Gran parte de la historia en Colombia ha sido de luchas, confrontaciones y formas de violencia social y política. La lucha por llegar al poder político a como de lugar, ha sido el principal objetivo de muchas campañas que dan pie a la generación de discursos polarizantes de amigo-enemigo que pueden resultar siendo nocivos para una democracia pluralista en el sentido positivo que consagra nuestra Constitución Política.
El pasado 11 de marzo los colombianos cumplimos una cita trascendental con el país, y fue la de elegir el Congreso de la República. Cabe resaltar que los resultados de estas elecciones no evidenciaron la aparente polarización entre izquierda y derecha que algunos medios de comunicación quisieron mostrarle a la sociedad. Lo que realmente deja ver la composición del Congreso, antes que una supuesta sociedad polarizada, es una sociedad con posiciones políticas diversas, plurales y con matices que son saludables para la democracia. En el senado, por ejemplo no hay ninguna fuerza política que hegemonice, pero, ni siquiera un acuerdo entre las tres fuerzas políticas con mayor número de senadores pueden hacer mayoría (Centro Democrático, Cambio Radical y Partido Conservador). En total, estos tres partidos políticos, que pueden reflejar el espectro desde la derecha hasta la centro-derecha, suman 50 Senadores. Cabe recordar que tendremos un senado de 108 parlamentarios con los cinco del partido político Farc, producto del acuerdo de paz.
Por otro lado, dentro de esa lectura de pluralidad que refleja el nuevo Congreso, las fuerzas políticas de centro-izquierda representan la cuarta parte del Senado (Alianza Verde, Polo Democrático Alternativo, los Decentes, los 5 Senadores del partido Farc y los dos Senadores indígenas), lo que significa que las tareas de control político de esta agrupación pueden ser de gran importancia para la efectividad y transparencia de la gestión gubernamental y las políticas públicas del Estado. El panorama político nos deja ver en este sentido una muestra de la diversidad social y política que hoy existe en nuestro país. Este escenario de pluralidad es bueno para la democracia; la polarización no es buena para nadie.
Colombia ganará cuando entendamos que somos diferentes por naturaleza y comprendamos que existen matices ideológicos que no tienen por qué dividirnos entre amigos-enemigos; máxime cuando es el tiempo de seguir avanzando hacia la consolidación de una nación que se pone de acuerdo en lo fundamental y supera asuntos triviales que por tantos años nos han tenido en un letargo moral, impidiendo que avancemos juntos en la construcción de un país democrático, desarrollado y de oportunidades legales para el progreso de todos.