Malinalli, Malintzin, Malinche o Marina es uno de los personajes emblemáticos de la Historia nacional mexicana: la gran villana de una historia centrada en la traición que cometió en contra del pueblo mexicano. No hay afirmación más ignorante que esta. No conocemos demasiados detalles de la vida de Malintzin; los datos biográficos más sustanciales que tenemos de ella nos los ofrece el soldado-escritor Bernal Díaz del Castillo, quien, en su crítica a la obra, principalmente, de Francisco López de Gómara, trata de rescatar el papel de la mujer a la que denomina “Doña Marina”, asignándole el calificativo de una mujer de respeto.
La misma época en la que existió esta mujer tampoco ayuda: una época machista en la que los hombres conducen la Historia; la mujer se reduce a un accesorio o, en este caso bélico concreto, es un trofeo que se reparte sin miramientos.
Según Bernal Díaz del Castillo, Malintzin, Malinalli, Malinche, Marina o como guste llamarle, fue regala a Hernán Cortés como muestra de amistad por parte de una tribu ubicada en el actual estado de Tabasco, México. Supuestamente, a su vez, fue regalada a este líder por su madre —de origen noble indígena—, quien, al contraer segundas nupcias, buscaba deshacerse de esta hija. Cortés la toma como pareja no solo por el acto sexual mismo, sino por estrategia: es una mujer culta que habla maya y náhuatl. Las crónicas de la época se refieren a ella como “la lengua”. Cortés abandona su nombre y se convierte en el capitán Malinche “el que posee a Malintzin”. No sabemos por qué Cortés la bautiza con el nombre Marina, quizá por la semejanza fonética con su nombre indígena. Es aliada cercana del ejercito rebelde, porque sí, el ejercito conquistador no estaba formado enteramente por españoles, sino principalmente por pueblos indígenas que habían estado sometidos al Imperio Mexica y que buscaban un cambio: no fue conquista, fue revolución.
Terminando la guerra, Cortés casa a Marina con uno de sus hombres de confianza Juan Xaramillo (Jaramillo). Desconocemos la mayor parte de su vida posterior. Sabemos que el conquistador Hernán, Fernando, Hernando Cortés la buscó para que lo acompañara a su campaña a las Hibueras (actual Honduras). Pero después de su regreso, nada sabemos; historiadores especulan su muerte cerca de 1535. Sin embargo, algunos otros aun han rastreado a Doña Marina como habitante de la Ciudad de México hasta la década de 1550.
Fue la madre de Martín Cortés, hijo que procreó junto con el conquistador; por este hecho se le atribuye haber engendrado al primer mestizo. Mentira. No sabemos quién fue el primer mestizo —¿acaso importa? —, sin embargo, es ampliamente conocido que tanto Jerónimo de Aguilar como Gonzalo Guerrero, luego de su naufragio en tierras continentales, se mezclaron con las etnias mayas, al grado de tener varias esposas e hijos (como la tradición mesoamericana indicaba). Así que, buscar la “maternidad” del mexicano en Malintzin también es un ejercicio estéril que puede caer en pretensiones hispanistas… Hijos de Cortés y de Marina, afirmaba José Vasconcelos…
Pero la vida de Marina es solo un escalón en esta larga escalera de difamaciones que ha tenido que cargar este personaje: la Historia esta conformada por muchos mitos. La ciencia histórica aun lucha por despojar de poder a esta visión mítica del pasado. Pero, en el caso de Marina, dónde comenzar. Dónde comienza la mujer e inicia el mito.
En la década de los 30’s del siglo XX inicia esta campaña difamatoria en contra de Malintzin: malinchista es todo aquel que prefiere lo extranjero sobre lo nacional. No obstante, la pregunta obligada sería qué es lo mexicano y qué es lo extranjero. Una pregunta que desde Samuel Ramos hasta Octavio Paz se hizo el intelectual mexicano posrevolucionario instados desde el poder. Encontraron en “La Malinche” el chivo expiatorio perfecto para todos los problemas identitarios del mexicano del siglo XX que, confundido por su origen, no tenía —ni tiene— respuestas para el mundo del presente y del futuro.
La culpa la tiene la Malinche por traidora. No solo es traidora, sino es mujer. Ese es el estigma que carga este personaje que raya en lo mítico. Entre el pasado que “sí pasó” y el invento de lo que pensamos que pasó. No hay forma de terminar de rastrear su vida completa. Las fuentes nos faltan y las preguntas son muchas.
¿La culpa es de la Malinche? No, no lo es. La maldición de la Malinche fue ser mujer, regalada a un líder de otro continente, y vivir. Porque en el medio mesoamericano en que le toco existir, no había patrias, no había Estados-nacionales como los conocemos ahora. Incluso, apenas estaba surgiendo la idea de “Hispania”, porque sí, España tampoco existía tal como la conocemos ahora. Así que, cuál traición… En esa gran revolución en contra de la opresión imperial, no hubo una traición. Y si aun lo piensa, apreciable lector, ¿qué no la Historia bélica esta llena de ellas?, ¿realmente nos afecta demasiado porque fue una mujer quien supo sobrevivir en un mundo de hombres? Preguntas muchas, respuestas pocas. Pero aprendamos, como afirma Benedetto Croce, a liberarnos del pasado. No cargar con pesos que no nos corresponden. Una terapia con el pasado, para liberarnos de este.
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