Espero sea evidente a esta altura, la importancia y el rol que los jóvenes desempeñamos hoy en día dentro de la coyuntura nacional. La revolución juvenil que se ha presentado en los últimos años, demuestra que no somos el futuro únicamente, sino que también el presente. Vemos un activismo y un interés creciente dentro de la población joven del país, al punto de ser aquel factor capaz de colocar un presidente.
Sin embargo, me es inevitable preguntarme si estamos preparados para asumir el rol que hoy en día estamos ostentando. ¿Somos acaso conscientes? ¿Realmente estamos teniendo un impacto? O solamente le somos útiles a quienes nos han gobernado ya por años y hoy nos desamparan, nos endulzan el oído e incluso, nos ponen en una primera línea de combate.
Lo que debería representar una unión entre quienes hemos sido desplazados de las “conversaciones de adultos”, hoy se presenta como un campo de batalla, convirtiéndonos en marionetas ciegas que siguen a su pastor. La polarización en el país alcanza niveles inconcebibles, en donde la intolerancia reina entre nuestro territorio, en donde hoy salimos a la universidad y no sabemos si vamos a regresar, en donde vemos dolor y nos hacemos los de la vista gorda y sobre todo, en donde la lucha es en contra de una persona y no de sus ideas.
Las elecciones regionales que se llevarán a cabo dentro de unos meses, serán claves para el curso que vaya a tomar el país dentro de los años venideros, por eso hoy invito a los jóvenes a resaltar sus ideas, a expandir su conocimiento, y a permitirse aprender, escuchar y respetar.
Debemos hacerles entender a quienes nos gobiernan, que su poder viene desde nosotros y para nosotros, no debemos permitir que pretendan comprar a los delincuentes para no matar y a quienes lo único que deseamos es estudiar nos dejen a un lado. No podemos permitir que implanten odio en nuestras cabezas, no podemos permitir que nos den un discurso soñador sin propuestas certeras.
Jóvenes, no debemos tragar entero nunca más.
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