“Nunca se escuchará por parte de un gobierno, “no vamos bien”, será más sencillo los toques de queda, con “violencia justificada”
Iniciamos un sexto mes del 2020. Ahora se ven lejanos la hipótesis y esperanza de que el COVID- 19 llegaría hacia nuestro continente, que era una enfermedad de países desarrollados, o como se pensó también en un momento, que en países de temperaturas altas no podría llegar esta enfermedad. ¿Quién hubiera imaginado esta larga situación? ¿Quién hubiera creído que esto se prolongaría por tanto tiempo?
Pasa el tiempo y la incertidumbre es cada vez más creciente. ¿Qué pasará con la cuestión escolar? ¿Qué pasará con los empleos? ¿Qué pasará si me enfermo? ¿Cuánto más va durará esta pandemia?
Hay varios puntos de los que podemos hablar en este momento, el primero de ellos es la ineficacia que han tenido los gobiernos. Es innegable que los gobiernos no podían prever estas situaciones, pero las decisiones que han tomado nuestros representantes dejan mucho que desear. Parece que han olvidado lo que es ser un servidor público (aunque las acciones de estos nos hacen pensar que realmente desconocen el término) pues parece que no quieren el bienestar de sus ciudadanos.
Nunca se escuchará por parte de un gobierno, “no vamos bien”, será más sencillo los toques de queda, con “violencia justificada” con el fin de evitar la propagación de esta pandemia. ¿Pero cómo evitar que aquellos que no tienen un ingreso no salgan de sus casas? ¿Cómo justificar los toques de queda a aquellas personas que realmente necesitan salir? ¿Qué se hará con todos aquellos individuos que han perdido su empleo?
Parece que los políticos han regresado a estar en campaña electoral, donde prometen a los ciudadanos mil soluciones, afirmando que una vez terminada esta pandemia los empleos regresarán, que la economía se estabilizará. El descontento social hace evidente que las acciones de los gobiernos latinoamericanos dejan mucho que desear, protestas, violencia, desobediencia social, aumento de robos, aumento de violencia familiar y de género, discriminación, incertidumbre en la educación de millones de alumnos, estas son las situaciones que se convierten en el cotidianidad de muchos ciudadanos, y quedará como el gran examen de los políticos, de “nuestros servidores públicos” justificar sus acciones con argumentos y regresar la confianza a sus ciudadanos.
Pero sería erróneo decir que la culpa es totalmente de los políticos. Hay un sector de la población que necesitamos, que es indispensable, pero que se ha tratado como “apestados”: todo el personal médico. ¿Quién hubiera pensado que existiría tal rechazo a las personas que día tras día tratan de salvarnos y en muchos casos salvan vidas?
Se les ha llenado su vestimenta de cloro, se les ha corrida de sus hogares, no se les permite subir a camiones, a los taxis, las personas los evitan, han robado sus pertenencias, y en casos extremos quemado sus casas. Se les acusa, en otros casos de dejar morir a las personas por esta enfermedad. Pero ¿Qué pasa con todos aquellos que ignoraron las recomendaciones y hoy están tratando de sobrevivir a esta pandemia? ¿Qué pasó con aquellos agresores que hoy día luchan por su vida, o que ya perdieron a un ser querido por coronavirus?
Esta es la nueva realidad en muchos países latinoamericanos, una vida llena de incertidumbre, donde la voz de nuestros gobernantes se escucha incoherente y poco empáticos. La nueva realidad está a la espera de un cambio, pero no todo debe venir del gobierno, de esas élites que se observa no están preparadas. Lo que debe imperar en este momento es la solidaridad, porque momentos complicados aún estar por venir, más desempleos, más contagios, y por desgracia más muertes. Es momento de recuperar la unidad entre todos los ciudadanos pues esto no será gris para siempre.
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