y humillaba al pueblo alemán.
“Debo cumplir con mi misión histórica y la cumpliré porque la divina providencia me ha elegido para ello”. (Adolf Hitler 1938)
El discurso de la divinidad y el superhombre (concepto estudiado por Nietzsche), le dieron a Hitler un poder de justificación de sus acciones.
El superhombre es el individuo que trasciende la moral tradicional, rechaza los valores impuestos por la religión, la culpa y la obediencia ciega. Crea su propio sistema de valores y vive con voluntad de poder. Esto se podría interpretar como una atribución de poder que nadie le dio, sino que él mismo se atribuyó a sí mismo, para justificar sus acciones, sin tener en cuenta las consecuencias venideras para su propia sociedad y las que lo rodeaban.
Gracias a su capacidad de oratoria, por medio de sus discursos y las estrategias de comunicación usadas por su propagandistas Joseph Goebbels, Adolf Hitler logró usar la comunicación y el discurso como un medio para montar su régimen de terror estallando consigo la guerra más sangrienta de la historia de la humanidad, exterminando a pueblos enteros, invadiendo naciones y venciendo por completo los sistemas democráticos de Alemania, que él consideraba como débiles y defectuosos, para lograr sus objetivos ambiciosos de expansionismo y totalitarismo.
“Exprópiese”. (Hugo Chávez)
Esta fue una de las palabras más utilizadas por el gobierno de Hugo Chávez entre 1.999 y 2.013. Palabras como esta dejan un mensaje claro y directo que refleja la forma de gobierno de uno de los personajes políticos más polémicos en América latina en la primera década del siglo XXI.
La intervención estatal absoluta sobre la propiedad privada y la economía nacional marcaron la forma de gobierno de Chávez en Venezuela. Se estima que su gobierno expropió más de 5.500 propiedades privadas entre sectores del petróleo, alimentarios, telecomunicaciones, eléctrico y otros sectores estratégicos.
En sus discursos públicos, además, usaba un lenguaje de ataque estratégico usando eufemismos y simbolismos pares nombrar lo que él consideraba enemigo del gobierno. En unos de sus discursos ante la ONU, decía que había estado presente el diablo en aquel lugar dando un discurso, refiriéndose al presidente de estados unidos. Si bien su ideología política era abiertamente antiimperialista, sus discursos eran manipulados usando eufemismos y simbolismos irónicos y sarcásticos para referirse a homólogos o políticas que estaban en oposición a su gobierno.
Su discurso, aplaudido por muchos y criticado aun por muchos más, influyó muchos años en grupos colectivos en su país. También hacía alusión constantemente al libertador Simón Bolívar, para justificar sus decisiones gubernamentales diciendo que seguía un mandato o una voluntad bolivariana. La repetición constante y el lenguaje cotidiano, también fueron estrategias importantes que le ayudaron a expandir su discurso y llegarlo incluso a internacionalizar.
“El estado de opinión” (Álvaro Uribe Vélez 2008)
El estado de opinión es un concepto político que describe una forma de gobierno o de ejercicio del poder donde las decisiones del estado se fundamentan más en la opinión pública (o en la que los gobierno interpretan como tal) que en las normas jurídicas, institucionales o técnicas del estado de derecho.
Al buen estilo de Hitler, una de las estrategias de Uribe, presidente de Colombia entre 2.002 y 2.010, fue manejar la agenda de los medios de comunicación a su antojo. Pasando por encima de las instituciones del estado, sostuvo la idea de que como sus propuestas, polémicas la mayoría, eran populares y tenían buen asentamiento en la opinión pública y por ende en gran parte de la población votante, se justificaban, así pisotearan el derecho internacional humanitario, la constitución nacional y las leyes e instituciones estatales.
Sus discursos de odio, manipularon a gran parte del pueblo colombino durante años, llegando incluso a justificar las ejecuciones extrajudiciales o los mal llamados falsos positivos cometidos por la fuerza pública. Pero sus palabras fueron tan poderosas, que incluso la persecución la sufrieron líderes sindicales, defensores de derechos humanos, miembros de la oposición política del momento o periodistas.
Durante muchos años en las protestas y en los murales se ha estampado la famosa pregunta: “¿Quién dio la orden?”, haciendo alusión a la cifra proporcionada por la JEP, Jurisprudencia Especial para la Paz, quien reveló que hasta el momento se tenían cuentas de ejecuciones extrajudiciales o falsos positivos por 6.402 víctimas. Sin embargo otras fuentes estiman que podrían ser más de 10.000 los crímenes en esta modalidad cometidos por miembros de la fuerza pública obedeciendo a otro famoso discurso impulsado por Uribe Vélez: el del “enemigo interno”.
El gobierno Uribe es un gran ejemplo del poder de la comunicación. Por medio de sus discursos movió masas de fanáticos que lo seguían y defendían ciegamente. Sus discursos, aunque incluían términos que él mismo acoplaba para justificar ciertas ideas, eran claros y directos. Su lógica de crear un enemigo interno para justificar el endurecimiento del conflicto interno tuvo una acogida rápida y precisa en gran parte de la sociedad. Sin embargo, sus discursos se prestaron para cometer y querer justificar delitos de lesa humanidad como masacres cometidas por grupos armados ilegales con complicidad de la fuerza pública. Ese mismo conflicto y bajo esa misma lógica de la persecución al enemigo interno, involucró a miembros de la sociedad que nada tenían que ver con el conflicto, pero fueron víctimas letales y de persecución, exilio y amenazas a miembros de sus familias.
Estrategias de comunicación
Hay un patrón común en los anteriores ejemplos y otros tantos que por tiempo y espacio no cito acá. La utilización de frases mesiánicas o absolutistas permite simplificar y hacer más entendibles los discursos, diseñados para masas que no se interroguen ni se cuestionen, que es uno de los problemas de las sociedades. Goebbels, el propagandista del nacismo en Alemania, dejó muy claro esto y ha sido usado por los grandes estrategas de comunicación desde entonces. Una de las premisas que impartía era que entre más sencillo sea el mensaje, mas queda en las mentes de los interlocutores. Y lo importante es repetir con esa misma sencillez el mensaje que se quiere comunicar.
El uso de frases paternalistas o moralistas como: “Todo lo que hacemos es por el bien del pueblo”, “El orden se impone para proteger la libertad”, que manejan una aparente neutralidad o bien común, en realidad han sido usadas por las figuras políticas para disfrazar intenciones de guerra, expansionismo, o eliminación del adversario. La comunicación ha sido utilizadas como arma para logras sus fines, justificando sus medios, sin medir las consecuencias devastadoras que han marcado la historia de la humanidad con huellas imborrables.
En la comunicación todo importa: cada palabra, cada frase, cada señal y movimiento. Todo comunica. Habría que preguntarnos hoy, después de todo lo vivido y lo que actualmente estamos viviendo: ¿Cómo estamos usando el lenguaje hoy en día? ¿Qué frases escuchamos que suenan inocentes pero están cargadas de manipulación?
Como sociedad debemos hacer una lectura crítica del discurso político. Hay que plantearnos acá la necesidad de recuperar la comunicación como un espacio común, no como un arma de dominio.
Vuelvo al punto de Habermas y la necesidad de marcar puntos éticos y morales en la comunicación. El uso de la razón en el lenguaje para sostener una democracia racional y participativa en sociedades complejas como las contemporáneas. Y esto implica que los puntos éticos y morales que se implementen no busquen la manipulación para alcanzar fines individuales, sino poner siempre la razón y el bien común por encima de todo. La comunicación como herramienta de democratización y no como arma de manipulación.
Este asunto no sólo nos compete a quienes estudiamos o ejercemos el campo de la comunicación. En este espacio de debate también deben caber los actores políticos, por supuesto, pero aún más importante, las sociedades en total, pues son estas participes de la democracia y las políticas que rigen en el mundo actual. El dialogo como forma de debate, en tiempos de guerra, debe permanecer abierto siempre.
Fuentes:
- https://medicentro.sld.cu/index.php/medicentro/article/view/750
- https://g.co/kgs/VuWyJSw
- https://g.co/kgs/LHyGQMF
- https://g.co/kgs/bBvFp5p
- https://traficantes.net/sites/default/files/pdfs/Gram%C3%A1tica%20de%20la%20multitud-TdS.pdf
- https://g.co/kgs/KbGdnk1
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- https://es.wikipedia.org/wiki/Escuela_de_Fr%C3%A1ncfort
- https://georgewbush-whitehouse.archives.gov/infocus/nationalsecurity/index.es.html
- https://www.escritas.org/es/t/8059/debo-cumplir-con-mi-mision
- https://www.youtube.com/watch?v=X-zfD5SKeVQ
- https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-5712361
- https://voragine.co/historias/fact-checking/de-donde-salio-la-cifra-de-6402-ejecuciones-extrajudiciales/
- https://cambiocolombia.com/personajes/podrian-ser-mas-de-10-mil-coronel-destapa-la-cruda-realidad-de-los-falsos-positivos
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