Podríamos decir que Colombia goza de un gran privilegio si comparamos el mismo con otros países de Sudamérica. Poder decir que en el territorio de la multiculturalidad prima un mínimo grado de libertad e igualdad es algo que muchos, quizá, envidien, pero ¿en qué momento se está viendo la misma amenazada?. Me gustaría empezar éste escrito definiendo lo que se entiende o se debería de entender por los conceptos que titulan éste artículo. Podría orientarme o indicar al pie de la letra lo que encontramos en el Artículo 13 de nuestra Constitución pero, como bien es sabido, en la jurisdicción todo es posible y, como faltaría demás, las interpretaciones abundan en función de las ideologías de cada uno de nosotros.
En términos generales, sería oportuno definir la libertad e igualdad como la oportunidad que tenemos nosotras, las personas, de expresarnos y actuar de manera libre asegurándonos de que nuestra integridad, a pesar de que un segundo no esté de acuerdo con nuestra personalidad o pensamiento, persistirá bajo un status de seguridad.
Colombia sostiene en su constitución, desde su impulso por allá en el año 1991, que los principios fundamentales que regirán en el territorio son la libertad e igualdad a todos los niveles pero, como sabemos, a pesar de ser uno de los países sudamericanos más graciantes en cuanto a igualdad, se sigue encontrando disminuida. Si algo es cierto e innegable son las ganas del presidente saliente, Juan Manuel Santos, de impulsar la igualdad en todos los niveles. ¿Cuánto cemento le falta a Colombia para terminar de construir el muro de la igualdad y libertad?
La igualdad, ¿realmente un derecho transparente en el país?
Muchos tendemos a relacionar la igualdad con el trato semejante hacia el hombre y la mujer, con los derechos de las parejas del mismo sexo otros, se decantan por el acceso igualitario a distintos servicios básicos, como la educación, salud y justicia. Y es que sí, cuando hablamos de igualdad debemos de hacer especial referencia a todos y cada uno de esos aspectos. Yo, personalmente, me voy a enfocar en dos. No quiero decir que los demás tengan que ser ignorados por la sociedad, porque son de igual o mayor importancia de los que aquí tratantes. La igualdad de condiciones entre el hombre y la mujer y el trato digno hacia las personas con diferente condición sexual a la cotidiana.
Empezando a hablar por la similitud que en la sociedad contemporánea se debe lograr entre el hombre y la mujer, me gustaría hacer especial énfasis en el movimiento social que, de manera más notoria, se está visionando en los rincones del país, el feminismo. Muchas personas atacan a dicho movimiento de inaudito e insólito, pero son pocos los que realmente conocen su misión y, lo más importante, las razones que dieron a su surgimiento. Definiendo el feminismo como un conjunto de movimientos heterogéneos basados en la exoneración de la violencia hacia la mujer, violencia que no necesariamente debe ser física, sino verbal o psicológica, podemos determinar que dicha agrupación social es tan importante como lo es la democracia en una sociedad. Nos queremos poner una venda en los ojos y hacer un delirio de la situación real de, no solo Colombia, sino el Planeta. A pesar de que Colombia ha avanzado en derechos igualitarios entre el hombre y la mujer, aún queda mucho por avanzar. Me parece insólito que a éstas alturas, después de haber pasado por distintos períodos históricos bastantes deleznables, se siga privando el acceso de la mujer a distintas oportunidades y, peor aún, se siga visualizando a la figura aquí tratante sometida a cualquier tipo de violencia.
Siguiendo con los derechos de las personas con diversa condición sexual, me gustaría dar mi posicionamiento crítico ante una de las últimas intervenciones de la hoy electa como vicepresidenta del país, Marta Lucía Ramírez, en uno de los tantos debates realizados en los medios periodísticos. ‘’Yo tengo muchísima gente amiga que son homosexuales, las quiero y las respeto, pero les quiero decir francamente, ustedes no pueden adoptar. Yo misma decidí adoptar en un momento de mi vida, creo que tiene más prioridad nosotros los heterosexuales que las parejas homosexuales’’. Para detectar a una persona homófoba, o con principios o intenciones homofóbicas, simplemente debemos de escuchar las palabras tengo a gente de dicha condición sexual a la que amo y respeto. Me parece un total despropósito que, mientras un conjunto de ciudadanos pertenecientes a una minoría social siguen a pie de lucha por blindar un conjunto de derechos que los haga ver ante la sociedad de manera igual, los aspirantes u hoy en día, los dirigentes de un país que ha avanzado y sigue avanzando en equidad, igualdad, respeto y paz, sigan aludiendo vocablos que, si bien es cierto son cedidas de alguna manera maquillada, transfieren la raya del odio y la discriminación.
La libertad, un papel fundamental en un Estado Social de Derecho
Cualquiera diría que Colombia iba a atravesar una de las elecciones presidenciales más participativas por parte de la sociedad pero, a la vez, la que más conflictos ideológicos trajo para la misma. Aquí es donde se vulnera la libertad, en éste caso, la ideológica. Algo que siempre me llamaba la atención es ver el conflicto social entre los militantes y seguidores de dos de los partidos políticos más fuertes que tiene el país a día de hoy, el Centro Democrático y la Colombia Humana. Hay algo que aún nos queda por aprender, algo que, además de ser enseñado en las aulas de bachillerato, se fortalece y refuerza en los hogares de cada uno de nosotros: por pensar diferente o actuar de manera dispar, no es motivo para denigrar o inferiorizar a una persona. Me daba lástima ver cómo los colombianos y las colombianas entraban en esa burbuja poco oportunista de disparar palabras obscenas hacia el otro pero, ¿qué podemos esperar? Muchos de estos conflictos derivan y derivan de los dirigentes políticos en diferentes medios magnéticos, como Twitter y Facebook, ¿serán éstos los responsables del conflicto social originado en Colombia?
Sería injusto señalar la libertad únicamente con temas políticos, ya que la misma debe ser relacionada con la religión, el libre desarrollo de la personalidad y diversos factores que velen por la dignidad de la persona y los derechos fundamentales de las mismas.
En modo de conclusión podemos dictaminar que Colombia ha sido uno de los países de América del Sur que más ha avanzado por el velamiento de los derechos fundamentales, en especial, la igualdad y la libertad, pero los últimos sucesos ocurridos en el territorio, junto con las circunstancias que el país arrastra desde años atrás, podemos decir que aún quedan demasiados escalones para lograr la equitatividad de los derechos aquí tratantes. ¿Será posible ver a una Colombia digna en igualdad y libertad o, por lo contrario, será un delirio que nos seguirá acompañando?