Recientemente se hizo muy visible el bochornoso encuentro que sostuvieron en la Casa Blanca el presidente de los EE. UU. Donald Trump, el vicepresidente JD Vance y el autoproclamado presidente de Ucrania Volodimir Zelenski.
La reunión se salió de control y rompió todos los protocolos. Terminando en un intercambio de recriminaciones, regaños y advertencias. Trump parece haber perdido la paciencia y, ante todas las cámaras de los medios de comunicación estadounidenses le dejó muy claro a Zelenski que es un subordinado de ellos y deberá aceptar todas las iniciativas y acuerdos que EE. UU. realice con Rusia para implementar un cese al fuego – acuerdo de paz, y que además tiene mucho que agradecerle y pagarle por las millonarias ayudas que el gobierno estadounidense le ha dado a Ucrania en el marco de la guerra.
Sin embargo, la posición de Zelenski sigue siendo la de un bravucón que quiere continuar la guerra a como dé lugar, sin importarle las exigencias y ofrecimientos que le está haciendo el gobierno de Trump. Y esto no le ha caído muy bien al presidente de los EE. UU. al punto que en la última semana dio la orden de suspender toda la ayuda militar a Ucrania y amenazó a Zelenski diciendo que no está dispuesto a soportarlo más sino muestra disposición a hacer la paz y aceptar un acuerdo rápido.
La posición de Trump con respecto a Europa y la guerra rusoucraniana ha dado un giro drástico en clave del equilibrio de poder mundial. El nuevo presidente de los EE. UU. quiere concentrarse más en fortalecer internamente a su país, dejar de financiar guerras que están a miles de kilómetros de distancia y recomponer las relaciones comerciales y diplomáticas con Rusia. Sus esfuerzos de disputa internacional parecen estar más centrados en Asia y las fronteras con México y Canadá.
Y esto lo cambia todo. Porque en esta nueva estrategia de reacomodo de fuerzas en el escenario internacional; Europa comienza a quedarse sola y deberá valerse por su cuenta -sin esperar mucho del apoyo de los EE. UU. y la sombrilla de seguridad de la OTAN-, Zelenski en Ucrania también queda muy desprotegido, porque Europa no tiene la capacidad financiera, militar, ni política de respaldarlo y reemplazar el vacío que deja la pérdida del apoyo de Washington.
Así las cosas, a Zelenski solo le quedan dos salidas. O acepta todas las exigencias de Trump y se somete, con la garantía de realizar una transición pacífica en Ucrania que no lo exponga y lo pueda llevar a un exilio tranquilo y protegido. O la segunda opción, es que el gobierno estadounidense lo saque del camino para poder reorganizar Ucrania (instalando un gobierno que le sea funcional a los intereses de EE.UU. y al saqueo de los recursos ucranianos) para llegar a un acuerdo de paz con Rusia.
Todo indica entonces que el comediante autoproclamado presidente de Ucrania tiene sus días contados y que la estrategia de la OTAN de aislar a Rusia y utilizar a Ucrania como cabeza de puente ha fracasado. Trump solo quiere hacer negocios que sean rentables para su administración. Y en esa ecuación estorban Zelenski y podrían estorbar algunos mandatarios europeos si continúan con la obstinación de confrontar a Rusia eternamente. Recordemos el arma de doble filo que representa ser aliado de los EE. UU.
PD: para quienes estaban de bien pensantes solidarizándose con Zelenski y lo etiquetaron como un patriota, como un admirable presidente que no se arrodilló ante Trump, o como el débil que lucha contra el fuerte, quiero recordarles que Zelenski está involucrado en graves hechos de corrupción por desvíos de dinero de las ayudas enviadas para la guerra, su ejército se dedica a reclutar forzadamente a jóvenes y ancianos y para rematar ha amenazado con utilizar armas nucleares si estas le llegaran a ser suministradas. Mejor dicho, todo un estadista digno de admiración…
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