La izquierda en el bolsillo

“Esta semana comienza a caminar en el Congreso el mayor desangre que se puede concebir contra la ciudadanía. Es evidente que la izquierda política colombiana debe tomar medidas para controlar el gasto excesivo y la corrupción, abstenerse de atacar al sector privado y dejar de hacer promesas de subsidios multimillonarios. La intención de Reforma Tributaria propuesta por el gobierno del cambio es un acto que camina en contra de la gente trabajadora, esa misma que Gustavo Francisco Petro Urrego decía defender.


Un prudente aforismo atribuido a los abuelos del mundo empresarial afirma que, para gestionar eficazmente los recursos financieros, primero hay que atender a las minucias. El gobierno de Gustavo Francisco Petro Urrego se ha convertido en un importante sumidero de recursos, y ahora se dispone a provocar nuevos y sustanciales impactos negativos en la economía colombiana. Es un reto para la alternativa del cambio justificar la imposición de impuestos para quien trabaja, estudia, hereda, crea, produce, compra y vende con el objetivo de subsidiar a los que han optado por un estilo de vida improductivo. La Reforma Tributaria propuesta es un ejemplo más de los intentos del gobierno de generar ingresos para saciar las vanidades y el ego de su mandatario. El objetivo de la izquierda es allanar el camino para las elecciones de 2026. La asignación de recursos se destinará a subvencionar actividades controvertidas, proporcionar ayuda financiera, satisfacer a los corruptos, crear burocracia, apoyar viajes para la familia y los amigos de su presidente, hacer política de los favores y gastar dinero en otras actividades diversas, mientras se engaña y utiliza al pueblo.

Las maquiavélicas acciones del Pacto Histórico, que manipula a la perfección los hilos del poder, llevan a concluir que el propósito de Gustavo Francisco Petro Urrego y su equipo de gobierno es identificar la forma de seguir quitándole la plata a los colombianos para aceitar la maquinaria de un gobierno corrupto. El clima de inestabilidad y preocupación que prevalece en Colombia requiere subsidiar a muchos de los que la izquierda ha encumbrado como «gestores de paz». Quienes dicen representar una alternativa al statu quo necesitan fondos adicionales para mantener un estilo de vida que se percibe como extravagante. Resulta difícil comprender cómo una administración que se ha caracterizado por sus malos resultados solicita ahora la aprobación de un presupuesto importante sin un plan de ejecución claro. Es evidente que su dignatario ha incumplido los compromisos adquiridos durante su campaña electoral y las acciones que emprendió contra el gobierno de derecha en los últimos cuatreños.

En esta coyuntura, contemplar una Reforma Tributaria como la propuesta por el gobierno del cambio es una perspectiva descorazonadora. Sin embargo, es probable que se apruebe en el Congreso, en gran parte debido a los convincentes argumentos acompañados por la ya reconocida mermelada. Para nadie es un secreto que es evidente que esta propuesta mal concebida de la izquierda está completamente alejada de la realidad. El presupuesto está desfinanciado, hay una falta de alineación entre los subsidios propuestos y las necesidades reales, y no se reconoce la incapacidad del gobierno para ejecutar las partidas asignadas. Parece que Gustavo Francisco Petro Urrego ha desarrollado un patrón de depender exclusivamente de los contribuyentes colombianos para financiar sus iniciativas progresistas. La cleptocracia que está surgiendo junto al Pacto Histórico en Colombia preocupa a los observadores externos, que señalan que su presidente, a pesar de exhibir un título de Economista otorgado por la Universidad Externado de Colombia, es posiblemente el que menos sabe de economía en el país.

La implantación del progresismo socialista en Colombia está llevando a la clase trabajadora a la ruina económica. Además del daño causado por las maniobras políticas y las reformas equivocadas, la clase media se enfrenta a otra amenaza: la inseguridad jurídica y la falta de confianza que, en última instancia, podrían llevarla a la quiebra. La izquierda está erosionando poco a poco los cimientos del establecimiento social, apoderándose de recursos que serán mal gestionados por un grupo de influencers, activistas y populistas ineptos que respaldan y adulan a quienes poco y nada saben dirigir y gobernar. No es claro cómo su mandatario, acorralado por el vandalismo y la corrupción, pretende ahora que se le asignen 12 billones de pesos en el presupuesto. Gustavo Francisco Petro Urrego y sus copartidarios han demostrado falta de integridad y responsabilidad en sus declaraciones y acciones, se exprime al pueblo y ello se hace particularmente evidente en las regiones económicamente más desfavorecidas del país.

La situación actual en Colombia, agravada por la Reforma Tributaria propuesta, está causando importantes problemas tanto a las empresas como a los particulares. Los efectos de la última reforma están provocando inestabilidad financiera, insolvencia, inseguridad alimentaria y un declive de la clase media. La situación actual es el resultado de un enfoque estrecho de miras de la gobernanza, como demuestran las propias acciones del gobierno. La reciente huelga de camioneros ha puesto de manifiesto los problemas subyacentes en torno a la alimentación y el trabajo. La protesta fue contundente, pero parece que quienes promueven el progresismo en el país no han reflexionado sobre la situación. Es evidente que un gobierno socialista debe restringir los ingresos de los ciudadanos para perpetuarse en el poder. El ciclo electoral de 2026 requerirá importantes recursos financieros, y es probable que quienes quieren perpetuarse en el poder recurran a la violencia para asegurarse los votos. La prueba clave para la legislatura será demostrar que tiene en mente los intereses de los colombianos y que no está dispuesta a correr riesgos alineándose con un gobierno derrochador que tiene como base la mentira y la trampa para hundir a Colombia.

La clase media representa un reto significativo para la implementación de las políticas socialistas, por lo que es necesario tomar medidas decisivas para enfrentar este problema. La aprobación de la reforma equivaldría a premiar la ineptitud, el despilfarro, la corrupción, la deshonestidad y el fraude, lo que tendría repercusiones negativas para Colombia. La economía colombiana está al borde del colapso. El país se acerca a la bancarrota debido a la incompetencia de sus dirigentes y de quienes los apoyan, que son personas de cuello blanco con escasa capacidad de gestión y tendencia a malversar los fondos públicos. Gustavo Francisco Petro Urrego es un ejemplo de desfachatez y desvergüenza. La izquierda se esfuerza por lograr la igualdad, socializar la miseria. El reparto de subvenciones con fines electorales sirve para confirmar la afinidad de la agenda progresista con los pobres y, en consecuencia, su propensión a ampliar su número. Al perpetuar un sentimiento de derecho, les hace más susceptibles al atractivo de la gratificación inmediata, aunque sea a costa de las consecuencias futuras.

Gustavo Francisco Petro Urrego intenta consolidar por quinta vez el despilfarro y el saqueo de los recursos de los colombianos. Inicialmente lo buscó apoderándose de la salud, luego de las pensiones. El tercer intentó lo tuvo al tratar de imprimir dinero para la paz, y finalmente, buscó generar recursos planteando la inversión forzosa de los ahorros bancarios. Hay una falta total de voluntad de aceptar el statu quo en lo que respecta a la disponibilidad de fondos. La izquierda representa la consecuencia de una mala gobernanza, caracterizada por la incapacidad de planificar eficazmente. En lugar de delinear la austeridad en el gasto público, el gobierno ha recurrido a la subida de impuestos para financiar un presupuesto que no ha cumplido sus promesas de desarrollo de infraestructuras y reactivación económica. El gobierno del cambio no cumplió sus promesas de campaña y descuidó la reforma fiscal más eficaz: acabar con la corrupción. El Pacto Histórico ha sido percibido por muchos como una utopía, en la que el gobierno es visto como un ente despilfarrador. Esto ha llevado a un estilo de vida de excesos, en el que la izquierda gasta por encima de sus posibilidades. Son el arquetipo del chantajista de nuevo cuño.

Andrés Barrios Rubio

PhD. en Contenidos de Comunicación en la Era Digital, Comunicador Social – Periodista. 23 años de experiencia laboral en el área del periodística, 20 en la investigación y docencia universitaria, y 10 en la dirección de proyectos académicos y profesionales. Experiencia en la gestión de proyectos, los medios de comunicación masiva, las TIC, el análisis de audiencias, la administración de actividades de docencia, investigación y proyección social, publicación de artículos académicos, blogs y podcasts.

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