El concepto de «nuda vida» y el proyecto «Homo Sacer» del filósofo Giorgio Agamben ha suscitado un amplio debate en círculos académicos, sobre todo en relación con los derechos humanos y la soberanía estatal. «Nuda vida» se refiere a la vida reducida a su mera existencia biológica, despojada de derechos. Agamben examina cómo los estados modernos han creado espacios donde ciertas vidas quedan excluidas de la protección legal y política, viviendo en una vulnerabilidad extrema.
El profesor José Luis Villacañas, en su obra «Historia del poder político en España», profundiza en estas ideas, argumentando que el poder soberano se define en parte por su capacidad de incluir o excluir a individuos del orden jurídico. Según Villacañas, esta dinámica de exclusión ha sido una constante en la historia del poder político, y la figura del «homo sacer» —aquel que puede ser matado sin que esto sea considerado un homicidio— refleja cómo el Estado puede despojar a ciertos individuos de toda protección jurídica.
Villacañas también argumenta que esta lógica de exclusión no es una aberración sino una característica fundamental de los sistemas de poder. A través de la historia, los soberanos han utilizado esta capacidad para mantener el control y establecer el orden. El proceso de inclusión y exclusión permite al soberano definir y redefinir continuamente quién pertenece y quién no al cuerpo político, fortaleciendo así su autoridad y legitimidad.
Estos conceptos son especialmente relevantes en el contexto de la migración, donde los migrantes ilegales a menudo se encuentran en una situación de «nuda vida», sin acceso a derechos básicos ni protección legal. En Colombia, la situación de los migrantes se agrava debido a políticas insuficientes y la falta de infraestructura adecuada para atender sus necesidades. La crisis migratoria venezolana ha evidenciado la insuficiencia de las respuestas estatales y la vulnerabilidad de los migrantes.
Según cifras de ACNUR, a finales de 2020 había aproximadamente 1.8 millones de venezolanos en Colombia, con vocaciones tanto transitorias como de permanencia. Los migrantes con vocación transitoria son aquellos que tienen la intención de continuar su viaje hacia otros destinos, mientras que los migrantes con vocación de permanencia buscan establecerse definitivamente en el país. Esta población enfrenta graves problemas de acceso a servicios de salud, educación y empleo, y muchas veces vive en condiciones de extrema precariedad. Los migrantes ilegales, en particular, son propensos a caer en redes de explotación laboral y abuso debido a su estatus irregular.
La falta de protección para los migrantes ilegales en Colombia no solo es una cuestión de políticas migratorias, sino también de derechos humanos. La carencia de un marco legal que garantice derechos básicos perpetúa su condición de «nuda vida». Las organizaciones internacionales y locales han instado al gobierno colombiano a implementar políticas más inclusivas y a fortalecer los mecanismos de protección para los migrantes.
El gobierno colombiano y las organizaciones internacionales cuentan con diversas líneas de apoyo para asistir a esta población vulnerable. Entre estas, se incluyen programas de asistencia humanitaria, servicios de salud, acceso a educación y apoyo legal. ACNUR, en colaboración con el gobierno colombiano y otras ONG, proporciona asistencia directa a los migrantes, incluidas ayudas económicas, programas de integración y protección de derechos. Sin embargo, estos esfuerzos a menudo se ven limitados por la magnitud de la crisis y la falta de recursos adecuados.
La noción de «nuda vida» de Agamben y la figura del «homo sacer» son herramientas conceptuales poderosas para analizar la situación de los migrantes ilegales en Colombia. La falta de protección y reconocimiento legal convierte a estos individuos en vidas despojadas de derechos, subrayando la necesidad urgente de reformas en las políticas migratorias y de derechos humanos en el país.
Comentar