La mala hora de la izquierda

José María Dávila Román

El politólogo y profesor español Juan Carlos Monedero es un férreo defensor y promotor de la izquierda política en el mundo. En su libro Curso urgente de política para gente decente, hace una defensa de por qué el mundo debería ser de izquierda. Para él, eso es sinónimo de decencia, porque así se estaría en contra del neoliberalismo que, según él, es la causa central de los problemas del planeta y la sociedad: desde los ambientales, laborales, concentración de la riqueza y desigualdad.

Monedero ha defendido los gobiernos de Chávez, ahora Maduro en Venezuela; Lula en Brasil, Castro en Cuba, los Kirchner en Argentina y por supuesto el de Petro en Colombia a quien incluso acompañó en la espera de los resultados electorales en la segunda vuelta presidencial que lo dejaron como vencedor. “Ha ganado Gustavo Petro. Cambia Colombia. Cambia América Latina. Pueblo emocionado” expresó (ver).

Este hombre es el fundador del Partido Podemos, catalogado de extrema izquierda en España y ha sido acusado de enriquecimiento ilícito. Maduro lo ha financiado al igual que a su partido con el propósito de que la izquierda se expanda como un virus por todo el globo.

No es extraño que la polémica ex ministra de Minas y Energía de Gustavo Petro, Irene Vélez, haya incorporado en su discurso el término de decrecimiento económico; el cual es uno de los caballitos de batalla de Monedero. Término que no es del todo descabellado entendiendo que los recursos del planeta son finitos y que por tanto el crecimiento económico no puede ser infinito. El problema es el concepto. No debería ser “decrecimiento” sino “crecimiento sostenible”, que encuentre nuevas formas de respetar y restaurar el planeta, de evitar desperdicios y optimizar los recursos para que no sean de un sólo uso sino de múltiples usos.

“Decrecer” va en contravía de la misma naturaleza, ningún ser vivo después de crecer busca hacerse pequeño; lo que sí está claro es que debemos ser más conscientes con el uso que le damos a los recursos que tenemos a disposición, para garantizar un crecimiento armonioso para las futuras generaciones. Distintas economías e industrias del mundo le vienen apostando a ello con implementación de economía circular, energías renovables y más limpias.

El problema de la izquierda son sus contradicciones, conflictos internos y falta de pragmatismo: quiere generar mayor empleo y con mejores salarios poniéndole más impuestos  y sobre costos a los empresarios; quiere avanzar en energías renovables pero eliminando de tajo los proyectos de carbón y petróleo que siguen teniendo demanda y que deberían subsidiar esa transición energética; y minerales para esa transición como el cobre y litio que se ha encontrando en países como Colombia y que se pueden extraer, los bloquean. La izquierda se queda en ideales y en poca ejecución.

En Argentina después de 20 años de gobierno de izquierda, con la excepción de Macri entre 2015 y 2019, dio un giro radical con Javier Milei, cansados de la nefasta política económica que tiene a ese país con una de las inflaciones más altas del mundo y con una pobreza que alcanza el 40% de la población, cerca de 20 millones de personas.

En Colombia, cayó por primera vez la economía desde 2020 -en plena pandemia de Covid-19- en 0.3% y no se ve un panorama claro de recuperación vista la falta de foco y gobernabilidad que tiene este gobierno.

A la gente ni a la política, la encasillaría como hace Monedero, entre izquierdas y derechas, hay elementos valiosos entre estas dos corrientes y fuera de estas. Lo que sí debería hacer la política y los políticos es recoger las mejores ideas de las distintas corrientes para con sentido común buscar las mejores condiciones posibles para la humanidad y la naturaleza, sin buscarle la caída al otro, si no, por el contrario, construyendo escenarios donde muchos puedan ganar, coexistir y vivir dignamente. Por desgracia, eso no lo hace la izquierda, que, con su radicalismo, busca siempre enemigos y confrontaciones para darle oxígeno a sus ideales.

 

José María Dávila Román

Comunicador Social - Periodista de la UPB con Maestría en Gerencia para la Innovación Social y el Desarrollo Local de la Universidad Eafit. Creo que para dejar huella hay que tener pasión por lo que se hace y un propósito claro de por qué y para qué, hacemos lo que hacemos. Mi propósito es hacer historia desde donde esté, para construir un mundo mejor y dejar un legado de esperanza y optimismo para los que vienen detrás. Soy orgullosamente jericoano.

Nota al pie: El columnista tiene o ha tenido vinculación laboral con la minera AngloGold Ashanti. 

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