La Lista Clinton y el costo reputacional que expone a Colombia al aislamiento financiero y comercial

Titulo original: No le hicieron mantenimiento al helicóptero ni le echaron gasolina al avión, pero sí fuego a la confianza: la Lista Clinton y el costo reputacional que expone a Colombia al aislamiento financiero y comercial

“Colombia ha construido durante décadas una reputación de estabilidad y cumplimiento. Hoy, sin sanción formal al país, enfrenta el riesgo más peligroso de todos: el riesgo reputacional, ese que no solo congela activos, sino que también congela la confianza. Y cuando la confianza se queda sin combustible, ningún país por más reservas que tenga logra mantener el vuelo por mucho tiempo.”

La noticia de que la compañía Leonardo no le hiciera mantenimiento al helicóptero asignado al presidente y que al avión presidencial colombiano se le negara abastecimiento de combustible en España o en Cabo Verde África y Emiratos Árabes por parte de compañías de origen estadounidense podría parecer episodios anecdóticos, pero no lo son. Es un símbolo y una advertencia de lo que ocurre cuando la diplomacia y la reputación de una persona, una empresa o un país entran en zona de turbulencia.

La inclusión del presidente Gustavo Petro, en la llamada Lista Clinton (Oficialmente: Specially Designated Nationals and Blocked Persons List, SDN) no sanciona al Estado colombiano, pero sí coloca a todo el país en la antesala de un aislamiento reputacional inédito. No se trata de una sanción penal, sino de un aislamiento financiero y comercial a nivel global: basta el señalamiento para que bancos, aliados y proveedores cierren toda relación, temerosos de ser arrastrados por la misma corriente.

El sistema financiero global y el ecosistema comercial no distinguen entre personas y gobiernos cuando se trata de riesgo. En un mundo donde casi todas las transacciones internacionales se compensan en dólares y viajan por la red SWIFT (Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication), basta un nombre en la lista equivocada para que la economía colombiana entera pueda entrar en modo avión: desconectada, precavida y en reserva.

El aislamiento en modo avión

Probablemente el mundo no haya visto un caso como este: un presidente en ejercicio incluido en la Lista Clinton mientras continúa al frente de un Estado plenamente integrado al sistema financiero internacional. Eso genera un dilema inédito: los mercados no saben si apagar los motores o seguir volando con turbulencias. Y en economía, como en aviación, las turbulencias no tumban, pero hacen que todos se abrochen el cinturón y dejen de servir el café.

Colombia ha construido durante décadas una reputación de estabilidad y cumplimiento. Hoy, sin sanción formal al país, enfrenta el riesgo más peligroso de todos: el riesgo reputacional, ese que no solo congela activos, sino que también congela la confianza. Y cuando la confianza se queda sin combustible, ningún país por más reservas que tenga logra mantener el vuelo por mucho tiempo.

El efecto dominó del riesgo reputacional

El impacto de este tipo de sanciones es silencioso, pero devastador, y Colombia conoce bien ese guion. En los noventa, Casa Estrella, una compañía barranquillera, fue incluida en la lista y en cuestión de días perdió cuentas bancarias; ninguna franquicia aceptaba sus tarjetas, el efectivo se volvió la única forma de pago y sus proveedores internacionales le cerraron las puertas por lo que terminó liquidándose.

Otro caso fue el del América de Cali, que al ser sancionado perdió patrocinios, transferencias internacionales y hasta la posibilidad de registrar jugadores. No hubo condena judicial previa. Bastó el rumor formal de la Lista Clinton para que el mercado reaccionara con el reflejo más primario: protegerse.

Esa misma lógica se activa hoy a escala macro. Cuando la cabeza de un Estado aparece en esa lista, los bancos corresponsales revisan con lupa cada transacción, las calificadoras de riesgo recalibran sus modelos de percepción soberana, los inversionistas institucionales elevan su prima por riesgo país y los socios comerciales se preguntan si es prudente seguir firmando acuerdos.No se necesita una sanción al Estado para que el aislamiento empiece porque la autocensura de los mercados es más eficaz que cualquier sanción formal.

Una economía sostenida en confianza y en dólares

El sistema financiero internacional está diseñado sobre una verdad incómoda para algunos: la economía global es gringa. El dólar es la moneda de intercambio y el SWIFT regulado desde Bruselas, pero bajo influencia estadounidense es la autopista por donde circula el dinero del mundo.

Según el Banco de la República, Colombia mantiene una deuda externa pública superior a US$ 113.061 millones, de los cuales una parte importante ha correspondido a organismos multilaterales como los casi US$2.800 millones amortizados al FMI y al BID este año, que operan bajo lineamientos OFAC (Office of Foreign Assets Control). En comercio exterior, Estados Unidos ha concentrado hasta el 30% de las exportaciones y el 23 % de las importaciones según ANALDEX, de datos del DANE con corte de agosto 2025, lo que significa que casi uno de cada tres dólares que entra o sale del país depende de canales financieros bajo jurisdicción estadounidense.

Los principales afectados si esta autopista se pone en riesgo serian las exportaciones del sector minero-energético (petróleo, carbón y derivados, ≈55 %), seguidas de los productos agroindustriales (café, flores, banano, palma, azúcar) y manufacturas (químicos, plásticos, metalmecánica). Y en el caso de las importaciones, serian los sectores industrial, automotor, farmacéutico, tecnológico y agrícola, que dependen del financiamiento, los seguros y las cartas de crédito en dólares para sus operaciones cotidianas.

Por eso, cuando alguien es señalado por el Tesoro de los Estados Unidos, la consecuencia no depende de una orden judicial sino de una red de autoprotección global: bancos, navieras, aseguradoras y empresas cortan relaciones preventivamente para no perder acceso al dólar o enfrentar multas multimillonarias.

Ejemplos sobran: BNP Paribas fue multado con US$ 8 900 millones en 2014 por transar con países sancionados; HSBC pagó US$ 1 900 millones por no detectar operaciones con el narcotráfico mexicano; Standard Chartered desembolsó más de US$ 600 millones por vínculos con Irán y Sudán. No fueron sancionados por lo que hicieron, sino por con quién lo hicieron. Ese es el verdadero poder de la Lista Clinton: no castiga culpables, castiga relaciones.

Si las contrapartes internacionales no cortan relación con Colombia, pero aumentan sus controles, el impacto sin duda es significativo. Más debida diligencia, operaciones puntuales rechazadas y mayores costos financieros podrían generar efectos materiales para el país.

De la diplomacia al crédito: el costo país

Los incidentes de las aeronaves presidenciales es apenas el síntoma visible de algo más profundo, la pérdida de confianza institucional. La reputación de un país y de quien lo preside se comporta como su moneda cuando se devalúa, todo lo demás se encarece.

Los créditos externos se vuelven más costosos, los organismos multilaterales como el BID, CAF o Banco Mundial podrían restringir el acceso al crédito, los acuerdos comerciales se enfrían, la inversión extranjera se repliega y las calificadoras agregan un asterisco invisible: riesgo político elevado. El capital como la gasolina siempre busca dónde llenar su tanque con seguridad, y hoy Colombia aparece en el mapa con una señal de advertencia. Colombia ha tardado décadas en construir credibilidad financiera e institucional. Hoy, más que nunca, la confianza es su principal activo. Y cuando la confianza se erosiona, ni las reservas ni los discursos logran sostener el vuelo. Por el bien de Colombia, esperemos que el impacto sea el menor posible.

Karim Kure Prada

Doctorando en Administración, Magíster en Finanzas Corporativas y Administrador de Empresas del CESA. Complementó su formación con diplomados en Negociación (CESA), Reorganización y Liquidación Empresarial (Universidad de los Andes) y Contabilidad IFRS (Deloitte). Representa a una nueva generación de líderes financieros que integran rigor académico, visión estratégica y compromiso con la sostenibilidad.

Con más de 13 años de experiencia en el sector financiero, ha construido una trayectoria destacada en banca local e internacional, liderando áreas de Crédito y desempeñando roles de Riesgos, Comercial, Estructuración y Estrategia.

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