“Así, la labor periodística investigativa e inteligente se desdibuja cada día más ante el ego de quienes se autoproclaman periodistas, ignorando que su profesión lentamente agoniza”
El impacto que las redes sociales han tenido en los medios de comunicación no es algo que deba simplemente ignorarse ni mucho menos subestimarse, la difusión en directo de los hechos que ocurren en los diferentes contextos, la rápida difusión de estos y la libre opinión que puede ejercerse sobre los hechos noticiosos han generado una caída abismal en la lectura, credibilidad, sintonización y difusión de los medios de comunicación tradicionales, a pesar de que estos buscan apropiarse de las nuevas y cambiantes tecnologías sociales, la constante creación de medios alternativos y la crítica persistente a sus informes han hecho que grandes marcas se vean “contra las cuerdas” sin embargo, ¿podemos estar seguros que es este en verdad el problema actual de los medios de comunicación?
Lo que apunta la actual demanda y circulación de la información es que, durante años, la información que llegaba a nuestra manos, ojos y oídos por parte de las grandes cadenas periodísticas distaba de veracidad e imparcialidad y es por esto por lo que la información pura y cruda le ha hecho el daño que hoy se evidencia.
En un principio se podría pensar que poder difundir un hecho relevante de una manera cómoda y simple como lo permite hoy la tecnología seria la manera de abrir el camino a la consecución de información confiable, pero no puede existir nada más erróneo que afirmar esto, las redes sociales se han convertido en aquello que antes solo podían generar medios de comunicación formalizados, un conjunto casi grotesco de información incorrecta, tendenciosa, poco confiable, a veces hasta ridícula, pues es para todos ahora realizar alteraciones en imagen, video o audio que permitan cambiar el sentido de un hecho, esto, acompañado de la fácil y rápida distribución entre las personas, nos ha convertido en una sociedad absolutamente desinformada pero que consume mucha información.
Afirmamos entonces que las redes sociales, en su afán de conectar a las personas y de poder compartir información de una manera fácil y rápida le han dado el golpe más significativo a las empresas periodísticas y al periodismo puro y legitimo en sí, pero las cosas no se quedan allí, existe otro gigante que lentamente hunde su puñal en el admirable y digno trabajo periodístico, este gigante se alimenta día a día en las instituciones académicas y representa el punto final del periodismo legítimo, del arte de la comunicación, de la investigación, la veracidad, la claridad.
Como ha sucedido con muchas otras áreas profesionales, la comunicación, periodismo, comunicación social, marketing entre otras, están viviendo uno de sus puntos más álgidos en materia de estudiantes y egresados anuales, como toda profesión de moda, muchos de estos estudiantes ingresan sin tener mucha idea de cuál es la labor que van a realizar, o tienen una idea errónea de ello, muchos, apoyados por el boom de los “Youtubers” e “Influencers”, se acercan a la academia en busca de esa información que los lleve a ser famosos y reconocidos por hacer tonterías ante la cámara, otros consideran que la imagen física es clave y por tanto, ingresan a la labor periodística con el sueño de verse rodeado de flashes y lentes, de dar discursos en galas de premiación o sentarse en un sillón a repetir todo lo que un telepromter le muestre.
Así, la labor periodística critica, inteligente, investigativa, valiente y sarcástica se desdibuja cada día más ante la ineptitud de aquellos que ocupan los puestos en los medios de comunicación, difundiendo lo que se les dice difundir, sin pensamiento y sin argumentos, sumergidos en el ego que les da autoproclamarse periodistas o comunicadores, mientras sus lectores se debaten entre las noticias falsas y su profesión lentamente agoniza.