Cuando recién tenía doce años, mi familia me pidió una opinión para irnos de donde vivíamos. La ciudad de Cali.
Yo me ericé, decidí armar una revolución y al día siguiente cuando asistí al colegio convoqué a mis compañeros para pensar en una forma de atarme a la ciudad. Cali, era mi vida. Estaban mis amigos, y mi familia. Cuando finalizamos la reunión adolescente, concluimos que la mejor forma de quedarme, era haciendo una protesta. En aquella reunión recuerdo que asistieron los duros de los dulces, los juguetes, y algunos grandes pensadores de ajedrez y parqués. Yo en aquel entonces, pensaba que ese equipo revolucionario era demasiado fuerte. Es más yo pensaba que la protesta era una primer gran conquista, y derivada de ella se avecinaban muchas más.
Acordamos que la protesta, debía ser un viernes por la tarde. Los viernes, los padres de familia casi siempre salían más temprano del trabajo, así que podían llevar mis compañeros a mi casa, para llevar a cabo el plan que nos catapultaría como la nueva subversión. Nuestro grupo se llamaba: la mechita. Este nombre se debía a que la mayoría de los integrantes eran hinchas del América de Cali. Y el lema que nos acompañaba era: sin hazaña, no hay batalla.
Llegó el día esperado, yo había pintado varias hojas tamañano carta de color rojo, y las había pegado a un palo de madera, para ondear la frase: “Sergio se queda”. Mis compañeros llegaron puntuales, algunos se pintaron el rostro y decían algunas frases motivacionales. Ese era nuestro día.
Finalmente nos juntamos en una de las plazoletas del lugar donde yo vivía, allí tuvimos nuestra última reunión y acordamos cómo lanzar los mensajes a mi casa de manera estratégica. Establecimos que el sector hacia donde estaba la ventana de la habitación de mis padres, debía ser ocupada por los más bullosos. La puerta, debía ser ocupada por los calmados y analíticos que tuvieran gran capacidad de diálogo. La batalla empezaba, el destino nos llamaba, y la mechita se encendía.
Nota:
Este texto es el resultado de lo trabajado en el curso «El oficio de reescribirse: taller de creación literaria. Diálogos entre la literatura y el psicoanálisis.» Las inscripciones a este taller están abiertas actualmente.
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