“Los eventos bien organizados son excusa para visitar y conocer nuevos lugares, ejemplo de ello son las maratones, carreras de Fórmula 1, mundiales de fútbol, conciertos”.
La mayoría de los municipios del Suroeste antioqueño quieren entrar en la ola del turismo y están desarrollando infraestructura o eventos que les den esa característica. El alcalde de Tarso me confirmó que en julio próximo estará listo el nuevo parque municipal y al final de este año estarán en buenas condiciones las vías urbanas y rurales para que Tarso empiece a estar en la agenda de los turistas.
Hace unos días también estuve en Támesis, una de las personas con las que hablé me contó que Támesis está fortaleciendo su infraestructura turística. Quieren un turismo especializado y no masivo, donde promuevan sus atractivos rurales, ambientales y paisajísticos como el de avistamiento de aves, caminatas por montañas o ríos y hospedaje en fincas rurales cafeteras.
Este tipo de turismo es muy atractivo para los turistas extranjeros que cada vez vienen más a Colombia a pasar largas estadías, incluso a vivir, por la relación costo – beneficio: ganan en dólares o euros y sus ingresos casi que se quintuplican. Si son nómadas digitales pueden trabajar desde cualquier lugar del mundo simplemente teniendo internet.
En Támesis, según mi fuente, ven este tipo de turismo como el futuro: es más rentable desde lo económico, social y ambiental. Los extranjeros dejan más ganancias económicas; desde lo social, al no ser un turismo masivo no se altera -aparentemente- la dinámica social del territorio como el orden público, y ambientalmente no se generan cuantiosos desechos como pasaba al principio en Jericó con el auge de la Santa Laura, que al ser un turismo religioso, mueve masas pero generalmente son personas de bajos recursos que hacían el esfuerzo de desplazarse hasta Jericó para pedir un milagro pero era poco lo que consumían: traían su almuerzo y se regresaban el mismo día para sus lugares de origen. No utilizaban servicios de alimentación ni alojamiento. Ahora ese no es el caso, pues si bien en Jericó el turismo religioso es importante existen otras líneas como el turismo de naturaleza y de aventura que también atrae a extranjeros.
Haciendo un paréntesis, el problema que se está generando en los territorios con los turistas extranjeros y que también viven ciudades como Medellín es la gentrificación: como el extranjero paga más por un alojamiento, los propietarios suben considerablemente los precios que los habitantes locales no tienen cómo pagar, muchos teniendo que emigrar a municipios más económicos.
Esta semana hablé con el alcalde de Titiribí Jaime Humberto Salazar Botero, este es un municipio que dentro de su historia tiene la mina de oro más grande de Colombia en el siglo XIX con la mina El Zancudo y que ahora sigue teniendo actividad minera de carbón y oro aunque a menor escala a la par de otras economías como ganadería, cultivos de café, plátano y caña de azúcar; ahora, le están apostando fuertemente a desarrollar un turismo cultural que fortalezca el tejido social.
Es así como crearon el año pasado el concurso Yo Me Llamo para promover ese tipo de turismo cultural y visibilizar talentos locales. Fue tal el éxito de la primera versión que este año realizarán la segunda versión con premios de hasta 100 millones de pesos con lo que seguramente buena parte de la opinión pública y de turistas tendrán los ojos puestos en este municipio de poco más de 10 mil habitantes.
Allí le están apostando a los eventos culturales como excusa para atraer turismo, aparte del Yo Me Llamo, en junio celebrarán las Fiestas del Folclor que dentro de su programación desarrollará el X Concurso Nacional de Danza Folclórica.
No es descabellado su propósito, los eventos bien organizados son excusa para visitar y conocer nuevos lugares, ejemplo de ello son las maratones, carreras de Fórmula 1, mundiales de fútbol, conciertos, etc.
La moda del turismo en el Suroeste llegó para quedarse, una vocación relativamente nueva pero que bien hecha -como debe ser toda actividad económica- deja beneficios para las poblaciones complementando para bien, las vocaciones productivas que ya tenemos.
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