«Parece entonces, que todos estos eventos son el reflejo de lo que en verdad pretendemos: Vernos como una nación vengativa».
Recientes días llegaron y la voz pública se exaltó. Muchas se oían con vagos recelos y otras con fuertes criterios; como siempre, estas hablaban del estado. «Se es necesario esto, se es necesario lo otro; (…) el problema no es esto, sino aquello» difundía el publico. Se llenaba pues el salón, de una mixtura constructiva y destructiva de la critica como circulo vicioso que no tiene un fin ni razón. El victimario como siempre; ha de ser el estado, y las victimas muy claramente; han se ser todos aquellos corderos ciegos e inocentes, victimas del sistema. El concepto de manipulación se convertía en delito, y ya teníamos la estructura gramatical de la no muy compleja retorica de aquellos recientes días: Una victima, un victimario y el delito descrito.
La nación vengativa, esa fue mi principal conclusión de todo este análisis. Resulta que nuestro estado (en el sentido más amplio posible) tiene grandes falencias en todos los campos y nada de esto es susceptible a discusión, puesto que es una realidad a lo neto. La opinión pública como es obvio, no se deja amedrentar de la agresividad desmesurada de nuestro estado e intenta instintivamente sobrevivir bajo el supuesto de fuego con fuego. Es entonces la razón principal de mi conclusión que para este servidor Colombia es una nación vengativa.
Se critica a las distintas instituciones y colegiados de todo el país; se desvirtúa todo el módulo económico que formulan todos los aspectos funcionales de todo nuestro sistema jurídico-social. Además se critica a mala hora pero con buenas razones el funcionamiento de los poderes públicos en toda su plenitud, y en especial, aludiendo a que bajo mis conocimientos ya es de mi competencia, se critica la administración de justicia como un ser incompetente, epiléptico y arcaico. En buena medida, muchos de los calificativos ya mencionados son acertados.
De alguna manera, es acertado y diligente la critica que desde muchas estancias atacan en cierta medida al estado. Pero también debe ponernos a reflexionar el verdadero sentido y razón de estas criticas. A lo muy sonoro, de los pocos efectos que puede generar esta critica de voz pública, es la de levantar el furor vengativo que tanto fluye en nuestra sangre.
La venganza es uno de los elementos más preponderantes en Colombia, y la historia nos lo ha demostrado.
Atacamos a la paz y las instituciones que la promueven, como la inquisición lo hacía a quienes pensaban fuera de la burbuja eclesiástica. No tenemos reparo en criticar las acciones administrativas de la vanguardia, y no me refiero al gobierno central, sino aquellos quienes deciden ir contra la corriente: Ejemplo son, distintas administraciones que promueven el desuso de muchos elementos contaminantes.
Nuestro sistema judicial y en efecto, la más controvertida rama penal, es la imagen propia de nuestra sociedad colombiana. Tiene como fundamento un sistema retributivo y de índole privada; irónicamente es todo lo contrario al sistema que se planteó por allá en los noventas. Bajo esta concepción fundo mi base.
En aquel salón, un ilustrado decía: «Nuestro sistema está completamente distribuido bajo el principio malévolo de la venganza». Tiene razón en su plenitud, la nación colombiana es vengativa. Olvidamos que la paz bebe del perdón y la ilustración de nuevas tendencias contrarias al conflicto, por lo tanto las instituciones no deben regirse bajo los mismos fundamentos a que acostumbran. Nuestro sistema judicial-penal tiene como fundamento la re inserción y re socializar, y sin embargo dejamos a la deriva todo aquel qué se penalice. El periodismo no es tan poderoso sin ayuda del pueblo, y más cuando es atacado por las grandes estancias políticas, aún así desprestigiamos a los más grandes investigadores de este país. Creemos que el foco de la vida jurídica está basado en la persecución e instigación de un simple conejillo de indias. Estamos perdidos bajo la noción vengativa que nuestros padres nos heredaron.
A Santrich lo liberaron y nuevamente el gobierno pierde su actuar vagamente. Enfocados en este solo precepto, hasta la actualidad nuestro nuevo gobierno parece ¡¡que no ha hecho un «reverendo pepino»!!. La JEP ya tiene obligatoriedad para funcionar con todas las de la ley, y en su actuar, nuevamente el gobierno no realizó su cometido. El aumento desmesurado de delincuencia estructurada; delincuencia común; asesinato en serie, se ha vuelto el pan de cada día, el gobierno falla con su dialecto de seguridad. Cae bajo la censura, la protestas razonable de un gran periodista como lo es Daniel Coronell.
Lo peor de todo este repaso jurídico-social, es que la voz pública; la critica del pueblo, apoya indiferentemente todas estas acciones. Parece entonces, que todos estos eventos son el reflejo de lo que en verdad pretendemos: Vernos como una nación vengativa.