“La incompetencia no es menor, pero no es lo más grave, el desprecio a la democracia, el sensacionalismo, el tribalismo y nacionalismo exasperado se vuelven los motivos más preocupantes que supone un retorno del magnate a la presidencia”.
Trump es un holgazán, un tipo sin las calidades intelectuales, morales y éticas suficientes para dirigir la mayor potencia del mundo y, quizás, de la historia de la humanidad. No es novedoso decir esto, la evidencia es abundante, su narrativa enfurecida carece de ejecutorias para hacerla efectiva. Sus logros en materia económica durante los dos primeros años de gobierno estuvieron marcados por la gestión de Obama y los ajustes que hizo respecto a la crisis del 2009.
La incompetencia no es menor, pero no es lo más grave, el desprecio a la democracia, el sensacionalismo, el tribalismo y nacionalismo exasperado se vuelven los motivos más preocupantes que supone un retorno del magnate a la presidencia. Estados Unidos es una de las sociedades más desiguales dentro de las economías desarrolladas, es justo el reclamo que hacen millones de americanos que viven en las zonas que la relocalización, el cambio tecnológico y la nueva economía han afectado. Las élites del partido demócrata no han sabido entender estos retos.
Harris tiene bastantes deficiencias como candidata, sin embargo, representa la mejor opción no solo para Estados Unidos, sino para el mundo libre. Sus ideas son las correctas para la defensa de los valores liberales y democráticos, esto se define muy bien con una frase que dijo Biden en 2020, “Ganar el alma y el corazón de la Nación”, esto no es exclusivo de este país, la pelea se extiende en muchas partes del mundo, en donde, los áulicos de Trump buscan erosionar las instituciones democráticas limitando la diversidad, la deliberación, la libertad y el Estado de derecho.
El alma de la nación está en riesgo, millones de personas ven en Estados Unidos un país de oportunidades, desarrollo y bienestar. Como han dicho numerosos analistas, esta elección, como muchas otras, se definirá por la economía. Como es habitual en un líder populista, Trump busca reducir los impuestos a las corporaciones y, por supuesto, a los multimillonarios -una muestra de absoluto amor al americano pobre- reducir el déficit, aumentar el gasto en defensa y seguridad social, a simple vista esto es imposible hacerlo al mismo tiempo en tan solo 4 años.
Es preocupante que la misma fórmula de Trump, el senador Vance, hace un tiempo le haya llamado “el Hitler de Estados Unidos”, no es para menos, no se deben olvidar las grotescas imágenes de hijos de inmigrantes retenidos en jaulas en la frontera de Texas, y las numerosas citas al odio racial, étnico y generacional. Recientemente, un ex asesor del magnate le dijo fascista, totalmente acertado su comentario, la evidencia habla por sí sola, los Proud Boys abanderados del nacionalismo blanco son conocidos seguidores de Trump y, usualmente, hacen parte de sus rallys. El neofascismo hace parte del movimiento MAGA.
El pueblo americano decidirá si votar por la democracia, o bien, por el neofascismo representado en el Make America Great Again. Lo cierto es que independiente de cómo acaben las elecciones, la lucha por el alma de la democracia seguirá siendo una constante en los años venideros. Los demócratas del mundo deben unirse en defensa de los derechos humanos, la dignidad y el sentido común ante el delirio extremista.
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