El 25 de septiembre de 2015, en el marco de la septuagésima versión de la Asamblea General de las Naciones Unidas llevada a cabo en la ciudad de New York, 193 países miembros suscribieron la más ambiciosa agenda universal para los siguientes quince años: la Agenda 2030 y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible – ODS. Una agenda que como reza la Resolución 70/1 es un plan de acción en favor de las personas, el planeta y la prosperidad para “no dejar a nadie atrás”.
Un aspecto muy positivo a destacar en la construcción de esta agenda fue la participación ciudadana con que contó. El apoyo de jóvenes y organizaciones juveniles, estatales y ONG’s alrededor del mundo fue muy importante para que la encuesta “My World” se regará por zonas marginadas y sin acceso a internet, y así permitiera que este instrumento de consulta llevará a la ONU la opinión de miles de personas sobre los aspectos fundamentales que deberían incluirse en una agenda global del desarrollo. Según los resultados de la encuesta, de los casi diez millones de personas que participaron en la agenda, el 54% correspondió a población entre los 16 y 30 años, un indicativo del importante peso que tuvo la juventud en su construcción, pero también una muestra de quienes son los llamados a ser los principales protagonistas de su cumplimiento y seguimiento.
Es en este sentido que sumado al papel indiscutible que tienen los gobiernos para la implementación de esta agenda y los ODS a las condiciones y particulares necesidades de cada país, la ciudadanía y en especial la juventud, tienen un rol estratégico para su cumplimiento, pues es este sector de la población, el objeto y a su vez sujeto de los programas, iniciativas y planes que se lleven a cabo para alcanzar los propósitos centrales de la agenda antes de 2030: erradicar la pobreza, reducir las desigualdades y lograr la adaptación y mitigación al cambio climático.
Entendiendo esa importancia, desde el año pasado el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo – PNUD y Voluntarios ONU desarrollaron el taller “Jóvenes por los ODS” con el fin de promover y difundir la Agenda 2030 en Colombia y otros países de América Latina. No obstante a que es una iniciativa que merece ser saludada, los jóvenes no podemos quedarnos en una tarea meramente divulgativa e informativa. Se requiere de iniciativas que se materialicen en acciones concretas en la dirección fijada por la ONU y los jóvenes tenemos el potencial y la energía para hacerlas posible. Acá son pocas las excusas. Las convocatorias de entidades de gobierno, organizaciones no gubernamentales y entidades multilaterales con recursos y apoyo institucional se encuentran con facilidad en la web a la vuelta de un click. Y su número tiende a aumentar.
En este propósito, Colombia y Latinoamérica en general cuenta con una ventaja: un bono demográfico de población en edad potencialmente productiva que bien encaminada puede ser un catalizador en ese tránsito hacia el desarrollo sostenible de nuestros países. Pero a la par de ese bono, nuestros países poseen una desventaja: en promedio, uno de cada cinco jóvenes en edades entre 15 y 29 años son ninis – esa franja de la población joven que ni estudia ni trabaja. Por esta razón, de forma transversal a los fines de nuestras iniciativas, se debe apuntar a enrolarlos a los programas, planes, proyectos y formas organizativas de emprendimiento y desarrollo sostenible que nos propongamos, para de esta manera voltearle el panorama a esta población y sumarla a la tarea.
A casi dos años de firmada la declaración 70/1 de la ONU, el principio de “no dejar nadie atrás” debe exhortar a la juventud a lo largo y ancho del globo, para que no se quedé atrás en su papel y asuma desde sus comunidades, instituciones educativas, profesiones, empresas, gremios, barriadas y campos, las iniciativas que involucren los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Para que como dice la canción: poquito a poquito vayamos sumando en la dirección de transformar nuestro modo de vida y convertir nuestro planeta tierra en un entorno verdaderamente sostenible.